Capítulo veintitrés

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Una semana después...
Belén

Mi semana ha sido un asco. De hecho, si pudiera resumirla en palabras, diría que se parece a la higiene del Bruno.

Nunca pensé que el amor te podía consumir tanto.

Me acabo de levantar, porque la Pilar, la Sara y la Martina vinieron para la casa y estoy tratando de mostrar mi mejor cara, pero no puedo. Igual, yo creo que se dieron cuenta de cómo estoy, porque al menos la Marti y la Pilar intentan subirme el ánimo como sea.

—¿Por qué no salimos?—bufó la Sara.—Lo que tú necesitai es un pololo pa' olvidarte del Sebastián.

La miré con atención y luego solté un suspiro.

Después de lo que pasó ese día en el carrete, la Sara me mandó el medio testamento solo para decirme que lo que había dicho el Sebastián era mentira. Aún así, no pude creerle. Pero, sé que si no hablaba con ella para "solucionar las cosas" iba a quedarse sola, porque a este punto la Martina no la quiere ni ver, de hecho, estuvo a punto de echarla cuando la vio llegar. Le pedí a las chiquillas que intentaran olvidar el tema, porque al final lo que más me dolió no fue que ellos estuvieran juntos, sino que me mintieran en la cara.

—¿Vai a seguir con eso?—le preguntó la Martina con molestia.—Déjate, Sara.—frunció el ceño.—¿Qué hueá te pasa? Si ese hueón ya fue.

—¿Entonces por qué está tan triste?—me miró con una ceja alzada, mientras se cruzaba de brazos.

Definitivamente voy a llorar.

—Porque puede estar triste a veces po'.—le respondió la Martina, mientras la miraba mal.—¿O acaso no te hay sentido mal de la nada?

—Nop.

Miré a la Pilar, que rodó los ojos ante la escena y luego me dedicó una sonrisa cálida.—Yo creo que es mejor que nos quedemos aquí nomás, así la Belencita descansa.

La Sara suspiró y se puso a escribir algo en su celular, mientras ignoraba lo que decíamos. La verdad, no hablamos de mucho, porque la Martina por alguna razón se estaba escondiendo de la Alexandra y la Pilar estaba preocupada por el Bruno, que había salido con los chiquillos.

Apoyé mi mentón sobre la mesa cuando caché que todas estábamos en lo nuestro. En ese momento, sentí como si estuviésemos juntas solo para no estar solas, y no me gustó. Siento que últimamente ninguna de mis relaciones ha funcionado bien y eso me está abrumando mucho.

Será que... it's me, hi, i'm the problem, it's me.

—Voy a salir, tengo algo que hacer.—me levanté de la silla y las tres posaron su mirada en mí.—Si quieren se quedan aquí mientras vuelvo.

—¿Querí que te acompañemos?—preguntó la Marti, mirándome con preocupación.

Negué y murmuré:—Quiero estar sola un rato.

Al final, las chiquillas optaron por irse también. En cuanto se fueron, yo me fui caminando hacia una plaza que quedaba cerca de mi casa; a la que solía ir cuando me sentía mal y quería pensar. Apenas llegué, me senté en el pasto y empece a mirar todo con atención, intentando buscar un poquito de calma.

Pero no lo logré.

Cerré los ojos y recordé la vez que con el Kaydem fuimos a una plaza a comernos un helado. Me acordé de lo feliz que estaba en ese momento. Me acordé de que ese día, por primera vez, sentí que alguien había depositado toda su confianza en mí, sin esperar nada a cambio.

¿Andai robando gatos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora