Capítulo ocho

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¡!ADVERTENCIA
En los siguientes dos capítulos se hablará de autolesiones y síntomas frecuentes en la depresión.

Son temas complejos de escribir, porque nadie los vive de la misma manera. Por eso mismo, quiero aclarar que NO escribo estos capítulos con la intención de IDEALIZAR ó ROMANTIZAR estas experiencias.

Espero poder dar a conocer una de las tantas realidades y experiencias que se viven a diario. Las cuales, lamentablemente, no son vistas con el peso correspondiente en la actualidad.

Pido perdón de antemano si algo que escribí te molestó, incómodo o hizo sentir mal. Esa no es esa mi intención. Recuerden que para cualquier cosa que necesiten estoy aquí, siempre dispuesta a ayudarles.

[𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧]

un mes después...
Belén

—¡Mis galletas!—grité al ver que estaba saliendo humo del horno. El Sebastián se rió detrás mío y me ayudó a sacar la bandeja.—Ay, no.

Miré con decepción las galletas, que estaban todas quemadas y luego miré al cabro que tenía al lado mío, que estaba con una sonrisa burlesca.

—¿Querí una?—le pregunté con los ojos entrecerrados para que borrara esa sonrisa.

—Ni cagando.—se rio y negó con la cabeza.

—Que erí pesao', Seba.—hice un mohín y él se acercó a darme un beso.

—Yo me conformo con comerme otra cosa.

—Ah, que pena.—me corrí y empecé a sacar las galletas de la bandeja.—Si no comís galletas, no vai a comer nada más.

Se rio, pero a los segundos se puso serio otra vez.—Te extrañaba oye.

—¿Si?

—Andai súper desaparecida estas semanas.—se cruzó de brazos.—Ya pienso que me estai cagando.

Me ahogué con mi propia saliva.—¿Qué hablai?

—¿Tení otro amor acaso?

Si supierai que ando jugando a ser la polola de uno de tus mejores amigos.

No,—le di un beso corto.—solo que he estado ocupada estas semanas.—me pasé las manos por mis pantalones.

—¿En qué?—alzó una ceja.—Si ya no estamos ni en clases.

Me quedé callada.

—Oye, no me hagai esto.—se acercó a mí y frunció el ceño—Mira que soy bien celoso.

Me reí y le pegué despacio en el brazo.—Déjate, celoso.

—Si me llego a enterar que estai con otra persona...—lo interrumpí.

—No estoy con nadie más.—le dije con seguridad y vi que su expresión se relajó.—Solo que ando media bajoneada todavía por el Tulio.

—¿Ese era tu gato?

Asentí.—Si.

—Pero deja te hacerte tanto problema, ¿por qué no adoptai otro?—se encogió de hombros.—¿Es la misma hueá o no?

—A veces me sorprende lo insensible que podí llegar a ser, Sebastián.

—Ya, perdóname.—me abrazó e hizo un puchero.—Es que en serio te he extrañado caleta.—susurró.—¿Por qué no organizamos una salida o algo? así pasamos el día juntos.

¿Andai robando gatos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora