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No parecía que ese día fuera a ser diferente a cualquiera de los otros anteriores. Eso es lo peligroso de los días terribles, no parece que van a ser terribles. No hasta que lo son.

George empezó su turno en la mañana como siempre, revisando expedientes y haciendo rondas.

Y evitando a Alex.

Las cosas habían sido complicadas entre ellos después de que Izzie se fuera y dejara a Alex defintivamente, pero seguro que habían empeorado luego de que en una noche de borrachera, donde ambos estaban lidiando con la partida de Izzie y decidieron beber juntos, terminaron en la cama. Juntos juntos.

En defensa de George, jamás pretendió algo como eso. Él había ido a beber con Alex en su cuarto para consolarlo. El problema fue que bebieron demasiado y estaban deprimidos y luego una cosa llevó a la otra y...

Hubiera estado bien sino hubiera sucedido de nuevo muchas otras veces con mucho menos alcohol en sus sistemas para justificar sus acciones. E incluso entonces, era solo una vía de escapa. Una solución fácil para lidiar con sus frustraciones. No hablaban de eso pero hacían otras cosas bastante productivas con sus bocas. Lo mantuvieron en secreto y definitivamente no había sentimientos involucrados.

El verdadero problema empezó cuando, una mañana, el despertador había sonado y Alex se había inclinado para darle un beso a George que no tenía ningún otro propósito que una despedida afable, como si fueran domésticos. Y luego otro día George les había hecho el desayuno. Y una noche luego de un turno increíblemente agotador se habían arrojado a la cama justos y simplemente durmieron, el uno junto al otro, sin sexo de consolación, solo descansar juntos. Ambos estaban empezando a aprender el lenguaje del otro, como moverse a su alrededor. Estaban conociéndose, mucho, aunque no lo pretendieran. Hasta tenían un código cómplice de miradas que ni siquiera habían notado cuándo empezaron a desarrollar,

George se despertó una vez con los brazos de Alex envolviéndolo en la sala de guardia cerrada con pestillo, y pensó Tal vez. Porque resultó que le gustaba la compañía de Alex (y tal vez, después de todo, Alex).

Y luego al día siguiente Alex se acostó con Lexie Grey en esa misma sala de guardias y George los encontró por accidente.

Ese fue el fin de algo que, para ser honestos, ni siquiera había empezado realmente.

La verdad es que se evitan desde entonces. George no quiere admitir que en realidad le había dolido un poco encontrarlo con alguien más, sobretodo porque es ridículo. Ellos nunca fueron nada para empezar, y no tendría que haberle importado. Él sabía que no significaba nada para Alex.

Pero también es cierto que había empezado a gustarle Alex, de verdad. Y le importó.

—¿Alguna buena cirugía para hoy? —hablando del diablo, Alex se apoya en el mostrador donde están revisando los expedientes y se dirige a él.

Please don't leave me | Galex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora