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Ese horrible sentimiento estaba regresando por completo. La última vez que lo sentí fue cuando llevé a Chris con mi madre. Ahora, por otro lado lo estaba llevando a casa de mi padre.
Decir que sentía estrés era poco. Sentía que en mi estómago algo andaba mal, pero sabía que no era por alguna enfermedad; las palmas de mis manos sudaban y yo no podía evitar morderme las uñas. No quería tener que discutir con mi padre también, mi madre había sido muy difícil y desde aquella noche que le dejé claro que no terminaría con Chris sus llamadas disminuyeron a solo una por semana y se aseguraba de hacerlo mientras seguía en horario escolar. Lo más probable para no escuchar a Chris de fondo.
—Todo va a estar bien. Déjate las manos. Te vas a lastimar—dijo estirando su mano para quitar la mía de mi boca y entrelazarlas—. Si logramos superar a tu madre, tu padre será igual. Pondré más de mi parte y... bueno, siempre dijiste que tu padre era mucho más sencillo que tu madre. Estaremos en terreno seguro.
Era cierto. A pesar de que adoraba a mi madre aún más que mi padre, este último era mucho más sencillo y accesible. Era tranquilo, un poco juguetón, y simple. A mi padre cualquier cosa lo podría hacer reír o pasar un buen tiempo.
Había sido él quien me había inculcado el arte, siendo él un artista también; él fue quien me habló de las formas y los colores cuando era niña y logró cautivarme con sus filosóficas explicaciones al respecto.
Aún sabiendo esto, estaba demasiado nerviosa de lo que pudiese ocurrir aquel día.
Chris me había recogido en la escuela. Había llegado en su Audi A8 L haciendo poco discreta su aparición en el campus.
Estaba fuera, recargado en el auto, sus manos en los bolsillos, un par de lentes oscuros y una maravillosa sonrisa. Lucía impecable y al acercarme pude percatarme que hacía poco se había afeitado, el aroma de su loción para afeitar olía fresca y en la mezcla con su colonia estaba más que perfecto.
Los murmullos de mis compañeros cuando caminó hacia mi y me abrazó fueron en aumento. Los escuché comentando tantas cosas así como también los escuché tomando fotografías. Del auto y de nosotros.
Suspirando sacudí la cabeza y regresé al presente de aquel momento y miré a Chris. Si en aquel recuerdo se veía bien, ahora de cerca mucho más. Fue entonces cuando me percaté de lo que llevaba puesto. Un suéter blanco tejido con una gabardina marrón encima, el día era bastante frío y sabía que en realidad él también percibía así el clima cuando noté algo más.
—¡Estás usando mi bufanda!—sonreí. Hacía algunos días había venido Carly a visitarnos y la había traído de vuelta.
—Espero no te moleste. Tenía algo de frío y no me había percatado hasta hoy que no tenía una bufanda.
—No te preocupes. Te luce muy bien—dije lleve su mano a mis labios besando sus nudillos—. Hoy luces muy guapo.
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