¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Salí del departamento tras discutir con mis dos amigas sobre lo que había pasado. Chris estaba regresando maldiciendo, solo él sabía porqué. Por lo poco que logré escuchar antes de que colgara era referente a mi, había escuchado que había dicho mi nombre antes de colgar.
Pasando su mano por mi cintura me hizo avanzar al auto pero no dijo nada. Ambos subimos manteniendo el silencio. Comenzó a conducir a la dirección que durante la tarde le había mensajeado. Aguardé en silencio a que se disculpara y que quizá se le escapara otro "te amo" como el de la tarde pasada cuando veniamos cantando en estos mismos asientos. Esperaba que se disculpara y dijera que estaba estresado de que mi madre no lo aceptara y que sentía miedo por el amor que me tenía, pero nunca lo dijo. Nunca dijo lo que tenía.
—Noté que estas teniendo tensión con tus amigas. Especialmente con Claire.
—Discutimos en la mañana—dije encogiendome de hombros.
—Vivir en la misma casa debe ser difícil.
—Solo al inicio. Ambas somos bastante orgullosas y tardamos en pedir disculpas, pero ya pasará. Es algo relativamente común entre nosotras—me enderecé al ver la casa de mi madre alzarse frente a nosotros—. Es aquí.
El recorrido había sido corto ya que mi madre en realidad vivía bastante cerca de la universidad donde estudiaba. Yo pude haber optado por continuar en su casa en lugar de pagar renta junto con mis amigas, pero ambas creíamos que la independencia era importante.
Bajamos del auto y Chris me siguió al porche. Segundos después toqué el timbre esperando a que mi madre me abriera. Desde el exterior ya podíamos oler el exquisito aroma de la pizza que mi madre había preparado.
La puerta se abrió mostrando a mi madre quien limpiaba sus manos con un trapo de la cocina. Como era de esperarse, vestía impecablemente a pesar de estar cocinando todo el día. Era uno de los mayores dones de mi madre. Su organización es algo que siempre había aspirado a heredar y que en realidad consideraba que si tenía.
Los ojos de mi madre lo miraron primero y después me miraron a mi. Su entrecejo se movió, pero no terminó de fruncirse, fue un leve gesto que probablemente Chris no logró ver, pero yo sí. Sentí que el corazón se hundía en mi pecho.
—Hija, llegaste—se acercó a abrazarme—. Debiste traer tu bufanda, el clima está comenzando a enfriar.
—La olvidé en el sofá—me excusé—. ¿Podemos pasar? Nos vamos a congelar.
—Seguro—, mi madre se hizo a un lado y nos dejó pasar—. ¿No vas a presentarme a tu amigo?
—Esperaba hablar durante la comida—dije y mi madre asintió.
—Tomen asiento, ahora vengo con la comida—dijo y nos dirigimos a la mesa. Chris abrió la silla para que yo tomara asiento y esperó de pie para también abrirsela a mi madre.