Época invernal

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Te esperé por horas, en secreto,
frente a esa casa de rejas rojizas,
dije que me iría, pero te mentía,
no quería, no podía, no lo haría.

No después de al fin conocerte,
no después de declararte amor,
no después del dibujo y la carta,
no después de darte mi corazón.

Eras dueño de mi puño, la letra,
solo debía ser paciente, esperar,
sabía que si me iba no dormiría,
haría visible lo que por ti sentía.

Calle Mitimbon como compañía,
atardecía, anochecía, no te veía,
al gran sol, la luna y las estrellas,
rogué que no estuvieras con ella.

Apareciste tras esas rejas rojizas,
luciendo amargura en tu sonrisa,
sabía que era por no ser honesto,
pero estabas con ella, no miento.

Temía de lo que pronto me dirías,
pero no importaba, no la vi a ella,
agradecí a la luna y a las estrellas.
agradecí al sol; te veía, agradecía.

Charlamos y luego dije «te amo»,
entonces reprochaste ese halago,
por su gran y enorme significado,
pero ya lo sabía, era lo que sentía.

No importaba el frío ni el invierno,
entre rejas sellaríamos algo eterno,
tus labios en pico junto a los míos,
sabía que allí me dejarías un vacío.

Mon beau catireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora