Acto II: Renacimiento
Porque después de expresar algo, hay que ponerlo en acciones, o no tendrá valor.
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Capítulo I: Aceptación
Y en este tipo de jornada, comprenderse a uno mismo es esencial.
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En un abrir y cerrar de ojos, se hallaron en el comedor, donde días atrás había hablado con su madre sobre su situación.
Estaba a oscuras y nadie se encontraba allí todavía. Esta sería la primera vez en muchos años en que los Proudmoore usarían esta sala. Jaina lanzó una milimétricamente medida llamarada hacia cada una de las varias velas de los candelabros para ocuparse de eso, y gesticuló hacia la larga mesa en el centro, indicándole al orco que se sentase.
- ¿Dónde debería... ? - Thrall señaló algunas de las sillas.
La hechicera, todavía intentando desentenderse de la conversación anterior, fue hasta la que estaba inmediatamente a la derecha de la cabecera, donde seguramente se sentaría su madre y palpó dos veces la siguiente.
- Aquí. - dijo. - A mi lado. -
- Quizás deba... - tomó la tercera desde la punta. - Apartar esta un poco. - hizo demasiada fuerza para apartarla y la silla crujió, pero no sufrió daños visibles.
Las noches anteriores habían almorzado y cenado en la habitación de ella, con la ocasional compañía de su madre, gracias a Jaina abusando de su magia y comprando comida de las tabernas sin hacer más que abrir portales, lo cual sugería que Thrall rara vez había hecho contacto con una silla que no soportara su peso más allá de los taburetes de la habitación, los cuales ella había hechizado.
Adelantándose a otro potencial descuido sin intención, reforzó con sellos arcanos la silla a su lado.
- Todo listo. - lanzó una sonrisa de autosuficiencia en la dirección del orco y entonces se abrió un portal del otro lado de la mesa.
Por él, pasó Derek Proudmoore, con la cabeza algo gacha y su sombrero de marinero puesto. Con extrema delicadeza, se lo quitó y miró atrás por el portal.
Siguiendo su mirada, Thrall y Jaina vislumbraron a Calia Menethil incitándolo a ver al frente con las manos antes de que el portal se cerrase.
En cuanto el Forsaken vio hacia delante, se encontró con los otros dos observándolo en silencio.
- Jaina. - saludó, con una sonrisa tímida. - Uh... Creo que Baine dijo que tu nombre era... ¿Go'el? -
El orco asintió con la cabeza, y la humana levantó la mano.
- Hola, Derek. - tragó saliva. - Han sido unos meses. -
- Yo todavía diría que para ti fueron años. - ofreció. - Aún me cuesta creer que esta eres tú. La última vez que te vi en vida apenas me llegabas a la cintura. O menos. - soltó una risa forzada. - He tenido tiempo de acostumbrarme a la idea de que te llevas bien con... - miró a Thrall, no con rechazo, ira u odio, sino simple confusión. - La Horda. -
- ¡Derek! - los interrumpió otra voz de hombre. Tandred entró por la puerta, seguido de su madre, que la cerró. - Viejo, ¿cómo es...? Lo siento, no debía preguntar eso. - sin asco ni rechazo agarró a su hermano por los hombros. - Estás pálido como el interior de un árbol verde, pero reconozco a un Proudmoore cuando lo veo. -
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Una travesía personal del purgatorio, o Jaina dejando el pasado atrás
RomansaTras fracasar catastróficamente en Sanctum of Domination, Jaina se encuentra sobrepasada con la situación. Deteniéndose a tomar un respiro, se da cuenta de que las acciones que tomó hasta la fecha desde que el Iris cayó sobre Theramore no le sientan...