La voz emergente

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Pase a la preparatoria y como siempre empecé el semestre solo, nadie me hablaba, todos decían que era emo, que me cortaba y no se que otras idioteces mas, eso me alegro en un gran sentido, tanto me lo dijeron, tanto escuche que me lo creí y lo puse en practica en mi vida.

Empecé a ver mal a las personas pero no importaba porque uno que otro se me acercaba para platicar conmigo, pero sobresalía uno entre todos, su nombre era Leo, no se ni como paso eso pero el era el único que me podía hablar y seguirme hablando aun después de correrlo.

Con el paso del tiempo y su obstinación en hablarme comenzamos a hablar de que nos gustaban a los dos las series de zombis, tan fluida fue la platica que todo el día estuvimos hablando de eso y cuando menos me estaba dando cuenta mas me encariña a con el y podía sentir de nuevo lo que era el ser querido, aunque no fuera un padre.

Pasaron las semanas y me fui tranquilizando mas en mi forma de ser, tan metido en mi pensamiento estaba que no me di el tiempo de conocer a mis compañeros, les empecé a hablar, los empecé a conocer, y me volví mucho mas sociable con todos, aun mas que la secundaria o la primaria, por mucho era diferente el ambiente que pase hay.

Empecé a socializar mas con mis demás compañeros, un día en una clase que no tuvimos maestro, Leo y yo estábamos realizando un apocalipsis zombi dentro de la escuela, íbamos en una parte que le sacamos provecho para reinos un rato, en esa ocasión mire hacia atrás de Leo y mi mirada se cruzo con una angelical imagen, un retrato que pocos artistas podrían hacer, una escultura mejor que cualquier otra, así es una mujer.

Le pregunte a Leo:

-Oye ¿Quien es esa chica que esta atrás en el mero rincón del salón?- aun mirándola, recorriéndola de pies a cabeza y de regreso.

-Se llama Karen, creo, la verdad no escuche claro su nombre-

-Ooh ya, ¿Y que le gusta de mùsica?

- Creo que lo mismo que tu, metal sinfònico.

Pensé que ya no podía volver a amar nunca en la vida, pero verla a ella me cambio ese ideal que tenia, mientras mas crecía, mas me olvidaba de Mariana, Lucia y Carolina, hasta el punto donde las deje en el olvido.

Por mi timidez pasada no me quería ni acercar, pero sabia que si no hacia nada la perdería para siempre, me decidí a hablarle y lo hice pero me extendí, tanto que un día que le quise confesar lo que sentía por ella, todo fue por un misero papel, no me atrevía a decírselo de frente, me respondiò con otro papel:

-Gracias por confesarme tus sentimientos, porque no soy una persona muy hermosa, pero lo agradezco de todo corazòn, creo que fue valiente lo que hiciste, pero hay algo un tanto importante que debo decirte, tengo novio, y terminando la prepa me casare con el-

Con esas palabras me rompiò el corazòn, tanto que lo escuche claramente como se detuvo por un segundo, ya no quería saber de nadie, lo que hicieran, pensaran, nada, ya me importaba poco todo. ¿Que tanto debe sufrir uno por ser feliz, cuanto debe soportar, o que miserable deben ser las personas ser para hacer feliz a alguien? no lo se, pero lo voy a averiguar, hasta las ultimas consecuencias de mis actos.

Empece a tener problemas en las materias, no me importaba estudiar, crecer o incluso, vivir. Me empece a cortar las venas, solo para quitarme todo el dolor que sentía, solo para borrar el sufrimiento que tenia dentro, solo para escapar de mis problemas. Al mismo tiempo, algunas de mis compañeras del salòn empezaron a hablarme mas, a convivir mas conmigo, y tanto yo las conocia como ellas me conocian, empezaron a ayudarme con mi problema de cortarme los brazos, poco a poco lo dejaba, hasta el punto que ya no lo volvi a hacer.

La voz del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora