Capítulo 1

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Justin Bieber - Unestable

-'ღ'- ALENA-'ღ'-


-DEJAR ATRÁS-


Seis meses después.

—Mamá, no me iré, entiendo lo que ocurre, pero no puedo. Mi novia está aquí, la universidad.

—Los materiales son caros, los libros... —le recordó ella a Caen, quien lucía mortalmente serio.

Casi no estaba en casa. Cursaba el segundo año de la carrera en medicina. Le iba bien, tenía amigos, una novia como acababa de decir, pero nada de eso valía si debíamos mucho, si mamá no tenía empleo, si el dinero se terminaba, ese que se cobró del seguro de papá.

—Trabajaré.

—No es tan sencillo, lo sabes, apenas tienes tiempo de nada.

Nos encontrábamos en la cocina, los tres sentados, ellos hablaban, yo... comía.

Esos meses, después de la partida de papá, fueron irreales. Regresé al colegio, aunque apenas si logré pasar al último año de preparatoria. De no ser por mis amigas, habría estado sepultada en la despensa redonda como un barril, y no con algunos kilos de más.

Nunca he sido delgada, en realidad «normal», me calificaría medicamente y siempre me lo decía papá que odiaba me metiera en rollos alimentarios, lo cierto es que en este mundo se me percibiría más bien rellenita, voluptuosa. Ahora mismo sí que lo estoy y me importa nada. Todo a mi alrededor perdió importancia, color incluso. ¿Qué más da?

—Lo sé, pero no me mudaré a Guadalajara. La UNAM es la UNAM, no puedo irme.

—¿Entonces qué pretendes hacer?

—Hablaré con la abuela, buscaré un trabajo, ya te dije.

—Es muchísimo lo que estudias y mi mamá no tiene por qué cargar contigo. Son mi obligación. Allá puedes entrar a una buena, también, continuar. Sabes que con lo que recupere de la hipoteca, más el empleo que me ofrecen, podríamos lograrlo.

—Escucha, yo me hago cargo de mis gastos y tú me ayudas con los libros y materiales. No quiero ser una carga, ma, pero tampoco me iré de aquí. Lo lamento.

—Caen, apóyame... Sabes que no está siendo nada fácil tampoco para mí —le suplicó con los ojos llorosos, mientras yo le quitaba el relleno a la Oreo que decididamente iría a parar a mi boca.

—Ahora mismo no puedo —musitó mi hermano temblándole el gesto, la barbilla. Alejé la galleta de mis labios.

Durante esos meses mi mamá solo había llorado, adelgazado y pasado horas mirando las fotos de papá, mientras yo comía y lloraba también, pero Caen, Caen no hablaba, no lloraba, no nada. Era la primera vez que lo veía mostrar «algo».

Él se parece tanto a papá...

Mamá nos contaba que ni en el velorio de su padre lloró, era de esas personas que se alejaban cuando algo le dolía, salía a correr, como siempre hizo y con el paso de los días se le veía sereno, aunque más pensativo, ese era papá. Y ahora Caen no quería mudarse con nosotras, no es que tuviera una relación maravillosa con él, pero es mi hermano, me quiere, lo quiero y la verdad es que nos peleábamos poco. Era un chico maduro, que tenía muy claro lo que quería e iba por ello sin duda, deseaba ser médico.

Lo que me une a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora