Capítulo 6

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Justin Bieber - 2Much


-FINGIR-


—Qué hay, Dan —escuché que le dijo, sereno, pero frío. Volteé y éste solo se encogió de hombros, luego chocaron la mano con pereza.

—Nada, aquí conociendo a Alena. Van juntos —señaló él, a ambos.

Andreas me miró tan solo un segundo, el mismo en el que pude experimentar su molestia.

—¿Ya estás mejor después de ayer? —Cambió de tema el «idiota», de repente. Daniel entornó los ojos.

Aproveché el momento y me alejé. Fue... incómodo y ni siquiera supe por qué. Más chicos, amigos de ambos al parecer, se arremolinaron en la puerta, hablando de no sé qué.

—Compiten en triatlón —murmuró Mila, abriendo su cuaderno. La miré alzando las cejas.

Vaya. Eso era... muchos deportes en uno.

Evoqué enseguida las veces que me hacía ver las competiciones en casa de su abuela. Yo me aburría, o un poco la verdad, porque Andreas se emocionaba como un loco y eso me divertía. Siempre me dijo que quería hacer algo así y... ahí estaba, haciendo justo eso. No supe qué sentir al respecto.

—Daniel perdió el año pasado contra Andreas, pero compiten cada tanto. Entrenan juntos.

—Parece que... se llevan mal —me atreví a decir, sin animarme a voltear, buscando dejar a un lado esa marea de recuerdos que no dejaban de aparecer.

Se encogió de hombros, suspirando, con la mano en la barbilla.

—No en realidad. Lo que sí es que Dan es un cabronazo, ve con cuidado. Digo, es super buena onda, así como lo viste.

—¿Con cuidado? —inquirí desconcertada.

Me sonrió.

—Sí, ya te echó el ojo. —Me reí discretamente, negando.

—Nada que ver.

—¿Por qué no? Eres muy bonita —dijo y la miré arrugando la frente, dudándolo de verdad. Bonita ella, sin duda.

—Solo me hizo plática. Quizá le dio por presentarse con la nueva —apunté. Ella rodó los ojos sonriendo.

—Quizá.

Volteé a la puerta, ya entraba el profesor. Andreas pasó a mi lado, junto con los demás, pero solo él, con su mano, tiró mi cuaderno, luego rio. Imbécil. Me agaché y lo tomé, irritada.

—Dios —dijo Mila, frotándose la frente.

—¿Qué? —musité abriéndolo de nuevo.

—Nada, solo que... cuando quiere puede ser una patada en el culo.

—Parece que es sin quererlo, solo porque así nació —la corregí.

Soltó la risa. El maestro la calló con la mirada. Las dos sonreímos.

—Es buena persona —susurró muy bajito. Entorné los ojos tras mis gafas.

—Si tú lo dices —gruñí en el mismo tono.

—No, de verdad.

—No me interesa si lo es, de todas maneras.


Lo que me une a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora