Capítulo 4: Mirar dentro

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Summer

-Vaya...-comentó sorprendido al mirar a sus pies.
-Yo...estaba dibujando el árbol...y entonces tus alas.

Mi voz salía entrecortada y no sabía ni lo que decía ni si tenía algún sentido. Estaba más pendiente de observar como el chico se agachaba con elegancia y cogía el dibujo en sus manos para mirarlo mejor. Una media sonrisa tiró de sus labios antes de volver a mirarme. Otra vez el retortijón en mi estómago. Dejé el caballete en su sitio y me centré en respirar despacio.

-Se te da muy bien.-dijo para después señalar su teléfono.-¿Podría...?

¿Acaso me estaba pidiendo permiso para hacer una foto a mi dibujo?

-El chico que me tatuó las alas se alegrará de ver esto.

-Si, claro. -le di permiso con una sonrisa y le vi hacer la foto sin quitar su media sonrisa.

Volvió a mirarme entonces y comenzó a caminar hasta mi, me ofreció el dibujo. Al cogerlo de sus dedos no pensé que una gran descarga me recorrería por dentro pero lo extraño vino cuando el también se quedó inmóvil mirando nuestras manos como si también lo hubiese notado. Carraspeó nervioso y se apartó para coger mi caballete. Le ví volver a poner las patas en su sitio para que volviese a mantenerse firme.

-Tranquila, no eres a la única a la que le ocurre. Yo el año pasado casi me lo cargo, se atasca mucho y no es de los nuevos, pero se le acaba cogiendo cariño.

Aquello confirmaba que acababa de robarle el caballete que el usaba. El color de mis mejillas aumentó, el se debió percatar porque soltó una risa al mirarme.

-No pasa nada, puedes usarlo. Mira, se ajusta tirando hacia fuera de aquí.-me enseñó el mecanismo correctamente y rodé los ojos al darme cuenta de lo fácil que realmente era y lo difícil que lo estaba haciendo por cabezota y no pararme a pensar. -Si intentas girarlo, lo más probable es que el tornillo se salga y la pieza se te caiga en algún momento en la cabeza.

-Con razón no se movía...-suspiré y le dediqué una corta sonrisa.-Gracias...

-Dominic.-continuó el estirando su mano hacia mi. La acepté con gusto dándole un apretón amistoso y de nuevo...aquella corriente. Sus ojos recorrieron nuestras manos antes de volver a mis ojos.-Un placer...volver a verte, Summer.

-¿Cómo?-me quedé sorprendida de que supiese mi nombre pero después me vino a la mente una cabellera blanca.-Ah, Snow supongo.

-Claro.-musitó en bajo.

Comenzaron a llegar más alumnos al aula y con ellos una profesora que rondaría sus sesenta años con una bata que ya era de todos los colores salvo blanca. Pronto, todos nosotros ya teníamos delante un caballete dispuesto para usar y todo nuestro arsenal artístico desplegado en nuestras mesas de trabajo. La profesora nos miró con una enorme y dulce sonrisa, aquella mujer de baja estatura, enormes gafas y pelo rizado me recordó a los elfos de los cuentos que mis padres me leían cuando era más pequeña.

-Me alegráis el corazón con tanta predisposición desde el primer día. Tenía previsto daros la típica charla de bienvenida, pero visto lo visto, creo que me la voy a saltar por algo más práctico y divertido.

Cogió unas cartulinas blancas y comenzó a repartirlas por la clase mientras nos miraba con emoción.

-Vamos a trabajar estas pocas horas que nos quedan en un simple ejercicio de presentación que nos servirá para conocernos un poco entre nosotros y comenzar a calentar esas muñecas de artistas. Trabajaremos en parejas tal y como estáis, con el compañero de vuestro lado.

El silencioso caos del Arte [Historia Ilustrada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora