-¡Princesa!-gritan todos sirvientes de Danna al verla entrar en el Palacio del Cerezo en brazos del Capitán Jung .
A los minutos de la llegada de los médicos y que recibiera su atención, las damas de la corte anuncian la llegada de los Emperadores y del Príncipe Ren.
-¡Dan!- grita el Emperador arrodillándose al lado de la cama de la princesa y sujetándole la mano con la Emperatriz detrás llorando al ver a su hija inconsciente.
Al lado de la cama, apretando sus manos y con la cabeza agachada, se encontraba Kei de pie. El Emperador, al verlo, se gira hacia él y le coloca las manos en los hombros con una mirada preocupada en su rostro. En ese instante, el Emperador dirige su mirada al brazo derecho de Kei para encontrarse con una herida similar a una quemadura ya manga totalmente desgarrada. Le agarra el brazo y avisa al médico Imperial para que se lo revise bien.
-Shin Kei, ¿estás bien? ¿Qué ocurrió? Necesito que me cuentes quien le hizo esto a mi hija.
-No sé quien fue...-suelta con un hilo de voz.
-Bueno, igualmente, necesito que me cuentes que ocurrió. Cuéntanoslo mientras el médico te mira el brazo.-le indica señalando la mesa que tenían delante y Kei asiente siguiendo la orden del Emperador.
-Nosotros simplemente estábamos montando a caballo por los bosques de Palacio para que la Princesa se acostumbrara a su caballo. Y entonces decidimos parar a descansar al lado de un lago...-empieza a contar.
"- Paremos aquí, Princesa. Los caballos necesitan descansar de vez en cuando. - sugiere Kei al llegar a la orilla de un hermoso y pequeño lago.
-Está bien. Pero no debemos estar mucho, pronto anochecerá y no me gusta estar en este bosque tan tarde. No me da buena espina.
-Tranquila, sólo es un rato. Antes de que sea de noche volvemos.
-Está bien.- accede Danna bajando del caballo y entregándole las riendas a Kei.- Por cierto Kei, ¿ cómo te pedí que me llamaras?
-Lo siento, no me acostumbro. Danna.
-Recuerda que no hace falta que me trates tan formal cuando estemos solos. No me gusta.
-Está bien.
Kei ata los caballos a un pequeño árbol que había a su lado y se sienta en el suelo observando como Danna miraba y olía las flores de alrededor. Como había mucho silencio y se estaba muy tranquilo, Kei decide estirarse en la hierba observando el cielo que iba oscureciéndose poco a poco. Pero de repente, el sonido de Kuro alerta a Kei , quien se levanta de golpe para intentar relajar al caballo, hasta que entiende la reacción de este. Se gira hacia el lago y empieza a buscar a Danna. Se encontraba en la orilla del lago agachada y mirando el agua atentamente como si algo llamara su atención. Sin saber el porqué, Kei siente que Danna está en peligro y corre hacia ella mientras Danna empieza a alargar el brazo como si quisiera coger algo del agua. Es entonces, cuando se ve un pequeño destello rojo en el centro del lago y unos brazos negros surgen del agua cogiendo a Danna.
-¡DANNA!-grita al verla desaparecer en el lago.
Sin pensarlo dos veces, se tira al lago y empieza a bucear. Como era oscuro, no conseguía ver bien el interior del lago, pero una luz blanca le aparece ante sus ojos y le guía por esa agua oscura. Cuando consigue ver a Danna, unas imágenes le aparecen en su mente. Veía a una especie de monstruo atacar a Danna y llevarse su alma completa para matarla. Empieza a nadar más rápido y consigue llegar hasta ella antes de que ocurriera lo que él acababa de ver. Esa especie de monstruo tenía los ojos completamente rojos, era negro y parecía estar hecho de lava. Sin darse cuenta de la presencia de Kei, acerca la mano al pecho de Danna, quien estaba completamente inconsciente, para extraerle el alma. Kei tira de ella hacia atrás alejándola del monstruo y le agarra el brazo. El monstruo se queja del dolor que le estaba provocando la mano de Kei, que apretaba con toda la fuerza que tenía.
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La Voz Celestial y el Guardián de la Luz
RomanceDanna, una princesa destinada a gobernar , y Kei , un asesino y guerrero destinado a protegerla. Sus destinos fueron forjados des del momento de su nacimiento y les fueron otorgadas bendiciones de los dioses. Pero, la envidia de un joven príncipe co...