Capítulo 5-Atracción

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Este capítulo va dedicado a AnaOlallaVega  espero que te agrade mi inspiración cariño.
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-Silencio -susurré, ahí sentado en medio de mi nuevo hogar. Todo el eco de mis palabras resonando en la habitación.
No lograba dormir, a pesar de la comodidad del espacio, la mente no paraba de rondar sobre todo tipo de situaciones. Esto lo había convertido en una forma de vivir, desde mucho antes de siquiera haber sido capturado.
Estar alerta incluso cuando todos piensan que no lo estás.

Me levanté de la cama y preferí sentarme en el sofá de la sala; en todo momento sintiendo el frío del suelo bajo mis pies. No se escuchaba más que el ruido lejano de alguno que otro automóvil pasar por la plazoleta de la residencia. Decidí que eso no quitaría mi angustia interior, debía poner mi atención en algo más, así que busqué entre los archivos bien distribuidos de la mesa cercana al sofá y detallé mil y un cosas necesarias para ser más como Cooper y menos como un Duncan. Luego pasé a la computadora e hice memoria fotográfica de las personas que mañana encontraría en la galería, cuando en eso apareció una pestaña en el monitor.

Tenía un mensaje en mi correo.

El único mensaje en realidad.

De: Global Art.
Para: Charles Cooper.
Asunto: Entrevista

Un cordial saludo Sr. Cooper. Por este medio me comunico directamente con un importante mensaje. Mañana a primera hora le espero en las nuevas instalaciones de la empresa para iniciar su labor como nuestro asesor financiero. Mi personal estará esperándolo en recepción para entregarle su pase. Que tenga buena noche.

Atte. Elizabeth Vaughan, Coordinadora creativa.”

–Tú –susurré, minutos después de culminar el estructurado y correcto correo.

Por un instante me olvidé de que no podía dormir y me la imaginé a ella, con sus ojos grises fijos en la pantalla de su computadora, sentada en su oficina, tomándose el momento de enviarme personalmente este mensaje. Sin darme cuenta tenía una sonrisa estampada en mis labios, como todo un imbécil de primera categoría. Sacudí la cabeza en busca de organizar mis ideas pero la variante ahora eran sus ojos, que se colaban en mi mente como riéndose de mi.

Leí el correo al menos unas tres veces más, intentando imaginar cómo sus dedos se movían inusualmente sobre el teclado, escribiéndole a un perfecto desconocido. De la nada me encontré preguntandome a mi mismo que cosas sabía ésta hermosa señorita desconocida sobre mi persona. Sin embargo toda la ilusión me la quité de un tris tras; ella no sabía nada sobre mi, sabía cosas escenciales de un tal Cooper; un aburrido más del montón que para mí no tenía gracia ni gusto en el alma a diferencia del joven. Que fui una vez…

Su mensaje me hacía sentir un no se qué en toda la boca del estómago. Lo que fue genial, porque pude descansar esa noche.

Me recosté sobre el mueble de la sala, y repetí el mensaje en mi cabeza, hasta caer rendido por completo.

Que tenga buena noche…”

Definitivamente no podía esperar a mañana para conocerla en persona.

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Más tarde, en la mañana

Estaba listo, uniformado, muy presentable y frente al lugar de encuentro. En mi mano derecha un maletín marrón muy antiguo, en mi corazón…

Intriga y mucha ansiedad.

Había recorrido las pocas cuadras desde la plazoleta hasta la avenida principal de la galería y sin darme cuenta estuve ahí media hora antes.
Nótese la desesperación.

Esto se me estaba haciendo mucho más complicado de lo que pensaba. No debía implicarme de esa forma en la que mi mente quería sobre la señorita en cuestión, eso debía dejarlo claro antes de ingresar y dar el primer acto.
Sobre mi se alzaba un edificio poco elocuente y lleno de arte por doquier. El cartel sin terminar de Global Art, sobresalía en toda la entrada del estacionamiento, en color rojo.

Tragué saliva, pensando la mejor manera de hacer esto. Decidí que le tenía que dar el último toque a mi personaje, sacando unas gafas de pasta negra y ajustándolas en el medio de mi nariz. Respiré tan profundo que varios que por ahí pasaban me vieron extrañados. Caminé paniqueado y apretando el maletín con fuerza hasta llegar a la entrada.

Me recibió un guarda de seguridad muy amablemente, señalando el centro de recepción, dónde se hallaba una mujer de mediana edad ajetreada con varios papeles encima y el celular sostenido entre hombro y oreja. Dudé mucho en acercarme a ella y preguntarle sobre mi lugar de reunión pero era esto o pasar por el ridículo sin saber si dónde estaba dirigiendome.

—Buenos días. Mi nombre es…-comencé en un tono de voz sencillo pero la señora me interrumpió de inmediato.

—Sr Cooper, llega mucho antes de su hora pautada de reunión -finalizó mi apellido, mirándome de arriba hacia abajo como en una clase de anatomía.
Su forma de coquetear sin decir absolutamente nada, me causó un poco de gracia al inicio, quitando todos los nervios de hace unos segundos atrás.
Era una mujer hermosa a pesar de estar atiborrada de papeles y quehaceres. Su solapero rezaba el nombre en letras mayúsculas: ANA OLALLA.

—Disculpe, ¿sabe mi nombre?—pregunté, un poco asombrado  pero igual de divertido porque ella no paraba de hablar por celular y al mismo tiempo mirarme con su a atención.

-Te llamo en otro momento cariño; llegó un “más bueno que comer pollo con las manos” -susurró a alguien por la línea telefónica, asumiendo que no podía escuchar nada de lo que decía sobre mi.

Ana dejó su celular a un costado de los millones de papeles y centró toda su atención en mi.

—Querido, soy mamá Noel en persona. Tengo absoluto conocimiento de todos los que ingresan y todos los que salen por esa puerta y por la de atrás. Tú nombre es Charles Cooper, nuestro nuevo asesor en contaduría, tienes 26 años, estudiaste en una universidad pública de Texas y tu signo sodiacal es Aries, puro fuego papacito. -expuso con total confianza, sus saberes sobre el aburrido de Cooper. Acertando inclusive en el horóscopo.

Le devolví la mirada ahora sí cagado de risa por sus especulaciones. Era maja en todos los sentidos y eso me gustaba porque a pesar de estar llena de mucho trabajo, estaba dispuesta a darte la atención y recepción que merecías y entendí porque pertenecía a Global Art sin siquiera decirme nada.

-Esto si que es atención de primera, Ana. -la elogié y sus mejillas se pusieron visiblemente rojas a más no poder. Consideré seguir poniéndola nerviosa pero eso conllevaría muchas más confianza de la que no tenía, así que lo dejé estar y le pedí mi pase.

—La señorita Vaughan está en el área de pantallas, con su equipo de edición. Segundo pasillo, ala este de la galería -dijo, volviendo a teclear, llamar y revisar papeles cada cuánto.

Asentí con la cabeza en dirección al dichoso pasillo. Me tomé unos minutos para admirar los miles de cuadros, pinturas, esculturas y obras que a mí paso iban cargando muchos obreros, cuando de repente la tuve a pocos metros de mi, siendo ella la obra maestra del lugar.

Dejé de ver bloques y cuadros para poner toda mi atención en ella.
¿Era necesario todo esto? No lo sabía.
¿Tenía que ser ella, de entre tanta gente? Menos lo sabía.

Quise regresar mis pasos y terminar de huir de una vez por todas pero su mirada me atrapó en el segundo y me paralizó en el instante. En fotos era sumamente preciosa pero ahí cerca me parecía aún más bella. Se desenvolvía con toda naturalidad y se mostraba abierta a opiniones de cualquiera sin perder el orden de ideas.
Hablaban de algo importante para la galería, así que escuché de que trataba.

—Quiero que piensen una manera en que las pantallas de este lado proyecten cada ciclo de arte tal cual en el orden en que habíamos quedado. Cada artista debe aparecer sí o sí, eso le dará una introducción a cada invitado a la galería. -pedía con un tono de voz bajo pero lo suficientemente claro, a pesar de estar rodeada de gente que iba moviendo cosas de allá para acá.

De la nada me hallé contando los minutos exactos en la que cada transmisión era emitida en las pantallas dispuestas a lo largo del pasillo y me di cuenta de que la exactitud hacía perder lo abstracto de cada artista; no había un segundo real de transición en la edición cosa que afectaba la suma de todos los videos, siendo solo uno de los quinces artistas el primero en ser visto pero no en quedarse fijo en las demás pantallas.

—La emisión no debe ser la misma en todas las pantallas al mismo tiempo- dije en voz alta, sin pensar que todas aquellas personas se fijarían en mi opinión.

Al darme cuenta de ese detalle, la primera persona en mirarme fue la suya. Sus ojos se entrecerraron, buscando de seguro algún indicio conocido sobre mi y lo que ahí estaba haciendo.

-Disculpa, ¿Tu nombre es?
Charlie Duncan. Pensé en decirle pero mordí mi lengua y evité darle mi verdadera identidad.

Algo me decía que Elizabeth no se tomaría muy bien saber quién era. Así que aclaré mi garganta y en aquel silencio que de repente se inició dije mi nombre falso en voz alta.

—Charlie Cooper, señorita -murmuré lleno de vergüenza.

Todos esperaron la reacción de su jefa directa, incluido yo, que no sabía si salir corriendo de ahí o quedarme plantado en el lugar.

Opté por la segunda forma de hacer las cosas más fáciles.

—Sr Cooper -me ofreció una sonrisa amable que devolvió todo el aire a mi cuerpo. -Lo estaba esperando con ansias. -continuó después de decir mi nombre falso tan sencillamente. –Ahora si tenemos a un profesional de los números entre nosotros señores; puede continuar sobre su idea con las pantallas. -me invitó a darle más cuerda al asunto.

Me atraganté con mi propia saliva y me di cuenta de que gracias a su sola presencia, me había enmudecido por completo. Ni un solo sonido salía de mi boca, manteniendo a todos a la expectativa.

¡Santas sean las sonrisas que dejan mudo!

—B-bu-bueno –tartamudeé, sin creerme lo nervioso que me ponía. -Crearon el espacio para ser más diversos pero la programación es finita. Tiene que haber más emisiones en diferentes segundos para que al momento de ingresar, el ángulo de atención sean dos variables: el artista y su obra. –Expliqué paso a paso, todos anotando lo que decía. – Esas mismas variable se repetirán infinitamente por separado y en conjunto con una cantidad de artistas en diferentes pantallas –finalicé, desconcertado con todo lo que había hablado.

—Ya escucharon chicos . Manejen ese algoritmo a ver si funciona tiene que estar listo antes del próximo lunes ordenó más sonriente aún.

Todos se fueron de inmediato y me dejaron ahí en ese enorme salón, a solas con su jefa. Sentí todo mi cuerpo sudar como cerdo. Ahora con más ansiedad y nervios.

Elizabeth era baja a pesar de llevar botas de tacón y tenía el cabello corto de un lado y largo del otro, en una especie de controversial peinado que combinaba a la perfección con sus jeans ajustados y su blusa de seda color vino. Un color sumamente exquisito a mis ojos; su tez era pálida con algunos lunares marcados en lugares que nadie se fijaría, a excepción de mi.
Era todo lo que estaba prohibido en mi mundo y odié esa parte.

—Es un lugar maravilloso el que ha construido -Murmuré, tratando de que no viera que prácticamente me la comía con los ojos.

—Usted es maravilloso, tal cual como me lo había descrito el Licenciado Hobs –dijo, mientras me invitaba a caminar fuera del salón de pantallas.

Escuchar el nombre del agente que me había implicado en esto me puso de nuevo en el juego. Recordé mi misión y lamenté que ella pensara así tan bien de mi.

—¿Conoce a Hobs?

—Si, es mi padrino. Lo conozco desde que era una bebé; me ha protegido en todo momento desde que decidí residir aquí en Austin. –explicó, dejándome anonadado con la información.

Desde ahí caminamos en silencio.
Recorrimos tres pisos, quince diferentes salones y conocí a cualquier cantidad de empleados que hacian la labor de embellecer el lugar con obras sublimes en todo momento. Elizabeth hablaba de Global Art con toda propiedad; resaltaba los datos más importantes del trabajo y se sabía cada artista que estaba participando en el asunto.

—De acuerdo, creo que he hablado demasiado por el día de hoy –expreso en dado momento, deteniendo su andar frente a una puerta de aspecto antiguo.

Quería decir solo cosas buenas, quería decirle la verdad pero de nuevo me contuve y mantuve mi personaje.

—Es muy agradable el lugar, pero sigo sin entender en qué parte encajan mis números –le dije serio, ajustando mis lentes.

Vi su extrañeza por mi forma desinteresada de tratarla, como si anteriormente mi forma de observarla había sido completamente distinta a mi forma de hablar.

—Entremos –me señaló la puerta antigua, ahora más seria de lo normal.
Ingresé a su oficina aparentemente y me deleité con lo abstracto de las paredes. En el exterior no se veía nada de esto pero en el interior podías apreciar una cantidad importante de fotos bien estructuradas en una retahíla de imágenes que te daban la bienvenida a millones de lugares. Había fotos de desconocidos y fotos de la familia de Elizabeth en diferentes países y paisajes. Su oficina era una expresión directa de su personalidad y eso me hizo sentirme nada al lado de tan tremenda mujer.

—¿Te gusta? -preguntó.

—Es…Guapo. Es decir, que…me gusta, si. -terminé, sin conseguir palabras para describir lo mucho que me satisfacía el lugar.

—Esto es Global Art en toda su expresión. Ahora platiquemos sobre los términos –me dijo, sentándome en una pequeña salita con muebles y mesa de color azul oscuro.  –Sr. Cooper, tengo entendido que hace poco se graduó de magister en contaduría.

—Eso es correcto.

—Muy bien. Quieres que te comenté porque solicito de tu trabajo pero antes debo preguntar. ¿Es honesto su trabajo?

¿Lo era?

No.

—Si.

—Según su currículum vitae, nunca ha tenido experiencia laboral en el ámbito de los números. Así que, dígame que me puede asegurar que está capacitado para esta labor.

Ella sabía dónde dar y preguntar. Cosa para la que no estaba preparado, pero debía responder naturalmente. Pensar como Cooper no servía en este momento, debía ser el astuto Duncan, hijo de un estafador de primera.

—Pues, yo soy su única recomendación directa por parte de su padrino. Creo que eso es suficiente para decretar que estoy hecho para ayudarla a salir adelante con este proyecto. Los números no dicen mentiras.

—Se reconocer cuando alguien es sincero. –pronunció, haciendo hormiguear mi cuerpo con su forma tan clínica de entrevistarme.

—Por su forma de hablar, puedo llegar a pensar que es un interrogatorio policial en vez de una entrevista laboral.

Justo cuando dije eso, la comisura de sus labios se alzó en una genuina sonrisa que me causó terror. Esta mujer con todo su encanto podía destruir mi fachada.

—Solo son preguntas de rigor. Lo podrá analizar en este contrato que le extendio con todas las clausulas. Está contratado por mi parte; solo falta su firma –dijo, haciendo lo propio al pasarme un folder con una cantidad considerable de papeles por leer.
—¿Puedo leerlo?

—Está en todo su derecho. Tiene hasta hoy en la noche para enviarme una respuesta por correo.

—¿Esto es todo?

—La entrevista inició en el momento en qué hablo6 frente a mi equipo creativo y finaliza con este contrato que espero traiga firmado.

Analicé si de verdad estaba siendo sincera y me di cuenta de que su sonrisa no desaparecía.

No era fácil para soltar prenda sobre el asunto, primero quería que firmara el contrato y eso me gustaba. No era trigo fácil. Estreché su mano para aceptar y ella no se quedó atrás para apretar la mía.

Desconcierto.
Esa era la palabra que me venía a la mente cuando empecé a sentir su toque suave entre mis dedos. No había electricidad, ni chispas. Había fuegos artificiales leves que ingresaban a mi corazón y se instalaban ahí hasta el final. Esa suavidad desapareció lentamente como pólvora; todo el aire que tenía retenido salió de repente al desconectar nuestras miradas.

Salimos de su oficina, y bajamos hasta el primer piso, dónde me entregó otro pase diferente al que me había entregado la recepcionista Ana en la entrada.

—Con esto puedes ingresar mañana. Tu horario inicia a las 7 AM y culmina a las 6 PM, ¿De acuerdo?

—Totalmente de acuerdo —dije un poco coqueto, tentando a la suerte para saber si lo que habíamos sentido en su oficina solo había sido parte de mi imaginación.

—Perfecto entonces.

—Totalmente perfecto –continué.

—Creo que hasta aquí estamos bien.

—Demasiado bien –comenté con doble sentido.

Sonaba como un completo idiota y su risa me lo hizo saber de inmediato. Se acercó hasta mi, quedando a pocos metros; sin importarle que sus empleados nos mirarán al pasar.

Para hacer un genio de los números, no eres muy bueno ocultando la exactitud de tu mirada en mí –anunció con un tono de voz demasiado seguro.

Aquella percepción que había estado evitando en todo el recorrido me tomó igual de desprevenido que sus preguntas cruciales. Ninguno de los dos estábamos escondiendo la atracción a primera vista, como se solía hacer en estás situaciones.

Definitivamente, las reglas las estaba poniendo ella y eso solo significaba una cosa.

Estaba jodido.


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De acuerdo maferianos, se me hizo imposible publicar. Cuento con mi celular solo para escribir y adivinen que se me borró todo lo que tenía escrito jajajajaja pero bueno aquí continuamos. Listo, se han conocido Elizabeth y Charlie; está atracción como avanzará 😍 espero sus votitos y comentarios.






infiltrado en el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora