Capitulo 7- Mis dos yo (parte 2)

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La llamada seguía emergente en el celular, pero con el ataque de pánico que estaba empezando a tener simplemente no podía moverme más de lo necesario para atender siquiera. Sentía el pecho trancado y los oídos tapados como cuando subes a un avión y el aire se va por unos minutos.

Habían herido mi corazón muchas veces pero en cuanto a Alice se refería yo había sido un mendigo, uno que no anhelaba más vida que la de nosotros dos juntos para siempre.

Apagué el televisor y dejé que mi celular siguiera sonando. No estaba en órbita como para hacer mi papel de Cooper ahora. Caminé por todo el salón y luego me fuí a la cocina a beber un vaso de agua. Todavía el pecho estaba en desajuste, como si quisiera salirse y gritarme a la cara: eres un idiota de grandes dimensiones.

Decidí que tenía que acostarme y dormir. No lograría más nada en ese estado de ansiedad y de seguro esa noticia no se iría de mi mente en un buen rato. Así que seguí mi camino en dirección a la habitación y me acosté en posición fetal, buscando alejar todo lo que me perturbaba en ese preciso instante. Una vez que cerré mis ojos, las pesadillas se apoderaron de mi.

Me desperté al menos una cuatro veces porque el sueño tan desafortunado se repetía una y otra vez. Lo poco que se quedaba del sueño era como estar caminando por un pasillo largo de paredes blancas y unos pocos sillones también largos de madera; no lograba detallar a los individuos sentados pero si logré visualizar al final un altar completamente impoluto de belleza, pero vacío.

No había nadie en el puesto, solo yo. Abandonado y cayendo después en un hoyo  que me ahogaba cada vez más. Sentí que el corazón de nuevo se me salía y...

¡Puff!

Desperté de golpe la quinta vez de la pesadilla.

Mi respiración se sentía demasiado pesada así que elegí salir de ahí corriendo. Unos pantalones yoga, una camisa holgada,  zapatillas deportivas y listo. Estuve afuera del edificio en pocos minutos.

No vi en qué dirección tomé carrera, solo se que me fuí corriendo como alma que lleva el diablo, hasta sentir mi cara entumecida por el frío. No me detuve por varios minutos, quizás había pasado una hora y yo seguía corriendo pero eso funcionó. Mi mente estaba en blanco por completo, nada de nada pasaba por mi cabeza y eso me hizo concentrarme solo en las pisadas en trote de mi cuerpo.

Quería ahuyentar todo aquello que me devolvía al pasado pero como lograrlo después de tanto tiempo encerrado.

Corrí tratando de olvidar, corrí tratando de no romperme en pedazos y una vez que empecé a sentir agotamiento en las extremidades de mis piernas y manos me desplomé en el primer lugar que encontré.

No me importó sentir de repente arena húmeda debajo de mi manos y de mi ropa, solo me enfoqué en recuperar el aliento y recuperar de paso mi dignidad, que estaba pisoteada.

No sabía con exactitud que hora era y menos que tan lejos me desvié de la residencia pero no pude evitar respirar profundo varias veces hasta sentir que mi corazón no se iba a salir del pecho. Llené mis oídos de ese sonido único de las olas rompiendo en las orillas de la playa. Apoyé mis codos sobre la arena fría y observé con atención como el sol salía hasta ponerse en todo lo alto, avisando que un nuevo día empezaba.

Parpadeé un poco distraído de todos los elementos unidos y de la nada me vi en una especie de vuelta en el tiempo o más bien un espejismo del pasado.

Era una versión de mi pero más joven e ilusionado con una vida maravillosa.

El Charlie que me veía tirado como un trapeador sintió que estaba frente a un desconocido, una caricatura mal dibujada. Con eso en mente me di cuenta de que había desarrollado un autoestima muy bajo en todo este tiempo. Sacudí mi cabeza y me recosté muy lentamente, abriendo los brazos para recibir el baño diurno del sol y sus destellos.  Pensé en todas las reglas que tenía que seguir, en todo lo que podía perder de nuevo si no lograba esta única cosa y luego pensé en mi familia y raramente pensé en Alice…; al menos dos años y medio habían pasado desde que decidí ignorarla por completo aquel día.

Ahora estaba casada o comprometida, tenía una familia y una vida por delante. Muy alejado de la realidad a la que los dos habíamos vivido en nuestra relación.

Suspiré, agotado mental y ahora físicamente. En pocos minutos empezaron a llegar varios turistas con sus rutina de ejercicio y demás; momento adecuado para largarme de ahí y volver a ser Cooper. Me puse en pie y con todo el cuerpo agallonado devolví mis pasos hasta el hueco que debía llamar hogar dulce hogar.

Al llegar dejé todas las luces apagadas, solo ingresando a la ducha. El agua fría recorriendo mi cuerpo como especie de un pequeño relajante. Necesitaba calmarme y poner en orden mi cabeza pero el pasado no me dejaba, no me soltaba y temía correr con la mala suerte de nunca recuperar mi presente solo por estar perdido en mis tragedias.

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Más tarde ese mismo día ya estaba desayunado, bañado y bien vestido para la ocasión. Cogí mi maletín y cerré la puerta de la casa con seguro, bajando las escaleras en menor tiempo. En la entrada de la residencia había una patrulla. De esta se bajaron mis dos agentes favoritos, nótese el sarcasmo.

–¿Sucede algo? –pregunté sin entender la visita.

Los dos se colocaron en la vereda de la residencia y me vieron de manera sospechosa.

—No —respondió escuetamente Torres, viéndome con su habitual cara de culo mal deposicionado. —En el menor tiempo posible, coloca este micrófono y está pequeña cámara en un lugar que nadie sea consciente —me ordenó, colocando en mis manos un pequeño aparato con dos conexiones.

—¿Los informes van a ser eliminados? —pregunté, con un tono medio irónico.

Sabía porque habían ideado esto de las cámaras y toda la parafernalia.

No confiaban en mi y para ser sinceros, yo tampoco lo hacía.

—Debido a tu intento de asesinar este plan de trabajo no podemos fiarnos de que hagas lo que se te pide en realidad solo por creerlo poco correcto. —expuso Torres, confirmando mi ironía.
Asentí sin importancia y observé a Hobs que no había dicho ni una sola palabra en todo el rato.

—¿Conoces a Elizabeth? —pregunté en dirección a Hobs, recordando que ella había nombrado a este agente policial como alguien sumamente allegado.

—Nada de eso es importante, solo enfócate en hacer tu parte del trabajo y pronto estaremos cerca del estafador de Patrick.

Sabía que no respondería a mi simple pregunta pero al menos debía intentarlo.

Eso fue todo con ellos. Los dos subieron de nuevo a la patrulla, sin darme cabida a alguna otra consulta. Asentí solo, en medio de la calle y continúe mi camino hacia la galería  ahora con un segundo infiltrado en mis manos.

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Mi reloj marcaba seis y cincuenta de la mañana, tiempo justo para llegar mucho antes de la hora pautada. Creo que el desespero por saber cómo iba a ser todo dentro de la galería me tenía acelerado.

En la entrada, mostré ni nuevo pase al fe vigilancia quien me indicó que antes debía pasar por recepción para marcar mi entrada.

En esta parte de la galería de hallaba la misma chica mona del día de ayer. Ana, la recepcionista con ganas de comerme entero.

—¡Oh por todos los santos dioses de morenos buenorros! —exclamó, con toda la intención de hacerme sentir nervioso por sus piropos. La chica amablemente colgó el speaker y fijó toda su atención en mi. —De nuevo por aquí sr. Cooper. ¿En qué puedo servirle?

—Buenos días, señorita Ana. Un placer volver a verla.

—Creo que si de placeres hablamos bombón…—dijo aún más coqueta que antes, haciéndome reír en esta oportunidad. Definitivamente ella era la persona propicia para atender a todas aquellas personas que ingresaban diario a la galería.

Su chispa lo decía todo.

—Hoy es mi primer día de trabajo Ana, y me gustaría marcar mi entrada.

—No hay ningún problema. Coloca el dedo índice derecho dos veces y pronto estarás en el sistema con los datos pertinentes —me asistió muy profesional está vez, confirmando el hecho anterior por completo.

Coloqué el dedo como me había dicho y en pocos segundos estuve registrado. Felizmente la huella no era un dato completamente exacto en cuando a verdadera información sobre mi persona se trataba, así que respiré tranquilo una vez estuvo listo el proceso.

—¿Eso es todo?

—Por el momento si, eres bienvenido a Global Art, Sr. Cooper.

Le obsequié una sonrisa de oreja a oreja, en el fondo muy feliz de comenzar con tan solo un pedacito de mi libertad.

Entonces se me ocurrió una grandísima idea.

—Disculpa que te siga ocupando tiempo Ana, pero como sabrás soy totalmente nuevo en el lugar y quería saber si...

—El almuerzo empieza a partir de la 1 pm, así que te espero en la salida para ir a por ello, bombón. —me cortó de inmediato, colocando ella misma la hora y el encuentro de mis propias ideas.

Definitivamente eso había sido muy sencillo. No quería aprovecharme de tan simpática chica pero si realmente quería conseguir más información del lugar, solo ella podía darme una explicación.

—Listo, nos vemos luego entonces. No te quito más tiempo —le dije, guiñando un ojo.

En este terreno jugaban dos personalidades:

Duncan, un ser demasiado coqueto como para evitar flirtear con Ana la recepcionista y Cooper, demasiado sumiso como para comprender lo que estaba en juego.

Caminé por las instalaciones de la galeria de acuerdo con algo en particular. Si seguía este juego de ser yo, ambas personalidades debían coexistir para dar con el desgraciado de mi padre.

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Excelente domingo maferianos. Tarde pero seguro. Poco a poco y de forma pausada les he ido presentando a Charlie. ¿De qué será capaz para dar con su libertad? ¿Qué les parece la recepcionista Ana y su salameria? Quiero leer sus lindos comentarios. No olviden dejar una estrellita y recomendar mi historia a muchas personas. Se les quiere 🌻

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2022 ⏰

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