No sabía cuantas horas habían pasado desde que llegué y menos si era de noche o de día, lo único que había escuchado durante ese tiempo era el chispeo incesante de la lluvia, que venía acompañada de un frío que te calaba en los huesos.
Oficialmente había sido capturado. Los barrotes color plomo frente a mis narices me lo recordaban cada minuto.La policía me había encarcelado y estaban por enjuiciarme con una sentencia que pagaría con mi propia vida lo que solo significaba una cosa: estaba en el horno con papas y sinceramente no sabía que hacer al respecto.
Concentré toda mi atención en la lluvia de afuera, en el goteo permanente que mi oído derecho detectaba y el olor a rata muerta que habitaba en mi celda. Mi mamá siempre nos brindaba a mi hermano y a mi una frase sobre aquel tipo de clima.
“Siempre que llovió, paró”
¿En verdad todo se había parado? Pensé desde mi posición meditabunda.Visualicé mi entorno y sentí que todo estaba peor que antes, que mi decisión de rendirme no había afectado en nada a nadie; al final tanto despliegue policial solo funcionó para de seguro hacer huir a la rata de alcantarilla que debía estar en aquel lugar en vez de mi. Sabía que poco tiempo estaría ahí y luego pasaría a un penal mucho peor de lo que siquiera había imaginado en un principio.
Estaba en completa soledad, no tenía una llamada de comodín, ni hablar del abogado ficticio que llevaría frente al juez porque como lo decía la palabra, no existía tal abogado. Cerré los ojos, sintiendo como una migraña tremenda subía por mi sien hasta instalarse en la parte central de mi cerebro, no podía parar de pensar porque era lo único que me mantenía a flote pero tampoco podía abusar de la poca energía que tenía pues la necesitaría para mi futuro plan.
Conté hasta cien y poco a poco se me fue pasando el dolor de cabeza, no sé cuánto tiempo transcurrió pero mientras la lluvia caía a cántaros afuera, yo me sumía en un pequeño sueño, lo suficientemente profundo como para seguir manteniendo un ojo alerta cada que alguien pasaba frente a mi celda. Iban y venían pero nadie se detenía a darme parte de lo que sería de mi, hasta que sin verlo ni comerlo un policía de turno empezó a abrir mi celda.
—Te llegó tu primera visita, Duncan. —me avisó el policía, sin darme un minuto para asimilar lo que estaba diciendo, solo me levantó a golpes y me sacó de ahí, esposado claro está.
—¿Quién quiere verme? —pregunté sin comprender del todo pero el tipo fornido a mi lado no me dio explicación alguna.En mis circunstancias de huida no había conocido a nadie importante como para que durante mi 3stadia me viniera a visitar, así que poco entendía de alguien que viniera a ver en persona el desastre en el que me había convertido. Caminé como pude pues ya mi cuerpo había empezado a entumecerse por el frío que ingresaba a la celda.
El policía me llevo a través de tres diferentes pasillos, culminando en un portón de doble seguridad que daba inicio a un salón dividido en varios cubículos; asegurados también por esos horrorosos barrotes de hierro oxidado.
Este era el salón de visitas, y en uno de esos cubículos estaba la mia.
Nuestras miradas se encontraron incluso antes de siquiera sentarme en contra de mi voluntad. No fui capaz de decir ni una sola palabra y Ella aparentemente tampoco lo lograba.
Al verla me sentí de nuevo en el pasado; un pasado donde una vez un joven se enamoró perdidamente de una chica de ojos verdes que era su compañera en la universidad.Ese joven, recuerdo demasiado bien que confió todo su amor y respeto en aquella chica tan encantadora; le contó sus peores defectos y sus más grandes sueños para luego desecharlo como basura.
Sentí mis ojos aguados, cristalizando de alguna manera el vestigio de una pareja que solía ser ideal y de repente...
«No te preocupes, Charlie es muy inocente como para darse cuenta de que tú y yo estamos juntos».
—¡Alice! —Pronuncié su nombre, regresando a mi horrible presente pero igual de sorprendido que en aquel detestable pasado.
—Charlie —secundó su angelical voz en un susurro quebrado, rompiendo todo hechizo de amor de aquel joven que la amó con todo cuando ella simplemente lo engañó.
Su melena rubia estaba atada en un moño desorganizado, sus ojos verdes irritados por haber llorado muchos días acompañados de una nariz roja y un puchero en su labio inferior. La Alice de este presente se veía muy diferente a la Alice encantadora de aquel joven que se había enamorado; su ropa estaba desprolija y sus manos se retorcían continuamente en una especie de tip nervioso.
—Alice —repetí de nuevo su nombre, en completo shock ahora. Estaba aterrado por lo que me producía verla tan cerca.
—Se que… —inició con dudas la conversación y luego absorbió sus mocos de forma poco agraciada para ser Alice de quién hablábamos. —Se que no quieres verme ni en pintura pero era necesario venir hasta acá. Tenemos que hablar.
Escuché sus palabras llenas de dolor pero no sentí el mismo sentimiento espantoso que estrujaba mi corazón cuando la veía quebrarse en llanto. Ahora que la tenía en frente solo sentía esa ira que sentí cuando la ví a los arrumacos con el ser más detestado del mundo.
—¿Qué diablos haces aquí? -Le pregunté entre dientes, conteniendo la furia que empezaba a emerger de mi pecho.
No quería armar un escándalo pero ella tenía que irse antes de perder la poca cordura que me quedaba después de tantos meses. No era más el chico enamorado de esa dulce chica, ahora me había convertido en un hombre con el corazón roto enterrado en más de mil y un problemas; problemas que solo tenían un nombre y un apellido: Patrick Duncan, la peor bosta del universo.
—Tienes que escucharme, te lo ruego, por favor. — sollozó en cada palabra.
—¿Escucharte? ¿Te das cuenta de la locura que me pides? —alcé un poco la voz en cada pregunta que salía desde los más profundo de mi. —Sabes que todo esto es su culpa, que todo esto no me debería estar pasando a mi y gracias a su amorío de hotel barato, estoy pagando las consecuencias.
Su cara pálida sé arrugó de dolor por mis palabras pero nada podía ni quería hacer. Estaba histérico y quería reaccionar de alguna manera por todo lo que tenía alojado dentro de mi pecho.
ESTÁS LEYENDO
infiltrado en el Amor
RomanceSinopsis Charlie Duncan ha sido traicionado por las dos personas más importantes en su vida; después de tan desagradable suceso termina siendo capturado por la policía. Dos años de oscuridad más tarde, Charlie se convierte en uno de los infiltrados...