Call me Boddah | Boddah #2

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Aquella noche, tras escribir la carta y tratar de dejarla volar, no funcionó. El papel blanco se quedó pegado a mi mano y no se quiso ir ni siquiera cuando me acerqué demasiado al buzón. Lo supe, esa carta no iba a llegar. Probablemente hubiese descubierto la verdad y ya ni siquiera nuestro sistema de envío de cartas nos funcionaba, pero sea como fuere, decidí que debía hacer lo que tenía que hacer.

Abrí el buzón, acomodé la carta contra uno de los lados y simplemente esperé que desapareciera. Volví a la casa y busqué entre mis cosas las cartas de Génesis, pero al tratar de salir para quemarlas en el patio trasero, noté que había comenzado a llover. Tendría que quemarlas adentro, pero antes, debía recuperar la carta para Boddah o iba a tener que escribirla de nuevo.

Tomé una sombrilla de la entrada, corrí hasta el buzón, tomé el húmedo trozo de papel y volví a la seguridad de mi hogar. Decidí encender la chimenea y prepararme una taza de chocolate caliente. Me gustaba estar solo en casa.

Tomé algunas incendajas y las prendí con un encendedor, al igual que decidí fumarme un cigarrillo. Caminé hasta la cocina y comencé a prepararme mi bebida caliente, sin apresurarme demasiado. Al terminar, ya me había fumado otro cigarrillo y estaba encendiendo el tercero.

Caminé una vez más hasta la sala de la casa y entonces me di cuenta de que la chimenea no había encendido. Revisé las incendajas y noté que todo estaba mojado. Sí, aquella noche no quemaría nada.

Pero leería todo.

Y lloraría por todo.

Y reiría por todo.

Y me fumaría todo.

Y bebería todo.

Y sería feliz y triste al mismo tiempo.

Porque una sola chispa, me había logrado dar esperanza.