Luego de leer la carta, cierro la agenda y me pongo a pensar en qué tanto puedo haber llegado a lastimar a Kurt. Demasiado en definitiva. No me lo hubiese perdonado en el caso de que por mi culpa hubiese muerto antes de tiempo, pero eso tampoco va a suceder. Debo salvarlo.
En ese momento entra un hombre. Agarro instintivamente la agenda y la aferro a mi pecho. Saluda, pero no le respondo. No oirán una palabra de mi boca.
Toma una silla de madera que se encuentra cerca de la puerta y se acomoda al lado de la cama, a la que no voy a llamar como mía. Cruza una de sus piernas sobre la otra, como la mayoría de los hombres, y ubica un bloc de notas sobre las mismas.
— Bien, Génesis, seré tu psiquiatra —comienza— por lo tanto estaré conversando contigo aquí, mientras que recuperas la movilidad de tu cuerpo.
Hago un gesto de desagrado involuntario y él se ríe. Parece más informal de lo que se ve con ese traje gris aburrido y esa bata blanca, como fingiendo ser un médico. Muérete, me dan ganas de decirle, pero permanezco en silencio.
— Es bastante interesante lo que tienes ahí —menciona señalando mi agenda y la apretujo un poco más entre mis delgados dedos—. Lamento haberla leído sin tu permiso, pero tu madre me pidió que lo hiciera.
Pedir. Nunca para de pedir cosas. Es como una molesta voz que nunca se calla. Layla Rodd nunca se calla. Como un mosquito que pasa muchas veces cerca de tu oído.
— Bien, ¿Crees poder hablar? —pregunta.
No le respondo nada, no muevo un músculo y entumezco un poco mi cuerpo, incómoda pero decidida a no expresarme.
— Bien, entonces voy a preguntarte algunas cosas y podrás responderme parpadeando, ¿De acuerdo? —vuelve a preguntar y luego me explica su juego—. Un parpadeo para sí, dos para no.
Parpadeo una vez.
— Bien, te preguntaré algunas cosas básicas que han sucedido en tu vida para saber si tienes algún problema con tu memoria.
Un parpadeo.
— ¿Tu nombre es Génesis Rodd?
Un parpadeo.
— Tu madre es Layla Rodd ¿Cierto?
Un parpadeo.
— Bien, ¿Tu padre era Nicolás Rodríguez? —pregunta, poniéndole un acento extraño al nombre.
Gringos bastardos.
Un parpadeo.
— ¿Naciste en Estados Unidos?
Dos parpadeos.
— ¿Colombia?
Uno.
— ¿Recuerdas a tus abuelos?
Uno.
— ¿Puedes decirme cuantos continúan vivos?
Tres parpadeos.
— Bien, al parecer tu memoria está en buen estado —menciona y escribe algo en el bloc de notas, la única cosa que tiene color en toda la habitación—. Ahora, quizá deberíamos conversar acerca de lo que hay en la agenda.
Me muestro impasible.
— ¿Te molesta?
Uno. Kurt es mío, mi secreto no tan secreto, pero mío a fin de cuentas.
— Bien, entonces, ¿Prefieres que hablemos acerca de tu intento de suicidio?
Dos.
Que se largue.
— Necesitamos conversar, Génesis —insiste y parpadeo dos veces, luego continúa—: tengo que estar dos horas contigo a diario.
Serán dos horas largas en ese caso.
Siempre reprimiendo palabras.
Siempre callando.
Duele.
Comienza a hablar de nuevo y cierro mis ojos. Apretó la agenda y me cubro un poco con las sábanas.
Quiero estar sola.
La soledad es la única que me da paz.
O bueno, ella y Kurt.
Necesito salvarlo.
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Call me Boddah | Boddah #2
Fanfiction*Segunda parte de I'm not Boddah, Kurt* Imágenes de la portada pertenecientes a Stefano Bonazzi e Igor Ustynsky.