SEVENTEEN

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T/N Castillo POV:

La llegada de Jane fue inesperada.
Según lo que había escuchado, tenía algo dentro... una gema. Aún no termino de entender el tema de las gemas del infinito, Thor ya se cansó de explicármelo.
A quién por cierto he traído de bajada desde que ella llegó a Asgard.


— ¿Y tu esposa? -le pregunté al encontrármelo en un pasillo.

— Ella no- -me miró mal-. Es mi novia.

— Esposa.

— No-

— Aún. -le di un golpe de caderas.

— Cállate. -me despeinó y siguió su camino.

— ¡Pero en serio! ¿Dónde está? -le grité antes de que avanzara más.

— ¡No lo sé!


Claro que sabía, no quería que fuera a molestarla por andar con él. Fui a la cocina a preparar algo, no tenía nada más que hacer y no podía ir a ver a Loki pues habían reforzado la seguridad del calabozo desde la última vez que lo vi.

Saqué todos los ingredientes para un pie de manzana, son los favoritos de Thor, según Jane.
Últimamente me daban muchas jaquecas, justo como las que solían llegar cuando los gigantes de hielo me tenían raptada. Eran malos recuerdos pero intentaba nublarlos con cualquier cosa a mi alrededor, de hecho, las primeras semanas después de que me rescataron, me mantuve en todo tipo de hobbies. Ahora todos los vengadores tienen edredones bordados por mí en sus habitaciones.

El pie ya estaba en el horno, a nada de salir. Al momento de voltearme para sacarlo, mi nariz comenzó a sangrar. Rápidamente me puse un tapón de papel higiénico y miré hacia el techo.
Abrieron la puerta.


— Santo cielo, ¿estás bien?

— Oh... ¡Hola, Jane! -la miré de reojo-. Sí, todo en orden.

— ¿Qué sucede?

— Comenzó a sangrarme la nariz de la nada. -contesté irónica aunque no fuera mi intención.

— Jajajaja, ¿puedo ayudarte?

— Eh... ¿puedes sacar lo que está en el horno? No puede estarse más o la manzana sabrá amarga.

— Oh... -obedeció.


Al poco tiempo dejé de sangrar y pude lavarme las manos.


— ¿Cómo lo hiciste tan rápido? Normalmente todos se tardan hasta para ponerse los guantes.

— También horneo bastante, cuando estoy nerviosa.

— Ayuda a pensar mejor, ¿verdad?

— Ni que lo digas. Aunque estar mucho tiempo con tu conciencia no es divertido.

— Para nada. -reímos.


Nos quedamos charlando un rato más. Me confesó que le gustaba Thor y eso era más que obvio. Se le nota el brillo en los ojos solo cuando alguien dice su nombre.
Que no la culpo, no es la única que está enamorada de un dios.


Es ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora