6. Escape.

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La vista de los elfos suele acostumbrarse con facilidad a la oscuridad para distinguir así los contornos y figuras de la noche, y sin embargo Gyllene, al encontrarse fuera de su habitación notó que las tinieblas frente a sus ojos eran tan espesas como la tinta antes de pasar al papel.

Lo poco que intuyó fue un pasillo frío, silencioso e interminable que se abría frente a sus pies. 

Vestía de nuevo su coraza, su falda romana y sus sandalias de tiras hasta las rodillas, así como la capa ceremonial de las Vestales de Freya, entretejida con hilos sagrados y cientos de bendiciones, clara como la nieve caída durante la noche, esa que nos deslumbra al amanecer. 

Durante su estancia en la hermosa recámara que Luciana había dispuesto para ella, había aflialdo un cuchillo de cocina, que ahora llevaba al cinto.

Extrañaba su sable de combate, aquel que la duquesa había prometido devolverle.

-       Una vez que te deposite afuera de la habitación, estarás completamente sola y no podré ayudarte, recordó la advertencia de la araña, una noche antes, mientras planeaban la huida, aprovechando que la duquesa había salido del castillo, de improviso.

-       ¿podrías darme una idea de la mejor ruta para escapar?, preguntó Gylenne, preocupada.

- Yo me muevo atravesando paredes, pisos y corredores, con mi poder, no necesito mucha guía Gylenne, lo único que puedo decirte es que estás en uno de los pisos superiores de una torre muy alta y que deben haber, por lo menos, ocho pisos por debajo de éste, más los patios, las murallas y el foso y luego la espesura del bosque...que también está hechizado y lleno de peligros.

-       Olvidas que soy una guerrera de Freya, dijo la elfa, intentando darse valor para escapar.

-       Aún así, te reitero que una vez afuera, será como si no te conociera.  No quiero que la duquesa sepa que yo te ayudé a salir.

-       ¡Entendido!, respondió la princesa, una vez que estuvo lista para partir.

Pero al mirar el corredor en tinieblas que se extendía frente a su nariz diminuta, tuvo muchas dudas. 

Pensó inclusive en regresar, pero la araña ya se había desvanecido.

-       La mejor manera de no perderse es tanteando las paredes, pensó al dar sus primeros pasos en la oscuridad. 

Apoyándose en una pared, avanzó, sintiendo el contorno de la piedra fría rozándole las yemas de los dedos, tratando de contener la respiración al caminar.  Pensó por un momento que quizás hubiera sido buena idea traer uno de los candelabros de la habitación, pero ya era demasiado tarde.

Avanzó a tientas, hasta sentir que el pasillo doblaba a la izquierda tres veces, sin escuchar ni toparse con nada, hasta que su mano tanteó una puerta de madera con remaches de hierro y un pomo de metal más frío que la pared. 

Siguió adelante, pensando que encontraría algún corredor o unas escaleras, hasta dar una vuelta completa a todo el piso y contar solo dos puertas: la de su habitación y esa otra, nueva y desconocida.

-       No tienes otra alternativa que probar la puerta Gylenne.  ¿Dónde quedó ese valor de Guerrera de Freya?, se preguntó para darse ánimos, antes de recorrer de nuevo la oscuridad.

Al llegar a la puerta, intentó escuchar lo que sucedía adentro, pero el silencio era absoluto. 

Intentando no pensar mucho, empuñó el cuchillo y movió el picaporte con el mayor cuidado posible, tratando de no hacer ruido.

Princesa y EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora