Parte 2

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—“¿Estás bromeando?” —dijo Shinsou. Monoma lo tomó de la mano.

—Hagámoslo, sólo una vez —sonrió Monoma, subiéndose a la orilla del edificio.

—No es una buena idea, ¿y si Ryuk-san se molesta?

—No se enterará.

—Siempre lo hace, es un dios.

—Sólo una vez, por favor, y ya no pediré más.

Shinsou le sonrió, jamás había sido capaz de decirle "no" al chico, así que tomó su mano y subió. El viento les revolvió el cabello, se miraron como pudieron, y dieron un paso al frente. De pronto se escucharon sus gritos, dos golpes. Y el aleteo de Ryuk, que llevaba cargando a los chicos, sosteniéndolos por los tobillos.

—Ustedes no dejan de causarme muchos problemas, niños.

—Lo sentimos —dijeron los chicos arrepentidos, con la cara llena de sangre.

Dos Shinigamis en Entrenamiento


Ryuk sé quedó con los chicos hasta el amanecer.

—¿Porqué aún podemos sangrar? —preguntó Shinsou.

—Es de los pocos vestigios de humanidad que aún gusta guardan.

—Interesante…

—Les dije que no lo intentaran —dijo—; deben aprender a obedecer, no todos son tan bondadosos como yo, los demás no van a dudar en separarlos, o en cosechar sus almas sin darles otra oportunidad.

Los chicos temblaron y se dieron la mano, sintiendo el temblor del otro.

—Acompañenme, les daré otra lección.

***

Ryuk los guió por la ciudad, mostrándoles como cosechar almas sin llamar la atención, hasta que vieron a un guapo estudiante castaño, que repentinamente cayó convulsionando, y muriendo finalmente. La gente alrededor lo observó hasta que el chico murió.
Entre los murmullos, los shinigamis escucharon una risa.

—Esa no es forma de cosechar un alma, Grell.

Los chicos miraron una figura de largo cabello rojo y gabardina del mismo color, y una filosa sonrisa.

—Vaya, Ryuk, —dijo con arrogancia— así que era verdad, tienes estudiantes, y son tiernos y muy lindos.

—En el momento en que estén listos irán con William, él los educará para que finalmente obtengan sus guadañas.

—Eso no sucederá —se burló—, míralos, Ryuk, no son capaces de matar…

Los chicos compartieron una risa traviesa. Pero Grell lo vio como una risa burlona.

—Encárgate de tus asuntos, Grell; andando, niños.

Los chicos se abrieron paso entre la multitud que apenas los notaba, y Grell los observó alejarse.

***

Ryuk observó a los chicos robar frituras y refrescos de una tienda, y huir hasta la azotea que habían hecho su hogar, donde tenían un colchón viejo y algunas de las cosas que robaban en una esquina.

Se sentaron frente al colchón a comer. No era necesario que comieran, pero les emocionaba robar. Ésta segunda oportunidad les había permitido hacer cosas que jamás habían imaginado hacer.

—¿Grell es un shinigamis? —preguntó Shinsou.

—Sí —contestó Ryuk con su voz seca.

—Pero él no se parece a ti —rió Monoma.

—Él es de la nueva generación de shinigamis… También es de los primeros humanos a quiénes un shinigami le dio una segunda oportunidad; hace algunos años, Grell fue traicionado por su amante, y él se suicidó, es por eso que cuando lo renacieron se volvió cruel, igual que ustedes.

Los chicos bajaron la mirada, pero una risa los puso en evidencia. No se arrepentían de lo que hacían.

—Deben tener cuidado —finalizó Ryuk—, yo no confío en él.

—Sí, maestro.

Ryuk se despidió, y los chicos fueron a dormir abrazados.

Desde un edificio cercano, Grell los miraba sonriente.

***

Era de mañana cuando Grell llegó al lugar de los chicos. Se acercó y observó todo con desprecio, sobre todo el colchón. Estos niños estaban juntos, incluso después de la muerte. Y los miserables eran felices. Eso no era justo.

De su bolsillo sacó la mano enguantada de rojo, y algo brillo: era una cadenita, con un corazón dorado y una letra labrada, una “S”. Sonrió mientras se inclinaba para ponerla debajo del colchón, dejando que se asomara un poco. Se alejó entonces, tomando un pastelito en el camino.

***

Shinsou y Monoma corrían por las escaleras, hasta que llegaron a la azotea, donde Shinsou le tomó la mano, y dieron vueltas como un par de niños jugando, riendo. Se detuvieron y se besaron, caminando hasta el colchón y allí se dejaron caer, mirándose. Shinsou se levantó y comenzó a sacarse la chaqueta, pero se detuvo antes de deshacerse de su playera. Se inclinó y sacó la cadenita. Monoma lo miró con la misma curiosidad.

—¿Por qué guardaste esto? —preguntó Shinsou.

—Yo no lo guardé, no es mío.

—Estaba de tu lado… ¿A quién se lo quitaste?

—Shinsou, no es mío, yo no lo robé.

—No lo robaste, alguien te lo dio, ¿quién fue?

—Nadie puede verme por más de cinco minutos, ¿crees que puedo comenzar un romance…?

—No necesitas comenzarlo, sólo sentirlo.

Se miraron. Shinsou molesto, Monoma triste. Ambos confundidos.

—Quiero irme —dijo Shinsou levantándose—, creo que será lo mejor.

—No, Shinsou, dijimos que estaríamos juntos…

—Que importa si podemos estar juntos, si en realidad estás pensando en alguien más.

Shinsou se fue. Monoma se levantó y corrió tras él, pero ya no estaba. Shinsou había desarrollado el mismo truco de Ryuk-san para desaparecer que Monoma no había aprendido.

Volvió al colchón y antes de comenzar a llorar sintió una caricia en su cabello. Monoma se giró.

—Yo sé lo que estás sintiendo —dijo Grell.

Monoma lo miró y se abrazó a su cuello llorando. Grell se levantó, cargándolo en brazos desapareciendo en una bruma roja.

Lain Faustus 🍁

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