Capítulo 4; El comienzo de algo

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Dormír fue algo que no logro hacer Hermione. Su cabeza estaba aún analizando lo sucedido esa tarde. No esperaba encontrar a la rubia ese día, no había aparecido durante semanas en el pueblo y ahora entiende el por qué. Fleur, su nombre era tan perfectamente perfecto para ella y los rumores de su bellaza sin igual, eran ciertos. Era algo divino, demasiado para este humilde mundo. Y ahora entendía porque era tan famosa en todos los países.

Sabía que como príncipe no podría verla, conocía muy bien las intenciones del rey sobre querer comprometerlo con su hija mayor, pero para su mala fortuna, no tenía pensado casarse en primer lugar, y de hacerlo, no lo haría con alguien de Francia, las razones eran obvias. También notó que estaba escondiendo a Fleur de su vista, quizás para evitar que se enamorara de ella, lo cual podría pasar si estuviera interesado en una relación, pero ese no era el caso. Sentía un poco de lastima por ella, suponía que no era la primera vez que la mantenían cautiva en su habitación cuando venía algún invitado prometedor. No era ninguna sorpresa si al final del día, los invitados terminasen enamorados de la belleza de Fleur.

Ahora sabía dónde buscarla, pero no podría decir cuando debería visitarla. Si hubiera sido posible, sin dudar le hubiera gustado acordar una fecha, ahora debía jugar con su suerte e intentar adivinar el mejor momento. Tal vez un día o dos estarían bien, pero quizás Fleur esperase que la visita fuese después, debía arriesgarse de todas maneras, por lo tanto entre tres o cuatro días podrían ser la mejor opción. Revelar su posición también era algo que no sabía si admitir frente a la joven princesa, jugar con su anonimato podría ser la mejor opción en este caso también. Quería seguir pensando que Fleur lo desconocía en todo caso

Y así fué, después de cuatro días en los cuales se dedicó a seguir observando el país y buscar un regalo apropiado para la joven dama, prosiguió infiltrarse en el palacio de las princesas, era casi como un castillo diferente al que contiene la sala del trono. Podría decir que la arquitectura de esta residencia era un tanto interesante. Había tres secciones; el castillo del trono, dónde se encontraba la habitación de los reyes, su oficina y todo lo importante; era el palacio principal. Al norte se encontraba la torre dónde habitaban los herederos, un lugar que solo podía ser habitado por ellos y por último, al sur estaba la torre donde se solían hospedar las visitas del palacio, un lugar cómodo y con buenos paisajes para impresionar.

Colarse ahí no fue algo tan complejo, quizás solo en la entrada, pero dentro de ella todo era bastante tranquilo. Decoración cara y bonita, luces brillantes y habitación muy separadas, identificar la habitación de Fleur no fue tan difícil como pensaba, sabía que era la única con vistas al rosal, Grabrielle se lo había dicho, y pasaba la mayor parte del tiempo allí junto con la pequeña princesa, conocía muy bien a dónde debía ir. Apunto de tocar la puerta se quedó el joven príncipe, al escuchar que adentro alguien estaba visitando a la rubia también, y parecía estar algo molesto.

“¡De seguir así Fleur,  vas a terminar casada con un viejo cerdo de otro país o algún obsesivo acosador de tu belleza!” decía una voz femenina dentro de aquella habitación “Estas desperdiciando las oportunidades que tu belleza te da y dejandote manipular al antojo de ese bastardo” no sabía exactamente a quien se refería, pero algo le decía que quizás hablaba del mismísimo rey “Ese hombre solo quiere ver a sus hijas casadas con personas poderosas, sin importarle que suceda después con ellas” no podía negar que aquella voz tenía razón, parecía que el amor del rey hacia sus hijas era verdadero hasta cierto punto, las princesas no podían gobernar este reino y al no tener ningún heredero varón, era un poco entendible su desesperación por buscar un buen marido para su hija mayor. “ Después de la competencia de caza es el momento precisó para huir, piénsalo, mi amor” y unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a una mujer tan espléndida como Fleur, muy parecidas pero no lo suficientemente para igualar a la joven princesa, supuso que era la madre de esta. Era tan evidente su parentesco que no entendía como ella no había sido famosa también por su gran belleza. “Creo que hay alguien esperándote” dice después de darle un repaso rápido a la figura de Hermione, que estaba cubierta por una túnica hasta la cabeza.

El secreto de una PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora