Capítulo 2; El príncipe Heredero

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El heredero Granger habia arribado a Francia muy temprano por la mañana, debía presentarse en el palacio del rey un día después de su llegada, lo más normal sería ir directamente al palacio donde se hospedaria, pero quería recorrer la ciudad en busca de cosas interesantes, así fue como quedó maravillado en un puesto de joyería dónde encontró un collar de un azul bastante peculiar. Era muy azul, tanto como para sorprenderlo y hacerlo pensar que era la cosa más azul que había visto en su vida. Eso hasta que miro aquellos ojos de una señorita. Jamás había visto a alguien tan atractivo como lo era ella, y jamás había tenido el placer de perderse en una mirada por mucho tiempo.

Ahora tenía curiosidad por conocer a la flor del reino, se corría el rumor en su propio país sobre la belleza de la segunda hija del rey. Era tanto así que su padre lo obligó a venir y hacer una visita al país francés, estaba buscando que el joven heredero encontrase una esposa en el país extrajero que pudiese ser de ayuda para ellos, aunque bueno, no era como si el reino francés fuese una gran potencia. Granger no estaba interesado en eso, más bien tenía curiosidad sobre el idioma y cultura, por eso no se resistió en venir de todas formas.

Después fue secuestrado por la rubia y llevado a quien sabe que lugar, en donde se vio envuelto en una situación un tanto incomoda. No esperaba nada de eso en su primer día y lo que más lamentaba, era haber sido descubierto por una trabajadora nocturna, por lo que seguramente debería pagar una gran suma de dinero para mantenerla callada. Podría acabar con su vida fácilmente y sin que nadie se diera cuenta, pero no querría jugar con algo tan valioso como la vida de una persona, sus valores no se lo permitían. Tampoco dudaría en hacerlo si el rumor empezaba a esparcirse por las tierras francesas.

Cuando salió de aquel lugar donde lo tenían raptado, se dió cuenta que estaba perdido. No sabía dónde estaba ni como llegar al pueblo otra vez. De alguna manera logro volver a la joyería, porque antes de volver al pequeño hotel donde se estaba hospedando, necesitaba adquirir ese accesorio con el diamante azul. Ahora la joya no podía recordarle otra cosa que a los ojos de aquella dama. Era algo divertido de cierta forma, parecía que había quedado cautivado por la desconocida en poco tiempo. Una sonrisa se poso en sus labios cuando se dió cuenta de eso.

Volver a su dormitorio fue más sencillo desde ahí, adentro ya lo estaba esperando Ron, quien era un hijo de nobles de clase baja; Los Weasley. Él había acompañado al príncipe a este país extranjero. No parecía muy contento de ver a su amigo llegar tan tarde cuando tenían muchas cosas que preparar para el futuro. En la mañana arribarían al palacio para hospedarse y estaría ahí un par de días antes de volver a Inglaterra, más que una visita por diversión o como el príncipe creía, para buscarle esposa. El emperador de su país de origen había mandado a los jóvenes a darle un vistazo al país, conocerlo por dentro y saber que tan buenas eran las tropas ahí, era obvio que estaba planeando invadir y quedarse con el territorio francés.

Los franceses nunca tuvieron una buena relación con Inglaterra, por esa razón no había mucho intercambio de suministros entre las dos tierras, Francia era un país cobarde que no participaba en guerras ni apoyaba a nadie tampoco, sus pocos vínculos con otros reinos eran tan frágiles, que ninguno se atrevería a meter las manos al fuego por él, si el imperio inglés decidia atacarlos. Claro que no lo invadirian si el príncipe decide casarse con una de las princesas del país, por lo que obviamente las alianzas entre estos dos países sería tan fuerte después de la ceremonia, que Francia por fin sería de ayuda para los ingleses. Pero eso era prácticamente imposible, el mismo padre de él dudaba que encontrará esposa y dudaba más que él quisiese casarse.

"Parece que te divertiste" dijo el pelirojo al ver una mancha de labial en el cuello de su amigo.

"Me secuestro una loca rubia" dice molesto mientras se limpiaba la marca "Fui a la joyería a comprar un collar y de repente desperté en la habitación de quién sabe que persona" se agarró el pelo con desesperación "No pude pensar ni un minuto antes de que apareciera la misma rubia en bata y se subiera a mí" los recuerdos solo lo hacían poner más furioso "Y descubrió que no soy un chico, Ronald" su amigo estaba riendo antes, se detuvo al escuchar eso.

El secreto de una PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora