Capítulo 6 "Nauge Neánt"

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El vasto campo de flores parecía una hermosa pintura, trabajada con amor y pasión sin medidas; sus diversos colores en lugar de alterar la imagen la hacían lucir más dulce y los insectos escondidos entre las grietas y hojas tocaban suaves baladas que se movían y cambiaban con el viento.

En el medio de todo una pequeña y delicada figura se encontraba recostada, sus largos cabellos cual nubes de algodón en una mañana soleada se extendían tras su cabeza, formando una especie de halo celestial, su pálida piel, tan clara como la primera nevada de invierno, cubierta en su totalidad por una enorme capa negra que hacía resaltar aún más sus suaves rasgos. Sus ojos estaban cerrados, dejando que largas pestañas blancas enmarquen sus regordetas mejillas, su respiración era lenta y si no notaras con atención parecería que su espíritu hace mucho tiempo se había unido al Jardín de la eternidad.

Una figura tras él se acercó a paso calmado, a solo unos metros paró su caminata, admirando el paisaje frente a él e inhalando profundamente reanudó su camino.

 Cuando llegó junto al otro se recostó copiando la pose del más pequeño, admirando la pequeña cara relajada también cerró los ojos. A primera vista ambos mágicos no tenían nada en común, empezando por su edad, color de piel hasta su contextura; mientras uno era frágil el otro era duro, mientras uno era azul pálido el otro tenía varios matices de blanco, pero a pesar de las diferencias si miras con atención podrás encontrar aún más similitudes entre ambos, independientemente de su color de piel.

Y el agradable silencio cubrió a ambos por varias horas, hasta que la explosión de estrellas cubrió gradualmente el vasto cielo oscuro.

 Y el agradable silencio cubrió a ambos por varias horas, hasta que la explosión de estrellas cubrió gradualmente el vasto cielo oscuro.

一 Nau, levántate debemos ir a casa 一 Despertando y con ligeros bostezos agitó al otro quien con pucheros se negaba a levantar y, en cambio, se enterraba aún más en la gruesa capa.

一 Mm, no tengo fuerzas para camina一 Bostezo el peliblanco mostrándole la lengua al mayor y colocando su cara bajo la capa y preparándose para seguir durmiendo.

一 No jovencito, esta vez no debemos llegar tarde o tu abuela me despellejará 一 Levantándose y estirando su espalda se tomó un tiempo para respirar el aire puro del campo, desearía tener más momentos como estos. Donde ambos pudieran pasar juntos sin que sus responsabilidades con el reino chocaran.

 一 Muy bien, si este jovencito no quiere irse no me queda de otra más que cargarlo 一 Dicho y hecho el mágico de piel azul pálido tomó al otro en sus brazos, el pequeño se agitó levemente y expulsó un pequeño chillido que rápidamente fue tapado por el ancho hombro que se estrelló en su cara.

Ajustando al pequeño en sus brazos pudo ser consciente de lo ligero que era y lo fácil que sería que alguien se lo llevara, que cualquiera pudiera ver a su hijo; tan pequeño y frágil y decidiera separarlo de su hogar, aprovechar el regalo que los dioses le dieron y usarlo egoístamente a su conveniencia, para razones repugnante y diabólicas que en este momento no se podía permitir pensar. En ese momento fue consciente de cuántos enemigos tenía debido a su profesión y lo despiadados que podrían llegar a ser.

Su mente cayó en un espiral de angustia y horror hasta que una pequeña mano tocó su mejilla.

  一 ¿Papá? 一 El pequeño preguntó al ver a su padre quedarse congelado en su lugar. A veces el pequeño encontraba gracioso esos momentos del mayor, que eran más comunes cuando estaban fuera de casa, pero ahora la mirada de su padre parecía algo pesada y no le gustaba 一 ¿Pasa algo?.

一 No, no, no pasa nada hijo 一 Aún con un ligero malestar en la boca del estómago le dio una suave sonrisa a su hijo y lo abrazó 一 Vámonos  a casa.

La última gran carta de triunfo (Pausada por motivos editoriales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora