Los días pasaron lentamente una vez más, Nauge nuevamente entretuvo sus días con las clases que su padre parecía querer que tuviera, los cientos de libros que nuevamente volvería a explorar (debería decirle a su padre que consiga más, vio un libro muy interesante la última vez que salió) y los suaves descansos frente al jardín de sus padres.
Aunque las dudas siempre aparecían en su cabeza, ¿Cómo se encontrará la pequeña planta? ¿Habrá sobrevivido o estaría muerta? ¿Tendrá una buena cantidad de luz y agua? Esas y muchas dudas bailaban en su cabeza en estos días, pero no podía salir para contemplarlos él mismo porque su padre aún no encontraba nada que pudiera ayudarlo con su condición; había sido un milagro esa última salida en plena mañana.
Nauge se había deleitado con los hermosos cielos azules, el bullicio de los mágicos, el cálido clima y los bellísimos animales y pastos en su máximo esplendor. Ciertamente, era una oportunidad que probablemente no se vuelva a repetir en mucho, mucho tiempo; no se estaba quejando ciertamente era más de lo que alguna podría haber pedido. No obstante no podía evitar ser egoísta y desear tener más libertad.
Ahora confinado nuevamente a estas cuatro paredes, obligado a quedarse dentro hasta que el sol fuera reemplazado por la luna, no podía evitar pensar si ese joven que conoció aún estaría cuidando de la pobre flor.
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El viento aullaba fuerte y embravecido, con su fuerza lanzaba las hojas y el polvo de las calles, si no tuvieran cuidado los pequeños animales igualmente serían llevados por él.
Todos se encontraban ocultos en sus casas, pasando este duro clima con sus familias o seguros, sin embargo ciertamente para algunos era más complicado que otros. Como las dos figuras en medio de tal tormenta.
Los habitantes de las zonas bajas, mágicos y otras razas marginales o sin bienes suficientes para costearse un lugar mejor vivían en estos lugares, que gracias a la contaminación y cercanía con los humanos comenzaron a perder su aura mágica, siendo reemplazada por un aura fétida y nauseabunda donde la vida se volvía casi milagrosa si sobrevivía.
Con el paso del tiempo estas zonas fueron reclamadas por los sin nombre y transformadas en su 'hogar' muchas cosas espeluznantes ocurrían en este tipo de parajes, a pesar de que el Rey negaba este tipo de ambientes en su 'mundo perfecto' era esa una forma para evitar poner atención a los gritos de ayuda o los miles de manifestaciones y delincuencia que ocurrían día tras día, los opositores dirían que así era, pero ciertamente no podían culpar solamente a un individuo de las desgracias a su alrededor.
En medio de todo este mal clima ambos tuvieron que despedirse. El mayor con todas sus fuerzas trató que el más chico no continuara avanzando, no obstante tanto su espíritu como su fuerza se habían esfumado.
一 ¿Acaso he sido yo una mota desprendida por un ligero viento? ¿Una misera gota en medio de un mar de desgracias y olvido? 一 Las lágrimas corrían violentamente por el fino rostro del de piel más pálida, mezclados hasta desaparecer con las grandes gotas de lluvia que chocaban violentamente en su cara.
El otro joven no cambió su expresión dura, no regresó una mísera mirada. En su lugar continuó caminando ligeramente y cuando se encontró a una distancia relativamente lejana habló.
一 Vete a casa, niño, tu padre se enojará si no te encuentras seguro dentro. Un chico como tú no debería estar fuera en momentos como este 一 Con la voz dura y completamente indiferente se dirigió a Nauge.
Sin embargo el otro no soporto más y como si un inmenso dolor atravesara sus extremidades soltó un gemido de dolor y cayó de rodillas, manchando con lodo y grama sus finas ropas claras. Más lágrimas llenaron sus ojos y temblando le reclamó.
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La última gran carta de triunfo (Pausada por motivos editoriales)
FantasyEl tercer y cuarto círculo del lazo de fuego finalmente han firmado un tratado de paz. O al menos eso dicen. Al aparecer un cuerpo cerca del límite del abismo rosa la línea entre la paz y el inicio de una nueva guerra ha sido trazado en las mentes...