Capítulo 4: Sentimientos Definitivos

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Milo había llegado a su templo, dentro de su cabeza había un remolino de emociones que le hacían imposible controlarse, estaba feliz por que había pasado un nuevo y agradable momento, estaba triste por tener que rechazar esa propuesta tan tentadora, estaba furioso consigo mismo por no permitirse aceptarla, pero no podía hacer más.

Le perdonó todos los errores que cometió, todas sus traiciones y todo su comportamiento anterior, lo único que no dejo pasar fue el hecho de que lo cambiara, a el y a sus camaradas, aquellos que lo apoyaron durante mas de dos décadas, ese dios guerrero apenas tuvo la oportunidad de pasar con Camus unos años, eso no justifica el porque de esa decisión, Milo se siente muy infantil e impotente, respetar su decisión y dejarlo en el pasado sería lo más prudente, pero gracias a su amor por el, lo lleva a dañarse tanto a el como a Camus, simplemente se niega a perdonarlo, aún se siente traicionado.



- (¿Una segunda oportunidad?¿considerarias ser mi amigo de nuevo?) no tienes idea... de como gustaría aceptar tu propuesta, pero sabes perfectamente que volver a lo que éramos antes, es imposible- dijo llorando amargamente- no puedo verte igual que antes, en ese tiempo tenía mucho miedo de perderte, por ello mantuve mi boca cerrada, ahora que lo sabes no puedo permitirme estar contigo, sería un completo desastre... perdóname Camus, pero en verdad no quiero dañarte.



Con su mente más tranquila Milo decidió irse a dormir. Camus había llegado al santuario, ahora se dirigía a su templo, al llegar a Escorpio vió a Milo dormir, se le acercó y le miró por unos segundos.



- Milo... en verdad me gustaría que volvieramos a estar como antes, yo... me siento muy extraño cuando estoy contigo, aún no se si esto es real, pero espero que más adelante lo averigüe, solo... no permitas que a causa de estos sentimientos nosotros no tengamos ninguna oportunidad de convivir.



Le acaricio el cabello suavemente y se retiró para continuar por su camino, una vez en su templo, se dispuso a dormir.












































Tres meses...

Tres meses transcurrieron desde aquella última noche que los caballeros de Acuario y Escorpio pasaron juntos, tiempo en el que Milo era completamente distante de su compañero, las batallas eran la única ocasión en donde tenían cercania, pero eran sólo eso, batallas, nada de compañerismo ni siquiera una simple mirada o un corto intercambio de palabras, Camus se sentía mal, pensaba que Milo por fin lo había olvidado ya que no le dedicaba ni un momento de su atención, en su lugar era el quien le dedicaba la suya a Milo.

Extrañamente sólo con verlo le era suficiente para sentirse tranquilo el resto del día, su mirada siempre estaba dirigida hacía el, cada vez que lo hacía notaba tanto rasgos antiguos como nuevos de su compañero, su manera de pelear, su carácter, y sobre todo su apariencia, durante sus batallas su cabello se le hizo atrayente, azulado y siempre despeinado, contrastaba perfecto con su forma de ser; sus ojos tan brillantes como zafiros, emiten ferocidad y poder al mismo tiempo que emiten tranquilidad cuando no está en el campo de batalla; pero lo que tenía a Camus encantado eran sus labios, esos que una vez se unieron con los suyos le pudo transmitir todas sus emociones con un simple roce, esos labios que forman una sonrisa enorme y terriblemente contagiosa, todo, completamente todo lo que veía era perfecto, y con cada día que pasaba estaba cada vez más cerca de encontrarle una respuesta a lo que siente por el.


Últimamente había algo que al Acuario le preocupaba y era completamente extraño para el; jamás lo había experimentado, pero su ansiedad surgía cada vez que veía a Milo cerca de otro de los caballeros del santuario, no se trataba de un hombre sino de una mujer, era Shaina de Ofiuco.

Entre odio y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora