I - La hastiedad del cotidianismo

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Os podría jurar que estaba al mismísimo borde del desmayo. Abrí la puerta del departamento con grandes esfuerzos, casi cayendo en la tentación de dejarme caer en el suelo, colapsando de cansancio. El trayecto hasta mi habitación me parecía demasiado largo. Pese a que este apartamento solo tenga dos habitaciones, era muy largo.

Me decanté por la segunda opción, pero solo porque sabía que al día siguiente me hubiese dolido el cuerpo entero al haberme dormido en el piso. Así que pese a la apetecibilidad que el frío me proporcionaba, me levanté, o mejor dicho arrastré, por el pasillo.

Llegé a la habitación y me deshice de mi ropa. Sin ganas de molestarme en cambiarme por prendas más cómodas. Solo quería descansar de una vez por todas.

Había sido un día, o mejor dicho una noche, muy larga en el club. Mortalmente larga. Mina me había hecho trabajar dos horas extra por un incidente que sucedió el otro día con un cliente. Aunque no hubiese sido mi culpa, la vida da asco.

Esto hizo que en vez de que llegase a casa a las cinco de la mañana como me era habitual, llegase dos horas tarde a las siete. Exhausto, y queriendo colapsar en cualquier esquina.

Tuve la decencia de ir al baño a desmquillarme. Admiré mi aspecto demacrado por el cansancio en el espejo, viendo que el maquillaje que me hacía ver como una obra de arte hace unas horas se había esparcido y mezclado de una manera horrible.

Maldije un par de veces a Chaeyoung, la culpable de haberme puesto tanta sombra de ojos roja. Esta mujer no sabía lo difícil que era deshacerse de ese maldito color.

No tengo una vida fácil, lo reconozco. Pero otros lo tienen peor que yo. Estudio computación informática por las mañanas, mientras que trabajo hasta altas horas de la madrugada para mantenerme y pagarme los estudios.

No me desagradaba mi trabajo en el club. Pese a que a cualquiera a que le explicara de que trabajaba reaccionase de manera escandalosa y me preguntase que si se había vuelto loco, a mí solo me importaba poder disfrutar de mi gran pasión, el baile. Al menos lo hacía de cierta manera.

Y diremos de cierta manera porque ser bailarín erótico en un club de striptease no es exactamente la posición más ortodoxa para autodenominarse bailarín. Pero no me juzguéis, el sueldo es bueno, y mi jefa antes se muere que dejar que le pase algo a uno de sus empleados.

Aunque creedme que no lo haría si no fuese porque necesito el dinero. Pese a la seguridad del club, había mucha gente con intenciones malignas, y temer por tu seguridad a la hora de volver solo y de noche a casa era habitual.

Trabajo en el club nocturno Ai, sí de amor en japonés, porque su dueña y mi jefa Miyoui Mina, es japonesa. Llevaré allí creo que alrededor de medio año, y por ahora solo he tenido algún percance pequeño, otros empleados han tenido percances mayores. Sobre todo las pobres mujeres.

También imparto ocasionalmente clases junto a mi mejor amigo, ya que él trabaja de profesor en un estudio de baile.

El baile es mí mayor pasión y hubiese matado por dedicarme a este de manera profesional, hubiera sido un sueño hecho realidad. Pero la vida es repulsiva y los cuentos de hadas nunca se hacen reales.

Es por eso que al menos agradezco tener un trabajo relacionado con el baile. Pese a que este implicara mostrar mí cuerpo a extraños y pervertidos de distintos géneros y edades. Ew.

En el fondo sabía que no podían hacerme nada, ya que estaba en mí contrato que los clientes solo pueden mirarme, no tocarme en absoluto a menos que yo lo permitiese. Soy bailarín erótico, o stripper, pero no prostituto. Y hay muchos que no entienden la diferencia.

𝙾𝚗𝚎&𝙾𝚗𝚕𝚢 ゚♡・。𝑴𝑰𝑵𝑺𝑼𝑵𝑮 / 𝑯𝑨𝑵𝑲𝑵𝑶𝑾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora