IX - Punto de rotura

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Llevaba dos días faltando a la universalidad. Y tampoco tenía el ánimo necesario para visualizarme yendo los días siguientes.

Estar tirado en la cama mientras te hundes en un charco de tu propia miseria era mucho más divertido, nótese la ironía. Pero mis ganas de vivir eran mínimas aquellos días, por lo que resultar en no salir apenas de la cama no me parecía tan terrible.

Hyunjin se había pasado ayer por la tarde, usando su privilegio de decir 'Te lo dije', antes de echarse conmigo en la cama y abrazarme a modo de consuelo. No me gustan los abrazos, pero no tenía fuerzas o ganas de apartarlo, así que le dejé estar. No le reproché su comentario, sabiendo que tenía razón.

Me lo había advertido y aún así decidí escucharme, como un estúpido, cayendo en las trampas de la mente para autodestruirse a sí misma. Y pese a no comprender todavía mis sentimientos hacía Jisung, sabía que ese último mensaje, que ni me había molestado a contestar, con una esperanza mínima de salvar mi corazón, me había destrozado. Jamás lo admitiré en voz alta, pero Hyunjin tenía razón al final.

Y pillarme de Jisung había sido de las peores cosas que había hecho desde que me había mudado de casa de mis padres. De las cosas más autodestructivas que había hecho en los últimos años.

Compadecerme de mi mismo me desagradaba. ¿Pero que más se suponía que debía hacer? ¿Enfrentar la realidad?

Agradezco al menos tener a una jefa en el trabajo que realmente se preocupa por sus empleados. Es por eso que con permiso de Mina, no aparecí por el club en una semana entera. Según ella "Un corazón fracturado es una enfermedad como cualquier otra. Así que no vengas hasta que estés curado, no vayas a contagiar a los demás". Lo dijo con una sonrisa tan sincera que quizás por primera vez, agradecí de corazón su amistad.

Así que me tomé la semana libre, tanto de la universidad como del trabajo. Y creo que pese a mi estado anímico deplorable, realmente me fue bien aquello. No me daba cuenta de cuan saturado estaba con todo, por lo que aquel descanso a mi cuerpo físico le sentó de maravilla. Al mental en cambió le destrozó, pero bueno, mejor uno que ninguno.

Volví a la universidad el martes de la semana siguiente, semana y media después de aquel maldito mensaje. Chan no preguntó por mi ausencia cuando me vio aquel día en la cafetería. Changbin, Felix y Seungmin tampoco cuando los vi por los pasillos. Jeongin fue el único que se llegó a atrever a preguntarme cómo estaba, haciendo que Hyunjin, que no se había despegado de mi lado en todo el día, se escandalizase y le persiguiera para pegarle.

Al trabajo volví dos días después, agradeciendo a Mina por aquel descanso y por ser una gran amiga que se había preocupado por mi, enviándome mensajes de vez en cuando preguntando cómo estaba.

Dos semanas después de que Jisung dijese que no quería volver a verme, mi vida había vuelto a la normalidad. La normalidad previa a conocerle.

Aún me dolía no verle, y más aún que todo hubiese terminado tan abruptamente. Pero debía pretender que todo estaba bien, por el bien de mi salud mental.

Tres semanas después del mensaje, mi vida volvió a ponerse patas arriba. Justo cuando creía tenerlo superado, el fantasma del pasado regresó, me apuñaló de nuevo, y revolucionó mi vida por completo al igual que la primera vez que me había visitado.

O más bien que ver a alguien en mi puerta, a más de las dos de la mañana, llorando, me hizo darme cuenta de que no había superado nada y de que solo era un iluso diciéndome lo contrario.

O más bien que ver a alguien en mi puerta, a más de las dos de la mañana, llorando, me hizo darme cuenta de que no había superado nada y de que solo era un iluso diciéndome lo contrario

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