Antiguos Miedos

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Una presencia acecha a Kaigaku, este trata de mantenerse sereno y ocupado para no pensar en aquello, teme que sus antiguos miedos se cumplan y aquello sea lo que el cree que es.

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  Los entrenamientos siguieron con el transcurso del tiempo de igual forma, Kaigaku y Zenitsu se ayudaban mutuamente a la hora de dicho entrenamiento haciendo de esas horas momentos de crecimiento mutuo para ambos jóvenes, el pelinegro se sentía muy a gusto y confiado con sus mejoradas aptitudes con la espada, había logrado realizar la primera postura, le costó bastante pero se sentía orgulloso de poder realizar algo de lo que no fue capaz de hacer antes en su anterior vida, Zenitsu lo había ayudado bastante en ese logro, se sentía complacido con eso y los halagaos que recibía también de su maestro, se sorprendió de lo mucho que cambio su relación con ambos luego de su repentino cambio de "personalidad", le agradaba recibir cariño de forma tan natural como si fuese que el también hubiese sido una persona que daba lo mismo que recibía, eso mismo le había dicho aquel demonio antes de desaparecer posteriormente de que Zenitsu le cortara la cabeza, el no merecía nada porque tampoco había dado nada nunca, pretendía obtener poder a costa de muchas vidas sin pensar en las consecuencias que esto mismo le traería, para su mala suerte el karma surtió efecto y murió de la forma más patética posible en manos de quien no creyó que podría sobrevivir mucho tiempo.

Pero había algo que lo tenía preocupado a Kaigaku, sentía una presencia demoniaca rondando la casa en diversos momentos, no era algo que se presentara muy seguido todos los días, pero seguro era un demonio, aquella zona no era muy frecuentada por esos seres cosa que le pareció bastante preocupante, suponía que su maestro se había dado cuenta ya que había conseguido incienso de glicinas para colocar en algunas puertas o ventanas de la casa, él también se había preocupado de conseguir hasta flores y tratar de mantenerlas vivas la mayor parte posible como objetos decorativos por encima de las ventanas, rincones de las habitaciones y en macetas en la entrada de la casa, también había dejado de salir de noche, luego de una noche en especifica donde fue capaz de sentir una presencia escalofriante, creyó que no podría huir por mucho tiempo a su destino, lo único que esperaba es que si allá afuera vagaba un demonio fuese cualquier cosa menos su antiguo maestro, temía que intentase dañar a Zenitsu o Jigoro, por ese motivo simplemente esperaba que si algo los vigilaba por las noches perdiese el interés y se fuera.

Habían transcurrido tres meses desde que había comenzado a entrenar nuevamente, en tan solo esos meses había logrado avanzar mucho con respecto a su anterior habilidad para pelear, se dio cuenta de que se había concentrado en otras cosas más relacionadas a su persona, aspectos más íntimos de su "yo interior" que nadie conocería, ya no sentía ira o enojo hacia las personas a su alrededor, seguía persiguiéndolo el miedo y las pesadillas de lo que vivió y sintió durante su no tan pequeña estancia en el limbo donde fue torturado viendo y reviviendo su vida anterior, como había arruinado vidas antes, por fortuna no había pasado por el hogar de aquel ciego que lo ayudo ya que en una charla que tuvo con Jigoro este le informo la edad en la que llego a su vida, había soltado un suspiro de satisfacción tan grande que el mayor creyó que su enfermedad le dejo secuelas mucho más graves, como por ejemplo la pérdida de memoria entre otras cosas que le ocurrieron después. En fin, sus habilidades con la espada estaban en óptimas condiciones, se había vuelto más fuerte, más ágil, hasta mucho más rápido, trabajaba a la par con Zenitsu que a veces se sentía un poco inferior al ver los grandes avances que mostraba el pelinegro peleando como si entrenara todos los días, cosa que no era cierto ya que él se daba el privilegio de entrenar día por medio, Jigoro había establecido este patrón debido a que no lo necesitaba mucho y podría descansar en esos intervalos para no agobiar tanto su mente, según el anciano considerando las primeras veces que peleo viendo como sus relámpagos presentaban una rara combinación de negro y azul, escalofriante pero fascinante a la vez.

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