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12/12/2021

— Te amo — dijo Ennard acariciando la mejilla del más bajo. Yenndo ciertamente, parecía preocupado. El brillo de la mirada contraria estaba perdido, caían sobre sus orbes celestes, una fina capa de tristeza. El mayor no comprendía, aquella información parecía fuera de su alcance, al menos por ahora.

— Amor, ¿qué sucede? — preguntó otra vez el Fazbear, Ennard negó sin responder.

— ¿Quieres armar el arbolito de navidad? Sé que te pedí que me acompañaras a comer, pero recordé que aún no hice las galletas — cuestionó con una sonrisa fingida. Las facciones finas de Ennard eran fácilmente reconocibles para Yenndo, la forma en la que sus mejillas ponían más esfuerzo en mantener la sonrisa le delataba la carencia de honestidad en aquellos gestos. — Debimos haberlo hecho hace mucho, me refiero al arbolito.

— Lo sé — respondió el contrario —, ¿en serio todo está bien?

— Sí... — dijo quitándole la mirada en más de una ocasión. — Espérame aquí, necesito traer unos adornos de la habitación. Tú ve poniendo el arbolito, y algunas de las bolas, ya vengo.

El peliblanco se fue, dejando a Yenndo confundido atrás.
Habían vuelto de la Luna de Miel en Italia, la semana pasada le había pedido a Bidy y Harry que se encargaran de buscar sus adornos de navidad y los dejara en la sala, para que cuando volvieran de forma rápida los encontraran. Estuvo emocionado en aquel momento. Ahora sólo tenía desesperación y mucho miedo.

Contuvo su respiración en la habitación que ambos compartirían en aquella casa. Sobre la cama, se encontraba el celular de Yenndo, vibrando constantemente. Agradecía al pelinegro por tener el celular en vibrador. En un rápido movimiento, lo apagó. Se fue tambaleando a la habitación de baño contigua, donde se encontraba el espejo del tocador. Se veía demacrado. Desde que llegó a la habitación las lágrimas habían fluido como corrientes de agua en sus mejillas, mientras éstas tomaban un color rojo bastante intenso.

No sabía cómo decirle a Yenndo lo ocurrido. Quería pensarlo mientras ganaba tiempo con el árbol navideño, aunque sabía, ninguno festejaría navidad ese año.

— Ayer todo estaba bien... — se dijo limpiándose las lágrimas con agua —, tengo que hacer que todo esté bien ahora.

Aunque nada lo estaría, claramente.
No quería que nadie le dijese a Yenndo, él lo haría. Él se sentaría con su esposo, armaría ese maldito árbol, intentando relajar el ambiente, y luego se lo diría. Lo abrazaría tan fuerte acompañándolo en su dolor, que también era el propio, y saldrían juntos de esto.

Salió de aquella habitación un poco más calmado, listo para pensar sus palabras exactas mientras armaban su arbolito. Éste era blanco, con decoraciones amarillas que le rodeaban, dándole un toque moderno y elegante a la vez. Ennard lo amaba, le recordaba a su cabello y los ojos de Yenndo. Ese había sido un regalo de Fatmir, el hermano mayor de Yenndo. "Tomen, para que cambien su árbol todo verde y feo".

— ¡Hey! — llamó el Fazbear a su esposo — te estás perdiendo la diversión, ¡me queda excelente! ¿No lo crees? — dijo con una ilusión en sus ojos. Ennard sonrió mientras su corazón se partía en mil pedazos.

— Claro amor, déjame te ayudo — respondió acercándose a él, y ayudándole a poner un adorno — lamento lo de los otros adornos, no los encontré.

Ambos armaron el arbolito, pero Yenndo no era tonto y el ambiente al lado de Ennard era extraño. Jamás lo había sentido así. Se sentía ido, lejano, escondido en sus pensamiento. No podía, por más que quisiera, ignorar aquello, y no podía tampoco regresar a Ennard con él.

Al terminar, Ennard soltó un largo suspiro, si el oído del Fazbear no le fallaba, juró escuchar un leve quiebre en éste.

— Está precioso — dijo, confirmando con su voz media quebrada, las sospechas de Yenndo.

— Amor, ¿qué pasa? — se acercó a él preocupado —, ¿es algo sobre tus hermanas? ¿Les sucedió algo?

— No... Cariño, siéntate.

Ambos se sentaron en el sofá, el de ojos amarillos empezaba a asustarse.

—  Yenndo, amor mío... — comenzó, sintiendo la ráfaga de emociones impedirle hablar anudando su garganta, amenazando con salir como lágrimas en sus mejillas —, sí pasó algo, algo muy trágico...

— Ennard por favor, ve al grano — suplicó. El Circus agarró las manos del contrario con fuerza.

Con todo el dolor que lo invadía, soltó aquella trágica noticia.
— Fatmir — dijo —, no sé muy bien qué pasó, pero cuando recogían a Laurence junto a Fernan, tuvieron un accidente de tránsito, murieron Fernan y Fatmir, Laurence está en coma. Lo siento mucho amor — comentó llorando.

Yenndo quizás oyó eso, pero su mente está en blanco... Murieron Fernan y Fatmir. Fatmir, muerto. Su hermano, quien lo cuidaba de pequeño. Su hermano, quien jugaba fútbol con él cuando tenía cinco años. Quien curaba su pierna cuando se raspaba, quien lo abrazaba por las noches cuando tenía miedo. Quien creció a su lado, quien lo acompañó en su boda, el más feliz cuando se comprometieron. Su hermano tan querido. Ya no estaba más con él.

No sabía qué pensar, no sabía qué decir. Estaba devastado, estaba roto por dentro.
Sintió el calor de un abrazo de Ennard, dulce, comprensivo. Sabía que a él también le dolía, habían sido amigos, él los presentó, y ya no estaba. ¿En qué momento su vida se caía a pedazos?

Laurence; lonely freddy
Fernan; twisted freddy
Fatmir; funtime freddy

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Ya tiene continuación d lo q iba a pasar 😿

 YENNARD SOFT ; fnaf au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora