| 2 | Luz, Luz Noceda

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Unos meses más tarde...

Ocho de enero, lunes. La cocina huele a café, zumo de naranja y tortitas y papá todavía no se ha ido a trabajar, así que podemos desayunar todos juntos.

Por si fuera poco, tengo material para la posteridad de Noche Vieja que Boscha y Skara rogarán para que borre (algo que no sucederá) y mi primera clase es Literatura.

Hoy será un buen día.

—Ay, Ami, cariño, se me olvidó darte la buena noticia —dice mamá a mitad del desayuno. Está sonriente y radiante y yo me espero la mejor noticia del siglo —. Hunter dice que lo siente por no haber podido pasar más tiempo contigo estas navidades. Ya te lo habrá dicho; estaba de vacaciones en Australia...

Le doy una sonrisa tranquilizadora para restarle importancia. Hunter es mi casi novio que escogió mamá, y su ausencia fue el mejor de todos los regalos de Navidad que he recibido.

—Ya le dije que no tenía que...

—... y para compensarte, va a venir hoy. Llegará esta tarde.

—¿Hoy? ¿Sin avisar...?

—¡Sí! —chilla, emocionada. Me llevo un pedazo de tortitas a la boca para mantenerla ocupada y no decir ninguna grosería — Iba a ser una sorpresa, porque va a pedirte ser su novia y...

Abre los ojos muy grande y se tapa la boca con una mano. Debía ser un secreto. A ella se le da fatal guardar secretos.

Me atraganto con las tortitas. Cedric me pasa mi vaso de zumo para que no me ahogue y me da unas palmaditas en la espalda.

Papá se ríe, jovial, y me mira enternecido desde su lugar en la cabeza de la mesa.

—Mírala, cariño, se ha puesto blanca de la emoción.

—Papá, ¿Ami va a tener novio? —pregunta Cedric, que ya ha vuelto a su sitio, con su voz inocente de niño de siete años

Mamá y papá se ríen.

—Puede ser, cielo —le responde mamá con la felicidad centelleando en sus ojos.

Hoy será un día terrible.

🌺

Cuando Skara y Boscha me piden que borre los vídeos de Noche Vieja no siento ni una pizca de la satisfacción que pensaba que iba a sentir. Sin embargo, me obligo a reírme, burlarme de ellas con comentarios ingeniosos e ignorar la opresión en el pecho que hace que todo se sienta gris. No es algo fuera de lo común, de todas maneras.

Como de costumbre, una vez que llegamos al pasillo principal, donde están todas las taquillas, nos separamos; Boscha y Skara la tienen en el piso de arriba y yo, al final del de abajo.

—Hasta ahora.

Antes de que consiga escabullirme, una mano de uñas rojas me sujeta el brazo.

Me giro hacia Boscha y ladeo la cabeza.

—¿Qué pasa?

Ellas comparten una mirada significativa.

—No estás bien, no somos tontas —dice Skara.

—Y ni se te ocurra negarlo —la interrumpe Boscha.

—No te presionaremos, pero, si necesitas hablarlo, estamos aquí.

La presión en mi pecho trepa demasiado rápido hacia mi cuello.

—Yo... —tomo una inspiración profunda antes de continuar —. ¿Podemos hablarlo luego? Por favor.

Little Miss PerfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora