Epilogo ✧

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[Dos años después...]


Jungkook recorrió la calle principal saludando a los amigos con los que se iba cruzando.

Silbando.

Jamás había silbado en el pasado, pero últimamente se había sorprendido haciéndolo en varias ocasiones.

Lo que significaba que vivir fuera de la ciudad no era tan aburrido y limitador como él había imaginado. Aunque tampoco pensara que su felicidad tuviera tanto que ver con el lugar en el que vivía, como con cómo vivía, y con quién.

Acomodo a Minjung en su cadera y siguió silbando. El niño iba vestido con un enterizo beige, un polo rojo y unas zapatillas con el logo de La Tiendecita Dulce.

Se le había ocurrido a él, además de vender por Internet sus pasteles, también vendían polos, ropa de bebé, café y tazas, e incluso llaveros. Ya que pensaba que era la mejor publicidad que podía tener Jimin, además de boca a boca.

–Vamos a ver a papi–le dijo a Minjung con malicia –. A lo mejor te da una galleta.

–¡Galleta! –exclamó el niño aplaudiendo.

Jungkook comenzó a reír.

Llegaron a la puerta de La Tiendecita Dulce y entraron en el local dedicado a la distribución.

Jimin estaba detrás del mostrador, pero solo con verlos sonrió y salió. Tenía una banda en el pelo y un delantal también con el logo de la tienda de un blanco inmaculado.

–¡Papi Galleta! –gritó Minjung.

Y Jimin se puso en puntitas de pie para darle un beso al niño y otro al padre, claro con una mirada asesina hacia Jungkook por el "Papi" que Minjung había dicho. Jungkook tan solo río un poco.

–Tengo una sorpresa para ti –anunció Jungkook mientras Jimin volvía detrás del mostrador.

Lo vio quitarse el delantal y buscar una galleta para Minjung, volver a salir y dársela.

Sin el delantal se notaba mucho más su pancita de cuatro meses de embarazo. Y cada vez que veía su panza, a Jungkook se le hacía un nudo en el estómago, de amor, de orgullo, y de alivio, por no haberlo dejado marchar.

Se habían comprado una casa grande y muy bonita. Además, se habían vuelto a casar, esa vez por civil y en algo muy íntimo. Sólo los habían acompañado Yesol y Minjung.
Después, habían hablado de tener otro hijo. Uno con el que Jungkook pudiera vivir la experiencia desde el principio.

–¿Cuál es la sorpresa? –le preguntó Jimin.

Jungkook se metió la mano en el bolsillo trasero del pantalón y sacó un catálogo que tenía doblado. Lo abrió y se lo entregó para que lo viera.

–¡Ay, Dios mío! –gritó Jimin emocionado, quitándole para verlo mejor–. No puedo creer que esté terminado.

Era el catálogo de La Tiendecita Dulce. Jungkook también había hecho diseñar una página web y estaba buscando otros locales en alquiler para abrir más Tiendecitas Dulces en la capital.

–Y tengo más buenas noticias –agregó.

–¿Cuáles? –preguntó Jimin contento.

–Sehun y yo cerramos el trato esta mañana para abrir La Tiendecita Dulce en la empresa Jeon.

Jimin no saltó de alegría, como él había esperado.

–¿Qué pasa?

–Nada, es buenísimo, pero me preocupa lo que piense tu mamá cuando se entere. Y si terminamos volviendo, como tenemos planeado...

–Ya lo sabe, se lo ha contado Sehun–le dijo él–. Sé que no será nunca la suegra ni la abuela perfecta, pero creo que, después de un tiempo sin tener noticias nuestras le ha quedado claro que te amo. Eres mi esposo y no dejaré que nada ni nadie te haga daño ni se interponga entre nosotros. Ni siquiera mi mamá.

Jimin dio un paso al frente y apoyó las manos en su pecho.

–¿Te arrepientes? –le preguntó en un susurro.

–En lo absoluto. Sólo me importan Minjung, tú, y este chiquitín que está creciendo en tu pancita –le dijo, acariciando la casita de su hijo–. No niego la posibilidad de arreglar las cosas con mi madre, pero no cambiaría mi vida de ahora por nada del mundo. ¿Lo entiendes?

Jimin asintió despacio.

–Ahora, voy a limpiar a nuestro pequeño monstruo de las galletas mientras tú le enseñas el catálogo a tu tía. Con un poco de suerte se pondrá de buen humor y se quedará con Minjung esta noche.

–¿Por qué? –le preguntó Jimin.

–Porque tengo ganas de algo dulce.

Jimin inclinó la cabeza y le dedicó una seductora mirada.

–¿Y?, estás en una panadería. Hay dulces por todas partes.

–Lo que yo quiero no está en el catálogo.

–O sea, que quieres hacer un pedido especial.

Jungkook asintió.

–Entonces es tu día de suerte, porque gracias a mi esposo, hacemos pedidos especiales. Aunque tendrás que pagar un precio especial por el envío.

Jungkook hizo una mueca y dijo en voz baja.

–No hay ningún problema. Por si no lo sabías, soy rico.

Jimin sonrió y lo abrazó por el cuello.

–Yo también –murmuró.

Y ninguno de los dos hablaba de dinero.



F I N







Gracias por darle su amorcito a esta historia

Shīqù ài┃KOOKMIN┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora