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Una semana.

Otra tortuosa y confusa semana había pasado.

JiMin se sentía con los nervios a flor de piel y la mente tan enredada como una bola es estambre.

Todo era tan contradictorio.

Se encontraba solo, para variar, en el porche trasero de la casa. Sentado en una de las sillas de madera con la vista perdida en algún lugar del jardín. Estaba lloviendo aquella tarde, las nubes oscuras ocupaban lugar en el cielo, había un frío en el aire que se colaba suavemente en los huesos de su cuerpo, y las flores parecían llorar junto a él, bañadas en rocío. JiMin siempre encontraba algo de calma en esos días grises, podía dejar su mente divagar por horas, y sus pensamientos aclararse en lo que la lluvia aminoraba.

Suspiró, cerrando sus ojos un momento, frotándose el rostro con las manos.

Las cosas entre Daniel y JiMin se habían vuelto complicadas. Daniel parecía distante, inaccesible, más reservado de lo normal. Y JiMin por instinto se volvió más callado, sumiso y tímido. Su Omega deprimido, herido, sin ganas de nada. Lamentándose constantemente. La dinámica entre ambos había cambiado a tal grado, que hasta su rutina se vió afectada.

Aunque seguían durmiendo en la misma cama, Daniel no lo tocaba. JiMin se iba a dormir más temprano, sin esperar al Alfa para cenar cuando llegaba del trabajo, ya no se bañaban juntos, JiMin se cohibía de desnudarse en frente de Daniel y por eso se escapaba al cuarto de baño para cambiarse, ya no comían juntos las pocas veces que los dos se encontraban en casa.

De la noche a la mañana, pasaron a ser un par de extraños.

Había momentos en los cuales JiMin se sentía más que confundido. Veces en las que atrapó al Alfa con la mirada puesta en él, viéndose como si estuviera a punto de decirle algo, pero cuando parecía que iba a comenzar a hablar, JiMin se retiraba, huyendo de él. Ambos querían dar el primer paso, pero el orgullo podía más.

Así pasaron los días y nada cambiaba.

Evitaban lo inevitable.

Ya no me ama. Lo sé.... Pero yo no estoy seguro de haberlo dejado de amar.

Estaba jugando a la suerte, tensando más y más la cuerda que los mantenía unidos, aunque por muy poco.

Tenía miedo de que esa cuerda se rompiera más pronto de lo esperado.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2022 ⏰

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Dulce Hogar © VMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora