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Su cuerpo estaba tan tieso como una escultura de mármol.

Oh, mierda...

Un gruñido ronco y bajo abandonó su garganta. Justo cuando comenzó a recobrar la consciencia.

—Sigo pensando que llamar a...

Sus oídos zumbaban, acostumbrándose al ruido.

—¡Que ni se te ocurra, NamJoon! Ese desgraciado ya no es bienvenido a esta casa. ¿Me oyes bien?

Pasos se oían de aquí allá, apresurados, al igual que una respiración demasiado agitada. Parecían ser dos personas conversando.

—Oh, vamos. Jin...

¿Esos eran Jin y NamJoon? Y si lo eran... ¿Por qué gritaban? ¿Por qué escuchaba sus voces tan lejanas?

—No voy a dejar que se le acerque más. -se escuchó un fuerte golpe sobre la mesa del comedor en toda la estancia— ¡No, no y no! ¡Él estará bien aquí con nosotros y...!

—¡Jin, por lo que más quieras, deja de gritar! Ve la hora que es. ¿Qué van a pensar los vecinos por armar éste escándalo?

NamJoon intentaba calmar a su novio, que estaba al borde de la histeria. Jin no dejaba de gritar y lanzar insultos al aire mientras agitaba sus manos. Estaba hecho una fiera. Tan solo faltaba que expulsara humo por la nariz y pitara como un tren. La cocina y el recibidor de la casa olían a amargura y rabia. El Alfa pensó que si SeokJin no se aquietaba, el olor a feromonas de ira terminarían por impregnarse en cada rincón de la casa.

—¡Me importa una mierda la hora! ¡Que los vecinos se metan en sus propios asuntos!

JiMin intentó abrir los ojos, pero los párpados le pesaban, al igual que sus extremidades. Trató de obligar a su cuerpo a obedecer, fallando.

—Jin —le llamó, el omega le enseñó su dedo corazón como respuesta— Jinie, mi amor. Sé lo mucho que te preocupa JiMin pero no podemos ocultarlo aquí, llamarían a la policía si lo creen secuestrado.

Jin exhaló con fuerza, relajando su cuerpo y llevando ambas manos a su rostro, para frotarlo y quitarse un poco de la frustración.

—Lo sé, lo sé ¡Joder, lo sé! Pero entiende... JiMin no se merece esto. Mucho menos de ese desgraciado-perro-infeliz. ¡Como lo tenga frente a mí, yo voy a...!

—Primero tenemos que esperar a que JiMin despierte. —señaló— No nos vamos a precipitar a nada y no vamos a hacer nada sin su autorización. —se acercó con pasos lentos hasta su chico, sosteniendo sus manos— Juntos hablaremos con él, le explicaremos lo que pasó y...

Dulce Hogar © VMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora