†Capítulo 08†

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†AROWEN†

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†AROWEN†

 Mis pasos son apresurados al igual que los latidos de mi corazón, si mi paciencia fuera más grande, no estaría en este momento apunto de negociar con el Rey Ascian, pero es una verdadera lastima que no haya sido dotada de ella, aunque la verdad, eso es lo que menos me interesa en este momento.

 Me apresuro por los grandes pasillos del palacio, siendo guiada por un guardia del rey; con la única intención de llegar cuanto antes a verlo.

 El guardia tras tocar la puerta anuncia mi llegada, sin embargo hay respuesta que provenga del otro lado. Le dirijo al guardia una oscura mirada de completo fastidio, por supuesto que el Rey no va abrir, aún así espero un poco más a confirmar mis sospechas.

 El guardia vuelve a llamar a la puerta, mientras me dirige una mirada fugas. Este Umolland, emana un poco de vergüenza y nervios, al sentir mi presión.

—El Rey aún debe de estar ocupado, si me permite unos minutos más, Princesa Arowen, le prometo que podrá hablar con él, cuanto antes. —alega seguro y apresurado.

 Recuerdo el porqué estoy aquí a punto de darle la cara al pasado y tratando de enfrentar el presente.

—Amor, ¿Qué sucede?—me acerqué por detrás y lo rodee con mis brazos, pero antes de que terminará la acción me esquivó, murmurando que tenía asuntos por atender, mi cerebro no entendía el  porqué sus asuntos eran más importantes que estar conmigo, ser un Príncipe le daba peso a la situación y si buscaba librarse de sus deberes, yo podría haberlo ayudado—¿Todo está bien? —mis ojos lo buscaban con gran ilusión y cuando por fin se dio la vuelta por alguna razón mi cuerpo sintió una sensación extraña, me encontré cara a cara con un malhumorado Fénix.

—Nuestra relación no puede seguir en pie.—anunció con dureza y rigidez, mirándome con esos ojos que me han hechizado desde el primer momento, ahora sólo me observan con rechazo.

 Mis ojos se empañaron por culpa de las lágrimas que me negaba a derramar. Niego varias veces sin percatarme de ello.

No puede ser real, esto es mentira.

—No es cierto, dime que no lo es. —pido desesperada.

Esto no puede estar pasando.

—Si quieres saber el porqué de está decisión, te la daré. Pretendo ser justo y amable contigo. —expresa de manera clara y tranquila,  sin ningún atisbo de dolor o sentimiento.

 Él continua buscando algo en su escritorio muy concentrado, mi mente explota al comprenderlo todo.

Bufé incrédula.

—¡Justo! —exclamé fúrica, pero antes de explotar decidí preguntar, con el corazón en la mano y las lágrimas derramándose—. Y cual es... Cuál es el motivo.

La Cazadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora