†Capítulo 01†

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†Aster†

Raza: Umellens.

Seis meses en la tierra...

—¡Centinelas! —exclame volteando a ver a Roux, que estaba a una cierta distancia de mi—. A ciento treinta metros de distancia.

—Nos encontraron Aster, tienes que irte, lo más lejos del bosque que puedas. —me ordeno Roux, mi protectora.

 Mi vista se humedece a causa de las lágrimas que no se han derramado mientras niego con la cabeza repetidas veces. No, me niego a perder lo más cercano que me queda de Umellens.

 Roux, comprende mi negativa así que hace algo inesperado y me rocía sangre de lobo desde la cabeza hasta los pies. Incrédula, pestañeo varias veces para reaccionar. El hedor se impregna en todo mi traje de combate oscuro y es completamente desagradable.

 Me lanza mi mochila negra, donde están todas mis pertenencias y lo atrapo hasta ponérmelo en el hombro derecho, la veo destrozar el pequeño campamento improvisado que teníamos desde hace tres días, me siento impotente ante la situación, mi mente trabaja sin parar, buscando una solución, que en el fondo de mi ser, sé que no la hay.

 Busco mi daga que deje cerca de la fogata y la guardo en su funda, hasta meterla dentro de mi bota derecha y a la vez cubro mi cabello blanco con la capucha negra.

 Aún con el hedor de la sangre de lobo encima, Empiezo a detectar a una distancia de cien metros con exactitud, a seis centinelas del líder de Umolland.

—Dime que hacer y lo haré sin pensar, Roux. —suplique.

—Tienes que irte de aquí o él te encontrará. —responde con una clara advertencia, tratando de hacer que comprenda lo delicado que es esto—. Yo estaré bien... —me ruega con sus ojos—.Vete de aquí ¡ahora! —grita decidida.

Ochenta metros aproximándose. Ellos cada vez se acercan más; Roux, me abraza y yo le respondo el abrazo, derramando lágrimas dulces. Cuando lo que siento en mi garganta es amargo.

—Tienes que hacerlo. —susurra—. Por tus padres, por nuestra nación... Prométeme que te cuidarás.

—No puedo. —le dije, aún derramando lágrimas—. No quiero estar sola, no aquí en este mundo que no conozco. —reconocí, dándome cuenta de que ya era tarde para eso.

Muy tarde.

 Toma distancia de mí, yo traté de dar un paso en su dirección, pero vi sus ojos cambiar del Celeste al gris claro en segundos, sabía lo que se avecinaba y no era nada bueno, retrocedí tres pasos, aún sin procesar exactamente lo que debía hacer, a la vez que estrujaba las correas de la mochila en un acto desesperado.

Cedo una contramarcha inconsciente de mis pasos.

Sesenta metros, las alarmas de pánico se encendieron en mi mente.

—Hazlo por mí. —pidió.

Asentí a regaña dientes, cerrando mis ojos por un pequeño momento en busca de valor, los habro enseguida llena de decisión; corrí a una buena velocidad, que para los ojos humanos seria como correr con los guepardos (esos gatos grandes e intimidantes) y me escondí detrás de muchos arbustos.

 Había una especie de niebla que provenía de Roux y se propagaba por todo el bosque a gran velocidad.

Roux, pretendía usar su poder contra el enemigo.

 Lo primero que sentí fue a los tres centinelas junto con sus Crawlers; bestias grises, grandes y peludas pertenecientes del norte de Umoland, llegar al campamento.
Eran del tamaño de un león con cuerpo de perro, esas bestias estában adiestradas para la cacería de criaturas más pequeñas que ellos y eso incluían a algunos Umellens con delitos muy graves.

La Cazadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora