Capítulo 5

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—¡Espere!—exclame, haciendo que él detenga su paso repentinamente sin voltearse

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—¡Espere!—exclame, haciendo que él detenga su paso repentinamente sin voltearse.

Christopher permaneció de pie a unos metros frente a mi, no podía verlo, pero sabía que tenía el semblante serio en estos momentos. Aunque, ¿alguna vez en el poco tiempo que lo conozco lo he visto sonreír? 

—¿Qué?—masculló, en voz relativamente baja, pero sin dejar de usar su tono autoritario.

—¿Cómo sabe que no le he enviado un mensaje a Roger y que solamente le estaba poniendo excusas para hablar con usted? —pregunte.

Aunque siendo sincera, no sé de qué parte mía ha salido eso. Porque estaba más que claro, para mí, que le había mandado un mensaje al otro oficial.

Christopher se volteo hacia mi pata observarme con una ceja enarcada, colocó su dedo índice en su barbilla en su barbilla y sonrió de lado, bueno, he logrado algo, al menos. 

—¿Tratas de jugar conmigo? —me pregunto sin rodeos, relamí mis labios dejándolos húmedos y negué con la cabeza repetidas veces.

—Un juego limpio, es aquel en el que ambos ponen partes iguales. Cuando ambos se esfuerzan dando lo mejor de ellos. Tú quieres que te crea el cuento de que no eres sospechoso, y yo quiero que creas que estoy aquí por Roger—dije sonriendo, aunque a decir verdad, me sorprendió a mi misma que no haya salido una mueca en vez de una sonrisa real.

Antes de que pudiera hablar, el me interrumpió.

—¿A qué ha venido eso? ¿Por qué piensas que voy a dignarme a provocar los suicidios de mis estudiantes? ¿En qué me beneficiaría?

—No lo sé, tal vez tiene un gusto morboso con las muertes. No lo sé—dije con una sonrisa divertida.

Aunque lo que había dicho no era divertido, era más bien, acusatorio, pero no quería que él se diera cuenta de nada. Porque si él se percataba de ello, nuestra conversación que estaba dando un rumbo jugoso, terminaría en nada.

—Vale, en cierta parte, las muertes ocasionan que las personas se interesen en la universidad, volviéndola como una especie de parque temático. Por otra parte, me afecta económicamente, porque ellas, estando muertas no pueden pagar por un curso universitario—me dijo, crudo, como si no le importara del todo. —Es ridículo, que pienses que voy a arrojar a mis estudiantes de un acantilado sin tener en cuenta las consecuencias.

¿Dijo acantilado?

—O sea que le importa más, tener poder, que las vidas de aquellas jóvenes—fue lo que pude decir al contrario.

Por favor, alguien cortele la lengua.

—Toda mi vida he tenido poder, Freya, no entiendo a que viene esa acusación.

—No toda su vida, solamente, desde que su abuelo murió, desde entonces has tenido una especie de poder. Que no afecta a nadie, solamente a sus estudiantes.

Sueña ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora