Capítulo 7

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Con un silencio incómodo, Elian y yo nos montamos en la patrulla, dos oficiales más nos seguían en otra

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Con un silencio incómodo, Elian y yo nos montamos en la patrulla, dos oficiales más nos seguían en otra. Tal vez Christopher tenía que ver con lo que había pasado, después de todo sucedió en su habitación.

¿Por qué justamente una mujer se suicidaría en la habitación de un hombre? Hombre qué, justamente, es uno de lo sospechosos en cuanto al tema de los suicidios.

Christopher, aunque sus labios fueran tan carnosos, apetitosos, deliciosos y extremadamente buenos, es alguien que no termino de entender ni conocer. Y estoy segura de que si él tiene algo que ver con los suicidios, lo mandaré a la cárcel sin parpadear.

Porque el castaño antipático no me gusta. 

Por supuesto que no, Zabdiel es mi novio, voy a casarme con Zabdiel en un futuro, seremos padres algún día y tendremos una familia feliz. Porque así es la ley de la vida, siempre estaré con Zabdiel, por más hombres antipáticos que vengan.

Hombres antipáticos. Debo dejar de pensar en Vélez.

Ambos llegamos frente al lujoso hotel, ya habían ambulancias junto algunas patrullas, sin embargo, me baje del auto junto con Elian. Me adentre al interior y me dirigí a recepción, dónde había una mujer temblando y llorando.

—¿Habitación de Christopher Vélez? Soy forense, de la policía central—aclare, ella asintió con la cabeza.

—Arriba, piso nueve, habitación trescientos cuarenta—me dijo con los labios temblorosos, fruncí las cejas y corrí hacia el ascensor.

Elian ya estaba dentro, esperándome, junto con los otros oficiales, quienes permanecían mirando la nada en silencio. Me adentre junto con ellos y presione el botón con el número nueve.

—Pueden despedirnos si sacamos conclusiones apresuradas. Lo sabes, ¿No? —me pregunto Elian sin mirarme.

—Lo tengo presente cada minuto, pero no podemos dejar estos casos sin resolver; hay algo más, sé que hay algo más—susurre para mí misma.

Elian resopló. Más no siguió hablándome.

Al llegar al piso visualice a Zabdiel a un lado de Christopher frente a la que supuse sería la habitación, ambos hablaban aparentando la discusión acerca de algo. Mordí mis labios y sentí los dedos de Elian acariciar mi espald baja.

Los cuatro salimos del ascensor para mirar fijamente a los hombres parados frente a la puerta. No logré escuchar de que hablaban porque obtuve la mirada de ambos sobre mi, Zabdiel me dedico una sonrisa, una sonrisa fría que nunca había visto en él.

Me asome a la habitación, el cuerpo de una mujer rellenita colgaba de una soga, sus ojos estaban blancos, sus labios azules al igual que todo su cuerpo. Había gente llorando alrededor, pero no les preste mucha atención por estar mirando a Christopher y Zabdiel.

Sueña ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora