Capítulo 5

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— Seremos primos, pero no hablamos — ambos estaban deambulando por el campus de la escuela de leyes. — ¡Ni siquiera somos primos cercanos!

— Allí está — dijo, haciendo oídos sordos a lo que Sikie le acababa de decir. — Escucha, te vas a cercar a Chan y hablarán de cuánto se extrañan, luego me verás y gritarás mi nombre para que me acerque a ustedes, cuando esté muy cerca voy a caerme — hizo unas comillas con sus dedos en la última palabra, a lo que el otro bufó — Seung Sik, no me ayudes, tienes que lograr que sea Heo quien me socorra, luego de eso, desapareces.

— Es un plan tonto ¿Y dónde está Wooya? — hizo un puchero.

— Tal vez olvidé mencionarte que se niega a participar en todo esto, así que somos tú y yo Sikie.

— Te odio — le obsequió una sonrisa socarrona y empujó a Seung Sik, corriendo hacia la dirección contraria.

El chico no tuvo otra opción y se acercó a Chan, el cual lo observó con extrañeza, al fin y al cabo, la última vez que hablaron fue en el funeral de su tía abuela, 8 meses atrás.

— ¿Seung Sik?

— Hola — rascó su cabeza. — ¿Cómo estás?

— No me quejo — su primo le sonrió, tratando de descifrar porque se le había acercado. — ¿Tú? ¿Ocurrió algo?

— ¡Para nada! No tengo nada que hacer así que pensé en ir a saludar a mi primo favorito — Chan alzó una ceja y Seung Sik mordió sus labios con nerviosismo. — Eres el único primo que tengo de mi edad, el resto son unos críos y luego está Jihyo, pero ella no cuenta porque es chica y me odia desde que arruiné su fiesta de cumpleaños. Así que en definitiva eres el favorito — sonrió y se golpeó mentalmente.

— Eso es... genial, supongo. Claro que...

— ¡Hey!, ese es Subin, mi mejor amigo ¿Te importa si lo llamo? — no dejó que respondiera y chifló, llamando la atención Bin, junto a la de medio alumnado.

El susodicho les sonrió y se acercó de acuerdo al plan, cuando estuvo lo suficientemente cerca fingió tropezar con una piedra. Seung Sik se alejó y vio como Chan hizo uso de sus reflejos, sujetando a su amigo antes que su trasero se estrelle contra el césped. Bin aprovechó el pánico para mirarlo y darle a entender que debía seguir con el supuesto plan, Seung Sik rodó los ojos y habló.

— Oh por Dios, Bin casi muere, gracias por salvarlo — trató de sonar conmocionado, pero falló estrepitosamente, sonando más como un empleado de funeraria. — ¡Eres un héroe!

Subin mordió su lengua para no mandar al diablo a Seung Sik y acercó su cuerpo al del más alto, pretendiendo no poder sostenerse por sí solo.

— ¿Estás bien? — le preguntó preocupado el pelirrojo.

— Creo que lastimé mi tobillo, pero no es nada grave — el gigante lo tenía sujeto de la cintura, ayudándolo a mantenerse en pie.

— ¡Vaya forma de volver a encontrarnos!

— No sabía que...

— Bueno — interrumpió el azabache. — Gracias por no dejar que Bin muera, tengo cosas urgentes que hacer así que te agradecería si lo llevas a la enfermería. ¡Adiós!

Ambos contemplaron al chico hasta que desapareció detrás de uno de los edificios, Chan estaba confundido por toda la situación, pero dejó el tema de lado. Kang Seung Sik era en verdad extraño. Por otro lado, Subin agradecía que Park fuera igual o más estúpido que Sik.

— ¿Seguro? Podemos ir en mi auto — Bin asintió y ambos subieron al autobús. — No quiero que tu tobillo empeore.

— No lo hará, hay asientos libres, vamos.

— ¿Porque simplemente no utilizar el auto?, es mucho más práctico.

— Mi conciencia no quedaría tranquila. Todos los años, el usar un automóvil genera cientos de toneladas de gases de efecto invernadero. Mientras que, al optar por transporte público o vehículos no convencionales como bicicletas, disminuyes la cantidad de gases que se emiten — vio el rostro de Chan y resopló. — En términos más simples, imagina si todas las personas de este bus usaran su auto, tendrías algo de 20 automóviles haciendo fila y echando humo; al estar aquí, evitas que esos 20 autos estén en las calles y te ahorras tiempo, en otras palabras, matas 20 pájaros de un tiro.

El contrario asintió, comprendiendo, pero entonces una duda le surgió. — ¿Hace cuanto no utilizas automóvil?

— 10 años — Chan abrió sus ojos y Bin pensó que sus ojos iban a salirse, así que comenzó a reír. — Es mentira, usos automóviles, pero sólo en ciertas ocasiones. Además, tengo un auto eléctrico, pero prefiero el metro, la bicicleta y si el clima es propicio, a pie.

— ¡¿Tienes un auto eléctrico?! — asintió con entusiasmo. Había sido el único regalo acertado que su padre le había dado. — Tienes que enseñármelo, nunca he visto uno en mi vida.

— Puede que incluso te deje conducirlo, aunque no es muy llamativo, tiene la apariencia de un simple automóvil.

— ¡Pero es eléctrico! Bin, tengo que preguntarte algo.

— Adelante.

— ¿Tienes paneles solares y ese tipo de energía extraña en tu apartamento? Imagino tu casa algo psicodélica, hecha de mil cosas recicladas, macetas por todo lado y...

— No soy hippie — malditos estereotipos. — El que ame y proteja al medio ambiente no quiere decir que lleve una vida de ermitaño.

— Lo lamento, no quise ofenderte — dijo el mayor haciendo un mohín.

— Olvídalo, suelen tener esa imagen, pero te demostraré que no. Te invito una cerveza.

Bajaron del bus y caminaron unas cuadras — Bin apoyado en el brazo del pelirrojo — hasta llegar al apartamento del más bajo. Lo ayudó a entrar y efectivamente, era lo contrario a lo que había imaginado. No había paneles solares, habían unas cuantas macetas con plantas, los muebles parecían de madera, tenía alfombras, televisor e incluso un equipo de sonido, lo máximo que pudo notar era una serie de tachos para separar la basura, fuera de eso era el apartamento de cualquier joven.

— Ahora me siento como un tonto.

Bin rió y desapareció en la cocina. — ¡Ponte cómodo! — el más alto se sentó en el sillón y encendió el televisor, esperando encontrarlo en algún canal de documentales sobre la naturaleza, pero no, estaba en el canal de deportes. Subin regresó con dos botellas de cerveza y se lanzó al lado de Chan. — Quita esa expresión, parece que hubieses visto un extraterrestre.

— Lo siento, en serio, te juzgué mal — Bin se encogió de hombros.

— Suelen hacerlo, en fin, no estabas equivocado, hay algunas cosas diferentes — se acercó al mayor con una sonrisilla traviesa. — Pero tienes que prestar atención para descubrirlas.

Chan tragó saliva, el muchacho se había acercado demasiado a su rostro. No podía negar que Subin era precioso, tenía ojos bonitos, una linda nariz y ni qué decir de su cautivadora sonrisa rectangular, pero su parte favorita eran sus labios, sus perfectos y besables labios.

Se aclaró la garganta al caer en cuenta de lo que acababa de pensar y un intenso rubor se apoderó de sus mejillas. Bin alzo sus comisuras aún más al saber que había vuelto a ganar.

— Yo... — no podía concentrarse, no cuando el más bajo estaba mirando directamente a sus labios y peor aun cuando lamió su labio inferior. — T-tienes... plantas.

Subin no pudo contenerse y soltó una carcajada. Estaba a punto de besarlo y al gigante se le ocurre arruinar el momento con aquel estúpido comentario.

— Buena observación, pero no es lo único diferente del lugar — tomó un sorbo de su cerveza, regresando a su lado del sofá. — Supongo que tendrás que venir más seguido para descubrirlo.

❝ Disonancia ❞ ~ ChanBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora