Récord of Ragnarok: Last Hope [Pausa Indefinida]

Capítulo 98

La Tragedia de los Dioses
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Grecia. La cuna del Olimpo y hogar de múltiples leyendas a lo largo de la historia. Durante su recorrido por los tiempos antiguos, muchos conflictos se hicieron presentes; como olvidar la guerra contra los persas, donde el gran Leonidas I luchó hasta la muerte por su amada Esparta. Pero no hay ninguna otra palabra para describir aquel desastre más allá de…

Desgracia

Gritos feroces desde dos bandos se han de escuchar a kilómetros. El hedor a sangre y los atronantes sonidos de espadas y lanzas chocando entre sí; explosiones de catapultadas piedras gigantes barriendo con polvo y cuerpos irreconocibles. Humanos armados con nada más que espadas y sus fuertes convicciones al matar; era ese el escenario que más ejemplificaba el salvajismo mortal desde los ojos de dios. Era esa la tan afamada y llamada “vergüenza del Olimpo”: Guerra de Troya.

¿Pero cómo inició aquella calamidad?. Todo remontandose a una sola respuesta, una reacción en cadena iniciada a partir de la codicia de una simple manzana… “para la más hermosa de las diosas” era lo que recitaba el macabro enunciado.

En los reinos celestiales. Un lugar conocido como el trono de los dioses; el mismísimo Olimpo en su máxima expresión. Se logra celebrar un hallazgo único en la historia de la humanidad, dioses han prometido su mano a colaborar minimizadamente con los humanos tras un telón de hipocresía de parte de Zeus; quién recientemente habría matado a su padre, Kronos, por el gobierno absoluto de el panteón.

─ ¡Vivan los novios! ─gritaba un dios en la gran multitud.

Un festejo se escuchaba en el templo. Dioses unidos por una sola causa, celebraban la primera unión entre un humano y una diosa bajo la influencia del todopoderoso rey, Zeus.
Quizas por primera y única vez en lo largo de la historia, estando los tres jerarcas griegos reunidos en una sola sala, Poseidon; ausente de diversión y sencillamente apartado en silencio, Zeus; que parecía ser el más ambientado en la fiesta, y el espectante Hades; que realmente sólo había asistido por morbo para ver al afortunado humano en ser atraído al Olimpo. Pero de entre todos los extravagantes personajes, el destino corría hacia una sola mujer.