Las multitudes nunca le habían gustado.
Mucho menos en lugares cerrados.
Cuando era niño y era obligado a estar en un sitio así, cosa que solía ser a menudo en aquél tiempo debido al importante cargo de su madre, siempre terminaba vomitando.
Recordaba el tacto amable de su madre acunándolo en sus brazos y limpiándole el rostro, el cosquilleo de las hombreras de su uniforme de gala en su mejilla y su aliento cálido susurrándole palabras tranquilizadoras al oído.
Ahora que era un adulto era capaz de controlarse mejor, pero seguía odiando verse comprometido a una situación así por lo que, cuando podía zafarse de los compromisos sociales, lo hacía.
No había tenido suerte ese día.
Shiro le había pedido que estuviera en el evento de esa noche porque era algo importante para él, así que allí estaba. Aunque su cuerpo entero le pedía salir corriendo de allí.
Se trataba de la cena de gala anual para los oficiales condecorados del Galaxy y, según ciertas fuentes bastante confiables, era probable que anunciaran el ascenso de su hermano. De subir de rango, su hermano se convertiría en mayor y eso era algo digno de celebración. Shiro jamás le perdonaría que faltase a algo así.
Estaba recargado en una columna del enorme salón de eventos, tratando de pasar desapercibido mientras buscaba a su hermano entre la multitud de oficiales elegantemente uniformados y familiares que, cómo él, vestían sus mejores ropas para la ocasión.
Por fin, su mirada se encontró con el rostro afable y familiar de Shiro, quién se encontraba al otro lado de la estancia charlando animadamente con un grupo de oficiales de alto rango.
Soltó un suspiro, considerando la posibilidad de quedarse en su sitio hasta que su hermano comenzará a buscarlo pero sabía perfectamente que Shiro seguiría conversando con todo el mundo hasta que iniciara la ceremonia y, para entonces, seguramente lo habría perdido de vista nuevamente.
Con mucho pesar, despegó la espalda de la pared en la que estaba recargado y se dispuso a atravesar la estancia, abarrotada de gente, para llegar hasta él. Los aromas mezclados de las personas, la energía vibrante que se mezclaba en los espacios vacíos entre persona y persona le resultaban incómodos y, en algunos casos, repulsivos.
Siempre había sido así.
Por regla general, los alfa y omega tenían un sentido del olfato bastante desarrollado, mucho más en promedio que un beta.
Pero el suyo era un caso peculiar incluso dentro de los alfa, él percibía los aromas con mucha más sensibilidad y, por ende, le afectaban muchísimo más.
En ese momento podía sentir al menos veinte perfumes distintos que los invitados a la fiesta habían usado y que, ahora, flotaban todos mezclados en el aire encerrado de la estancia. La sensación era abrumadora.
Se apresuró a pasar entre las personas, haciendo hasta lo imposible por ignorar a sus sentidos cuando cierto aroma le llegó de golpe, descolocándolo.
Cítricos y lluvia matutina.
Conocía ese aroma.
Naranja ácida, mandarina, toronja y limón. Cómo un huerto verde y rebosante de vida recién bañado por la lluvia.
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Colors of Light
FanfictionEl amor es sensorial. Depende del aroma, de la energía, de los colores que cada persona lleva consigo, de lo que produce en los sentidos del otro. Eso Keith lo sabe muy bien. Cómo alfa, la sociedad le exige encontrar un omega con el que formar parej...