Capítulo III

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Corrí, como si mi alma lo llevara el mismísimo satanás.

Fui detrás de los cazadores que interrumpieron en la mansión, me deje llevar por la furia y acabe decapitando a dos por el camino, los lobos me seguían de cerca acabando con las personas que dejaba atrás, mi objetivo era la arquera pelirroja que iba galopando hacia el bosque, estaba a punto de llegar a ella cuando una bala de plata me alcanzó dándome en el brazo, haciéndome parar, retroceder y perder de vista a la mujer.

Todo estaba a vacío, no había nadie al rededor, decidí darme media vuelta y volver, pasé a la carpa de enfermería y me abrí paso hacia la camilla donde le estaban sacando la flecha a Jack, me puse a su lado y no puede evitar soltar una lágrima sobre el cuerpo de mi amigo.

- Te pondrás bien, Jackie

Aaron vino por detrás y me abrazó de espaldas, dándome un beso en la cabeza, salimos de ahí para dejar a los padres de Jack tiempo con él, volvimos dentro, todo estaba en silencio.

- Creo que deberíamos ir a descansar

Aaron me conducía por los pasillos de casa hacia mi habitación, allí nos quitamos los zapatos y nos metimos en mi cama, apoyé la cabeza en su pecho y su mano comenzó a hacer suaves caricias en mi hombro.

- Sigues oliendo como siempre

Me salió solo, no quise decirlo en voz alta, que vergüenza, él soltó una carcajada, yo solté otra y después de un rato de silencio, nos dormimos.

Me levanté sobre las doce, Aaron dormía plácidamente sobre mí cama, yo me puse los zapatos y bajé a enfermería a ver que tal estaba Jack.

- Hola ricitos

- Hola Jackie, ¿Cómo te encuentras?

- Bien, esa flecha no me hizo tanto daño

- Bien, no quería encontrar a otra persona a la que fastidiar

- De mi nadie se libra tan fácilmente

Nos reímos juntos, incluso en sus peores momentos el reía, era admirable.

Nos quedamos hablando hasta que un enfermero llegó a darle el alta a Jack, como tenía que guardar reposo le llevé a su habitación y le dejé allí, yo fui a mi cuarto, que cuando entré, se encontraba vacío.

Una nota reposaba sobre mi mesilla.

"Nos vemos en media hora en el acantilado, ponte guapa -Aaron"

Dejé la nota donde estaba y busqué un vestido amarillo de florecitas y abierto de un lado, me solté la coleta y peiné mi cabello, me puse mis botas y salí de casa en dirección a Aaron.

Cuando llegué había unas luces colgadas del árbol, una mesita y dos cojines a modo de sillas, en la mesa había una botella de vino, dos copas y un bizcocho.

Aaron estaba de espaldas frente al acantilado, llevaba unos pantalones negros, una camisa con los primeros botones abiertos y una corbata deshecha. Me puse a su lado y instantáneamente nuestras manos se entrelazaron.

Movió su cabeza a un lado y pude observar sus labios carnosos, sus pestañas y un pequeño corrillo de pecas en sus mejillas.

Nuestras miradas se conectaron y de ellas salieron chispas, el se giró hacia mi y con su otra mano acarició suavemente mi mejilla y yo apoyé la cara en su mano

- Estas preciosa

- Pero no mas que tu

Me dirigió hacia los cojines y nos sentamos uno en frente del otro, empezamos a charlar y de repente sentí muchas mariposas en el estómago, se sentía tan bien pero estaba muy mal, no podía estar comiendo de su mano después de haber abandonado la manada y volver como si nada

Me puse tensa y el lo notó ya que en sus ojos apareció una mezcla entre confusión y preocupación

- ¿Qué pasa?

- Me tengo que ir Aaron, esto no esta bien

De inmediato me puse de pie y el se levantó tenso

- ¿Por qué no?

- Porque desapareces por dos años y de repente vuelves y quieres que este a tus pies y creo que me conoces lo suficiente como para saber que soy mas que eso

Dicho eso me di la vuelta para irme sin dejarle decir ni una palabra, oí que me llamaba y me puse a correr para no volver atrás y besarle como tanto quería

Cuando llegue a mi cuarto me puse a llorar, me dio pena dejarlo plantado ahí pero seguro que a el no le dio pena dejarme plantada todos estos años

Me di una ducha caliente, me puse el pijama y me metí en la cama hasta quedarme dormida con el corazón hecho un puño.

Ultima luna de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora