Capítulo II

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De mi cuerpo empezó a emanar calor, mucho calor, mi corazón estaba volviéndose loco.
Me dirigía a la entrada principal de casa cuando mi padre me agarró del brazo y tiro de mi.

- Lúa, solo, contrólate

- Si, papá

Abrí las grandes puertas y enseguida mi boca se secó y mi cuerpo se calentó más, por la ira.
En frente de mi se encontraba un muchacho alto, con pantalones negros y una camisa blanca medio abierta, el pelo negro revuelto y esa mirada distintiva azul.

Aaron

Di dos pasos hacia fuera y el dio dos pasos hacia mi.

Lo único que me salió en ese momento fué darle un bofetón, esta claro que no se lo esperaba porque se tocó la mejilla y abrió mucho los ojos.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté

- Lua..

- ¿¡Qué mierda haces aquí!?

- Hija - mi madre se acerco y me tocó con cuidado el hombro - le dijimos nosotros que viniera

- ¿Con el fin de que?

- De qué podamos volver a ser - se atrevió a decir el chico

- Tu y yo nunca fuimos ni seremos nada

Le lance una mirada cargada de muchas emociones y me dirigí hecha una furia hacia el bosque, allí descargué toda mi ira rompí un árbol a puñetazos, grité, rompí todo lo que tenía al rededor y finalmente me senté en una roca, derrotada, con un montón de sentimientos encontrados, porque le odiaba por haberme abandonado, pero, muy dentro de mi, esas ansias de tenerle, todavía le seguía amando y eso, por mucho que pasara nunca cambiaría.

Volví a casa con la mente más despejada, donde tenía claro que me esperaba una conversación que llevaba años preparándome, todos se encontraban en el salón riendo y hablando animadamente, cuando notaron mi presencia se giraron para mirarme, Sara entraba agarrada de la mano de su hermano, junto a Sky, Marco y mis padres, pero yo solo pude centrarme en él.

Entendió que quería hablar con el y juntos abandonamos la sala para ir a mi habitación.

- Lo siento por la bofetada

- No pasa nada - dijo cruzando se de brazos - En el fondo me la merecía
Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que decidí hablar.

- He estado esperando tanto por ti que me olvide de mi, Aaron, no se como tomarme tu regreso

- No esperaba que te desplomaras en mis brazos al verme, se que hice mal el irme. Él porqué te lo diré cuando pase un poco el tiempo, seguro que lo entenderás mejor

Me quedé en silencio, analizando sus palabras, ¿Por qué tiene que lo entendería mejor con el tiempo? Sentí una punzada, me ocultaba algo.

- Esta bien

Esbocé una sonrisa y nos quedamos mirándonos un rato, después le saqué de mi cuarto y me tiré boca arriba en el colchón, aun más derrotada, en algún momento me quedé dormida porque cuando abrí perezosamente un ojo estaba mi madre revoloteando en mi habitación, de aquí para allá, del armario al baño y del baño al armario de nuevo.

-¡Venga levanta!

- Mama, es sábado y son las 7 de la mañana

- ¡Qué salgas de la cama y te vistas que vienen tus tíos y tu prima, hombre!

Salí lentamente de la cama, dejando atrás el calor de mi manta, y entre al baño a ducharme, mi madre eligió un vestido blanco hasta las rodillas de encaje y unos tacones, que claramente no me iba a poner, así que los cambié por mis botas hasta las rodillas y dejé mi pelo suelto.

Bajé sentada por la barandilla gritando un "allá voooooy" el cual escucho Jack, alias mini Jackie, e intentó atraparme con sus fideos de brazos, al final acabamos en el suelo los dos riéndonos a carcajadas.

- Aquí todos los chicos son tan... - hizo un gesto de una persona andando exageradamente - y yo soy tan... - ahora se puso andar cabizbajo y sin fuerza en ninguna extremidad

- Pero nadie es tan - sonreí exageradamente y me lancé a sus brazos y luego me puse a saltar - como tu, Jackie

El chico sonrió, nos agarramos del brazo como dos abuelitas y nos dirigimos a la entrada donde mi madre estaba colocando a todo el mundo.

- Mamá que son familia no los reyes de la galaxia

- Tu cállate y ponte ahí

No le discutí nada y me puse al lado de Aaron, pasaron los minutos y las dos puertas de la entrada se abrieron dándole paso a una mujer de pelo rojo con un vestido negro hasta los tobillos agarrada a un hombre de mirada juguetona y aires de seguridad.

Mis tíos: Eveling y Robert.

Mi madre conoció en su adolescencia a Eveling y desde siempre han sido mejores amigas, como hermanas.

Mi tía saludo con mucha alegría a toda la familia, Robert era más reservado, a los minutos entro mi prima, Irina, la cual entro dando un gritito de emoción, se tiró a los brazos de mi hermano y se dieron un dulce beso.

Aaron había acercado tanto su cara a la mía, pegando nuestras mejillas y sin apartar la vista de la escena para preguntarme en bajito si éramos norteños, a lo que le respondí con un encogimiento de hombros y una carcajada, la cual escuchó mi prima y se soltó de Marco para venir corriendo hacia mi y tirarme al suelo abrazadas como dos koalas, nos incorporamos y pusimos una sonrisa tan grande en nuestra cara que casi no nos cabía.

Todos se dirigieron al salón para desayunar y mi prima y yo nos pusimos juntas para ponernos al día de todo.

Le conté lo de Aaron, la organización para el baile de otoño y ella me conto todos los cotilleos de su reino.

Y el día se basó en eso, hablar todos en familia, en felicidad y armonía, nada fuera de lo normal, hasta que se escondió el sol.

NO PEGUÉ OJO EN TODA LA NOCHE nada más que se oían gruñidos y gemidos bajitos de la habitación de mi hermano, en serio, PODRÍAN PARAR.

En la mañana me atreví a mirarle el cuello a Irina y si, tenía una marca de una mordida, la marca de emparejamiento.

Mire a mi hermano que se encontraba detrás de mi y rode los ojos cuando me dedico una sonrisa descarada, suerte que solo les oí yo.

Todos desayunamos en el salón, mi tripa comenzó a cosquillear, tenía un mal presentimiento, miré a mi hermano y él me devolvió la mirada, algo estaba pasando, me levante agitada de la mesa cuando de repente una flecha rompió la ventana, desparramando los cristales y clavandose en el pecho de Jack.

Ultima luna de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora