Especial 2K+ de visitas♡

983 109 11
                                    

Usualmente no acostumbro a escribir notas ni al principio, ni al final, por lo que lamento mucho si los aburro con ésto~.

¡Muchísimas gracias a todos los que se dan el tiempo de leer este fleto fanfic! De verdad, gracias, hacen de una pequeña niña muy feliz c:

Esto NO es un capítulo de la historia, es para compensar el hecho de que no he actualizado en el último tiempo, un "especial", por así decirlo, y es también para agradecer las ¡dos mil trecientas visititas! (Y 200 estrellitas (*'︶'*)╯♡)

Por lo que este "capitulo" es, en resumen, una historia alterna a la que ya está narrada aquí. Es Fluff en proporciones bíblicas (quizás tanta tragedia me superó), por lo que los personajes serán incluso más maricones de lo normal (¡como si fuera posible!).

~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~

—¡Pero sálete de encima mío po' weón, si no estai na' livianito! —gritó, con cierto grado de desesperación, mientras se retorcía intentando sin éxito mover al barbón a un lado— Ya pu' Jaime, si hay caleta de espacio.

—No quiero —declaró infantilmente. Aun así, volteó su cuerpo hacia la izquierda de Nicolás, ocupando el hueco que quedaba entre el moreno y el respaldo del sillón. Comprar un futón había sido una idea maravillosa después de todo—. ¿Y qué weá vamos a hacer hoy, Nico? 

—¡Tratar de conquistar al mundo, obviamente! —rió, mirando a su acompañante para luego sacarle la lengua en son de burla— ¿No íbamos a acompañar al Edgar a ese evento chino? En todo caso es temprano todavía. 

—Ah, verdad. Entonces me voy a ir a bañar, que después me va a dar paja y no voy a querer ir a ni'un lado —dijo el Elmo, sentándose en el mueble mientras se disponía a parase. Pero el otro lo detuvo posando una de sus manos en su brazo.

—Besu —ordenó con voz tierna el más bajo.

—Que te poní maraco pa' tus weás —soltó, pero aun así besó rápidamente los labios de Gaule.

—¿A qué le llamamos maraco? —gestionó, dedicándole una sonrisa traviesa— ¿Y qué vamos a almorzar? Ya se acabaron los maruchan —la mente de Nicolás se puso a divagar por sus propias palabras. ¿Cuánto llevaban viviendo juntos? ¿Cinco días, una semana? A lo mejor más, y durante todo ese tiempo habían estado comiendo comida instantánea o en algún restaurant de por ahí. Ciertamente, su estómago gruñía por alimento hecho en casa, pero ni él ni Navarro sabían freír un huevo.

—¿Vamos a almorzar afuera de nuevo? Y compramos más weás pa' comer de vuelta —Por la cara que puso el contrario, el rojo ni si quiera necesitó oír su respuesta para saber que rechazaría su idea. Pero no había mucho que pudieran hacer, y tampoco tenía ganas de aprender a cocinar.

—¿Y si llamas a tu mamá Jaimelín? La tía es súper tiernis y demás nos viene a hacer el almuerzo. Te diría que llamáramos a mi vieja, pero anda en Conce con unas amigas suyas —articuló con suavidad Holy, esperando la negativa del otro. Que de hecho, no tardó en llegar.

—No weón, chúpalo. No voy a llamar a mi mamá pa' que me venga a cocinar, por algo me fui de la casa, para ser independiente.

—Pensé que había sido para estar conmigo —susurró con un puchero. El otro le revolvió el cabello y le volvió a regalar un beso.

—Principalmente sí, para estar contigo, negro feo. 

—Pero Jaimeee —protestó, girando en el sillón—. Mi guatita pide urgentemente comida cacera —oyó como el otro suspiraba con pesadez, al tiempo que sacaba su celular del bolsillo trasero del pantalón.

Jugar con fuego. | JaiNico | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora