Capítulo 9

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La ciudad cobre estaba siendo invadida por todo un batallón de ángeles guiados por su ángel guerrero Kao, un ángel alto, con una personalidad fuerte, y sobreprotectora para con todos sus hermanos.

Todo era un verdadero infierno, los ángeles tomaron desprevenidos a algunos demonios que sin poder defenderse de las poderosas armas celestiales se morían casi en el acto; el veneno que tenía esas armas eran tan letales que con solo un rasguño pod...

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Todo era un verdadero infierno, los ángeles tomaron desprevenidos a algunos demonios que sin poder defenderse de las poderosas armas celestiales se morían casi en el acto; el veneno que tenía esas armas eran tan letales que con solo un rasguño podía llevarlos a su destrucción.

El infierno ardía en llamas, los ángeles equipados iban avanzando, dejando heridos a su paso, pero su único objetivo era la venganza por atreverse a tan atroz acción de engañar a uno de sus hermanos. Para ellos, era más que una represalia, era una apostasía y no lo iban a dejar pasar por alto.

Lucifer estaba en el salón maléfico cuando Santa entraba corriendo y gritando asustado

Santa –NOS ATACAN, LUCIFER!! LOS ANGELES ENTRARON.

Max reaccionó de inmediato, dirigiéndose a la estancia  de las armas infernales para poder unirse a la batalla y defender a los suyos, mientras que Lucifer sale desplegando todo su poder sobre aquellos ángeles que se atrevían a intentar tocarlo.

En el justo momento cuando Max iba entrando a la estancia, un ángel imponente con sus alas doradas lo detuvo.

Kao: como te atreviste a engañar a mi hermano? Te divertiste jugando con él?, pues ahora es mi turno.

Max: Kao, por favor, no es lo que piensas, por favor.

El demonio estaba hablando mientras levantaba sus manos en forma de rendición, asustado? No, claro que no, sabía que un pugilato con Kao sería una lucha justa; ambos poseían poderes de guerra, tanto de ataque como de defensa.

Uno y otro empezaron a combatir lanzando sus mejores ataques; Kao tenía la habilidad del movimiento rápido y eficaz, el contrario, tenía el poder de la fuerza, y la habilidad de transformar la punta de sus alas, en poderosas y cortantes cuchillas, pero en el momento en que Max las despliega, no se percató que Kao tenía guardado el cortaplumas celestial en una de sus alas escondiéndolo de la vista del otro. Y con un movimiento acertado, Kao logró herir a Max por la altura de su pecho, dejando una pequeña herida profunda que de inmediato lo hizo retroceder y caer de rodillas al piso

-NOOOOO!!!

El grito que se escuchó  fue tan poderoso que Kao no pudo soportarlo, y tapándose los oídos trató de visualizar de donde venía; al lograr levantar la vista, vio a un demonio de alas blancas y negras, no podía ver, no sabía si era un demonio o un ángel.

Cuando el grito cesó, Kao lo  observo detenidamente, ese poder del grito era extraño, sabía que solo lo poseían aquellas almas puras de corazón que defiende a los que no lo pueden hacer por sí mismos, pero, este era un demonio, es imposible.

Max: aléjate, vete de aquí Santa, por favor, vuela alto!! Vete!!!

Santa: no, hermano no, no te voy a dejar.

Santa tomó a Max en sus brazos observando la herida profunda que tenía en su pecho.

Kao: ahora recuerdo, ese nombre antípoda para un demonio, pero vaya coincidencia, si eres al que estaba buscando.

Max: no, Kao, a él no. No tiene nada que ver en esto.

Kao: que no tiene nada que ver? No fue él quien atacó a mi hermanito? Pero negociemos, me llevo a Santa a ciudad oro, a cambio del antídoto para ti.

Santa: antídoto, de que habla Max?

Kao: no sabes? Nuestras armas son fabricadas con veneno, cuyo antídoto se encuentra en nuestro reino.

Max: no, Kao, sabes muy bien que los demonios no pueden pisar la ciudad oro.

Kao: esa es la idea mi querido demonio. Esa es la idea.

Y acercándose a los dos demonios que  yacían  en el piso, sintió la llamada de su padre quien estaba dando la orden de retirada dejando todo lo que estaban haciendo.

Kao: RETIRADA – habló Kao con su voz de mando para que todos vayan cesando la batalla, era hora de volver, pero antes de irse le lanza una mirada malvada a Max, deseándole mucha suerte con esa herida; si bien no pudo llevarse a Santa consigo, cosa que le hubiera gustado hacer, al menos sabía que había cobrado venganza por el engaño de Tul.

Luego de la partida de los ángeles, la ciudad cobre quedó casi en ruinas, y sabían que no soportaría una batalla más, no al menos teniendo a su demonio más fuerte herido. Las escena era bastante ambigua, Lucifer no dejaba de maldecir mientras castigaba a los demonios responsables de la seguridad y que habían sobrevivido al ataque, los demonios heridos se estaban sucumbiendo uno por uno, y en la habitación del hijo mayor de Lucifer, estaba Santa limpiando la herida de un Max que ardía en fiebre por causa del veneno que logró entrar en su sangre, seguía transpirando y alucinando, en su mente solo existía una persona que llamaba a gritos.. TUL…

Santa: esto no puede terminar, tengo que ir a ciudad oro.

El demonio bicolor sabía que en el reino celestial estaba el antídoto que Kao había nombrado, y no iba a esperar la orden de Lucifer de irlo a buscar. Sin más, extendió sus alas y salió volando, subiendo a gran velocidad, no sabía, ni lo había pensado en cómo encontrar ese antídoto, pero tenía a una persona en mente, al ángel que le sigue robando cada noche sus sueños.

Y ahí estaba a un paso de entrar a la ciudad oro, iba caminando lo más silencioso, no había ángeles a la vista, cosa que agradeció, pero algo pasó…

Santa: que mierda es esto? – no podía salir del shock en el que se encontraba, su corazón quería salir de las palpitaciones rápidas y fuertes, no sabía por tanto tiempo más lo podría soportar, pero en su mente estaba Max, tenía que ser fuerte por su hermano quien lo salvó una vez, ahora era su turno de devolverle el favor, aun costándole su existencia.

VI AL DIABLO LLORAR por amor (maxtul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora