2.- Contacto

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Secretos

Parte 2

Contacto

Cuando bajamos del carruaje, entramos por las pesadas puertas de madera antes de que saliera el sol, el director de la escuela nos recibió y nos dio habitaciones, nosotros estudiaríamos en un horario nocturno para evitar contacto con el sol, incluso pusieron cortinas en los pasillos para oscurecer un poco el camino.

Esa noche nos presentaron ante los estudiantes que estarían con nosotros, estar rodeados de humanos era una prueba difícil.

Él estaba en ese grupo.

Cuando tuvimos que salir, él me abordó antes de bajar las escaleras.

—Hola —me sonrió, dediqué algunos momentos a contemplar el café claro de sus ojos —entonces ¿eres nueva? ¿Cómo te llamas? Tienes un nombre ¿no? —lo miré con recelo notando lo extraño de su sonrisa y el brillo de su mirada.

—Diana ¿tu nombre es? —cuestioné al responder.

—Verner—contestó.

—Gusto en conocerte Verner, ahora tenemos que irnos si no te molesta —había intervenido Yuridia, una de mis compañeras, y nos habíamos marchado a nuestras habitaciones.

Pocos días fueron suficientes para saber quiénes eran los cazadores, eran seis, y Verner era uno de ellos, sin embargo tenía algo que me causaba simpatía y terminamos siendo buenos amigos.

Verner jamás hizo alusión al hecho de que yo fuera un vampiro, siempre me trataba con normalidad y yo hice lo mismo, olvidando a ratos que era un cazador.

—Diana no seas tan amistosa con ellos —me decía Yuridia — ellos siempre nos vigilan.

Tenía razón, pero nos habían enviado allí para eso, para socializar y convivir con cazadores y humanos, aunque siempre existirá una desconfianza de por medio.

Verner tenía esa simpatía que ganaba fácilmente la aprobación de otras personas, tenía muchos amigos, toda la escuela lo conocía.

Los días avanzaron y la prueba se tornó más difícil cuando la sed apareció gritando con fuerza ser complacida, para eso debíamos salir de la escuela, no podíamos dañar a nadie dentro de ella.

— ¿A dónde vas? —preguntó Verner siguiéndome por el jardín.

—A comer —respondí entrando por un pasillo que llevaba a la parte de atrás de la escuela.

— ¿tienes hambre? —Tomó de pronto mi mano —te llevaré a la cocina —lo seguí sintiendo el suave contacto de su piel.

Y observé con atención sus movimientos mientras preparaba un platillo, era muy ágil y lo que cocinaba empezaba a cobrar un aroma delicioso, fue allí donde noté esa particularidad en él, en su olor, Verner poseía una esencia apenas perceptible que lo ocultaba bien.

—Listo —sonrió colocando sobre la mesa lo que había preparado, lucia muy rico. Pero no era lo que yo requería, había perdido tiempo, la noche se iría pronto y debía darme prisa — ¿Qué pasa, no te gusta? —preguntó al verme marchar.

—Tú siempre me vigilas, deberías saber lo que necesito — expliqué pasando junto a él rumbo a la puerta.

—Es mi deber, aunque me gustaría encontrar otra manera de satisfacerla —dijo sujetando mi brazo, no con fuerza, si no como pidiendo que yo me detuviera y lo hice

—No hay otra manera —respondí —solo puede hacerse de una forma — continúe mi camino sin más interrupciones.

Me acostumbré a tenerlo siempre cerca, a Verner, tanto que su compañía dejó de molestarme.

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