El día de hoy.
Despierto sobresaltada, con el corazón latiendo desenfrenado en mi pecho y el cuerpo cubierto de un sudor pegajoso. La musculosa que llevo puesta para dormir se adhiere a mi como una segunda piel. Giro la cabeza de un lado a otro con desesperación.
Por suerte, demoro sólo un par de minutos en darme cuenta dónde estoy: paredes de un color azul piedra, dos camas simples, alineadas y separadas únicamente por una ancha mesa de luz. La lámpara sobre ella se encuentra apagada, pero el brillo que entra por el ventanal me permite confirmar lo que, muy en el fondo, ya sabía.
Aún estoy en mi habitación. La misma habitación que he ocupado la mayor parte de mi vida.
Me permito un momento para respirar con tranquilidad, no es la primera vez que despierto en mitad de la noche como si hubiera visto un fantasma, aferrando el colgante que llevo anudado al cuello.
Un rápido vistazo hacia la cama contigua me confirma que Pat aún no ha llegado. Tampoco es que sea extraño, muchas noches regresa ya entrado el amanecer. En lo más profundo de mí ser, me alegra cuando estos episodios suceden en su ausencia; no me gusta que me vea de esta forma.
La luna brilla grande y redonda en el cielo nocturno, un faro en la oscuridad. Su luz blanquecina ilumina por completo la habitación y me permite ver todo tan claramente como si fuese de día.
Aunque tampoco es que haya mucho que observar. El espacio suficiente para albergar un par de camas, una mesa de luz lo bastante grande para dos personas, un cómodo sofá en simil cuero donde a veces me gusta leer junto a una pequeña biblioteca y un amplio ropero empotrado para que podamos guardar nuestra ropa y el resto de nuestras escasas pertenencias.
Noches como esta me hacen recordar cosas que sería mejor ya haber olvidado. Giro mi rostro hacia la ventana, para que el brillo de la luna se derrame sobre mi piel. Aún no sé si me calma o si me maldice, porque cada noche de luna llena tengo el mismo sueño, sin importar lo mucho que desearía poder librarme de él.
Reparo en que aún estoy aferrando con fuerza el colgante que llevo al cuello, el único pedazo de mi pasado que me permito conservar. Alzo el cuarzo rosa hacia la luz y emite un destello, casi como si brillara. Este pedazo de piedra es la única prueba de que todo esto es más que una simple pesadilla; es la prueba de un pasado ya muy lejano, de una época en la que fui inocentemente feliz.
Una vida que ya debería haber dejado atrás.
Quiero pensar que lo conservo por nostalgia o por su belleza, y no por lo que alguna vez significó. Eso sería muy infantil.
Con un suspiro y una última mirada dudosa a la luna, vuelvo a apoyar la cabeza en la almohada. Aún quedan varias horas de noche y lo mejor sería que vuelva a dormir. Mañana será un día intenso y necesitaré todas mis fuerzas para soportarlo.
***
Cuando abro nuevamente los ojos no es una luz pálida la que me recibe, sino el cálido brillo del sol. Mi celular marca las siete a.m., por lo que será mejor que me dé prisa y me vista antes de bajar al patio.
Hoy es el gran día. la Llegada no debe demorarse mucho más y los pasillos de la academia no tardarán en llenarse de estudiantes curiosos.
La cama junto a la mía se encuentra revuelta y, aunque no hay rastros de mi compañera, eso me llena de alivio.
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Sangre de Guardián
ParanormalMucho antes de que existiera vida en este mundo, la Tierra estaba cubierta de sombras. Los demonios deambulaban a sus anchas por el amplio paraje inhóspito que solía ser nuestro planeta, oscuro, sin color. Un día, el señor decidió que era hora de ha...