ɪɴᴛᴇɴᴛᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ › ᴋᴛʜ [#1] ✔

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ³³ ᴅᴇsᴇᴏ

ᴋɪᴍ ᴛᴀᴇ ʜʏᴜɴɢ

—¿Viste el contenido de la carpeta? —pregunté tratando de que el pánico no se apoderara de mi voz.

Solo rezaba por dentro y esperaba que si existía un dios —y creía en que sí— fue el quién se apiadó de mi cuando sentí a Jimena responder.

—No, ¿debería hacerlo?

—¡Nooo! ¡No la toques, Kim Jimena!

—Sabes que me gusta el peligro.

Me lleve a la boca el último trozo de pizza que tenía en la mano, porque no lo iba a dejar encima de la isla, no y no, y subí corriendo las escaleras detrás de Jimena quién estaba corriendo mientras subía las escaleras, odio que sea tan rápida.

Abrió la puerta de la habitación y yo rápidamente detrás de ella empuje la puerta ya que la había cerrado, viendo como la tenía en sus manos.

—¡No la abras! —grité pero fue en vano.

Tome la carpeta haciendo que algunos papeles se caigan, chille cuando ví que Jimena tenía intenciones de tomar una con el ceño fruncido, ¡yo no voy a permitir que todo se vaya por la borda!

La tomé de las manos incrustandola contra la pared.

Su respiración se contuvo mientras ambos nos mirábamos fijamente.

—No —gruñí.

—¿Mariposa? ¿Qué quiere decir mariposa? Ví esa palabra TaeTae.

—¿Me vas a dejar recoger los papeles?

—¡Quiero ver que tienen dentro!

Forcejo pero no la dejé escapar.

—Bueno, otra opción no me dejas, Jimenita bonita.

—¿Jimenita... bonita? ¡Ah!

—Vamos a ver si ahora me dejas recoger los papeles.

Estilo princesa; si, así es como la tenía en estos momentos mientras la dejaba fuera de la habitación y cuando la bajé me apresuré de guardar los papeles dentro de la carpeta y suspirar aliviado.

El que no haya visto de que trata es solo un milagro, y espero que de verdad no lo haya hecho.

¿Mariposa? Mariposa eres tú Jimena.

Tome la carpeta en mis brazos y abrí la puerta de la habitación encontrándome con Jime de brazos cruzados.

Vale, ¿ahora qué?

—Es privado —respondí.

—Solo quiero saber. Soy tu esposa después de todo, tú mejor amiga también. ¿No confías en mí?

—Es que es algo que ni a ti te puedo contar.

—¿Es que ya no confías en mí? —dijo con la voz temblorosa. Ahí vamos otra vez.