ɪɴᴛᴇɴᴛᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ › ᴋᴛʜ [#1] ✔

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ³ ᴄᴜʟᴘᴀ

ᴋɪᴍ ᴛᴀᴇ ʜʏᴜɴɢ

Estaba sentado en la cafetería donde vendían las donas, los chicos solíamos venir aquí antes de que terminaramos la universidad, pero ahora todos tenemos que hacernos cargo de nuestros respectivos trabajos, menos Jimena, ella aún estudia, aunque eso no quiere decir que de vez en cuando nos juntamos y hacemos pijamadas o salimos de fiesta, casi siempre lo hacemos. Claro, siempre y cuando podamos.

Tenemos varios recuerdos en este lugar, era nuestro lugar favorito. Desde que lo instalaron hemos estado viniendo, ya las camareras nos conocen, lo que ahora no somos tan frecuentes.

Miró la mesa que está detrás de la mía, y un recuerdo llega a mi mente, aquel día, era el mejor de todos, aunque me dolía, seguía dando una sonrisa, aunque me dolía todo lo que pasaba o lo que salía de mi propia boca me dolía. Todos necesitaban una sonrisa, yo se las daba aunque me estuviera muriendo por dentro, porque ese día lo estaba.

Habíamos ordenado una dona para cada uno, mientras esperábamos Jungkook nos contaba lo que le había pasado ayer mientras ayudaba a su hermano pequeño haciendo la tarea. Sinceramente solo sé que era eso, porque no le estaba prestando atención a él asunto.

Yo solamente miraba a Jimena cómo si fuera lo más interesante de este mundo. Cada vez que daba una sonrisa o una pequeña carcajada escapaba de sus labios me sentía sumamente feliz, porque eso es lo que quiero para ella.

Pero mi corazón estaba roto, estaba hecho pedazos desde el día en que me confesó sus sentimientos por Hoseok, está roto y no tiene cura, pero aún así, aunque este roto y hecho pedazos yo la amo, amo su mundo, la amo a ella.

Su risa era la melodía más alegre que mi corazón hubiera escuchado antes, pero todo eso se esfumó cuando esa sonrisa era para Hoseok, ella lo miraba con esa sonrisa y con esos ojos de enamorada, unos que nunca me mirara a mi jamás.

Me obligaba a sonreír aunque apenas supiera el tema de conversación, debía hacerlo.

Cuando nuestras donas llegaron solamente me limité a ver cómo Jimena comía alegremente la de ella mientras estaba haciendo bromas con Hoseok. Ellos siempre se completaron tan bien.

—Tae —Jungkook me dió un codazo por debajo de la mesa.

—¿Qué? —lo observé y deje de ver a Jimena.

—No seas tan obvio por favor.

Mire mi dona todavía intacta, mire como Jimena se limpiaba la boca con la servilleta.

Tome mi dona con una mano y la lleve a mi boca y cuando le doy el primer mordisco la imagen de Jimena frente a mi, como si fuéramos a darnos un beso apareció.

Di un respingo, y ella se rió, ahí fue cuando caí en cuenta sobre lo que había pasado, había robado un pedazo de mi dona.

—¡Jimena! ¡Podrías haberme matado de el susto! ¡No me quieres! —grite dramáticamente.