XII

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Narra Bloody.

Ya se había hecho de noche, era hora de cazar. La tarde estuvo divertida, jugar con Masky y Killar me alejó un poco de los nervios por lo que podía suceder esta noche.

Estaba muy nervioso, sí, hoy sería el día en el que me le declararía a ___. Tenía miedo de que no sintiera lo mismo que yo, de que todo lo que ella demostraba me lo hubiese inventado o malinterpretado. Pero tenía que demostrar que todo estaba bien, no podía darle una señal o mi sorpresa se arruinaría.

Todos salimos de la cabaña y cada quién agarró su camino para ir a cazar. Hoy sería una noche sangrienta.

—Oye —escuché su dulce voz. ¿Por qué me llamaba?

—¿Qué sucede, ___?

—Yo... ¿Puedo ir a cazar contigo?

Mierda, mierda, mierda. Si iba conmigo no podría preparar bien lo que quería hacer. ¿Pero cómo podía decirle que no a esa linda carita y esa tierna voz?

—Está bien, pequeña. Vamos juntos —le sonreí y ella me abrazó.

—Gracias, Bloody. A veces es aburrido ir a cazar sola. Me gusta compartir el recuerdo del sufrimiento de alguien.

—Eres toda una sádica —reí, pero mi corazón iba a mil por hora con ese abrazo inesperado.

—Lo sé, lo soy —rió también. Dios, su sonrisa, era la más linda que había visto en toda mi vida.

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Corrimos hasta llegar a la ciudad, debíamos escoger con cuidado a nuestra presa. Como ambos estábamos cazando juntos, debíamos escoger una sola persona para ambos o teníamos que escoger a una familia. Después iríamos a por más.

A ___ le gustaba la cantidad: entre más, mejor. Yo sólo la complacía, así que esa noche escogimos familias completas para asesinar. Algunas de cuatro integrantes, otras de seis. Otras de tres y otras de dos.

Su felicidad al clavar sus dagas, al escuchar a la gente suplicar, al ver que lo tenía todo bajo control, no tenía precio. Se veía preciosa, sonriendo, emanaba felicidad pura. Y aunque evidentemente sus razones para estar feliz no eran del todo sanas, a mí no me importaba qué tan sádica pudiese ser, yo sólo quería verla así de feliz el resto de mi vida.

—¿La estás pasando bien, pequeña? —pregunté jadeante, pues acababa de asesinar a una persona.

—Mejor que nunca —contestó de la misma manera —. Estoy muy feliz, en especial porque puedo compartir esto contigo, Bloody.

—Me hace feliz que tu felicidad sea por compartir conmigo.

—Tú me haces feliz —sonrió y me dio un abrazo —. Vamos, los demás deben estar esperándonos en el bosque. Hemos tardado más de lo que habíamos dicho.

—Sí, nos emocionamos de más —reí. Ella repitió la acción.

Tomé su mano y nos fuimos de vuelta al frondoso bosque a reunirnos con los demás, para contarles cómo nos había ido y contarles que también caminaríamos un rato nosotros solos.

🎨

—¿Cómo estuvo la caza? —preguntó el jefe.

—Bien, señor, matamos más que cualquier otra noche —contestó ___.

—Bien, eso es bueno. Todos han mejorado mucho últimamente. Los felicito por eso.

Todos nos aplaudimos en reconocimiento al esfuerzo y dedicación de todos.

—Ahora vayamos a la creepy-house, duchénse y recuéstense, la noche ha sido dura pero eficiente —ordenó.

—¿Vamos a limpiarnos antes de salir, Bloody? —preguntó ___.

—Me parece bien.

🎨

Una vez aseados, le contamos al jefe que estaríamos fuera de la creepy-house un rato, para que no se preocupara si necesitaba algo y no estábamos.

—¿Estás lista, ___? —pregunté entrando a su habitación, yo quedé sorprendido.

—Sí, Bloody —sonrió tiernamente.

___ vestía un lindo vestido blanco de tirantes que le llegaba poco más arriba de las rodillas, unas lindas zapatillas blancas y unos lindos aretes. Se veía preciosísima, y yo sin duda estaba sin palabras.

—Te ves preciosa, ___ —halagué.

—Gracias, Bloody. Tú también estás muy guapo esta noche.

Sonreí, le extendí la mano y después de que la tomara, salimos de la cabaña a lo que sería nuestra “primera cita”.

Las líneas del amor | Bloody Painter 🎨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora