CAPÍTULO 12 "¿QUÉ TIENE QUE VER?"

64 40 11
                                    

—Jimena, necesitó que me contestes de la manera más honesta —insistió la oficial Janner parada en frente de mí.

Me habían mandado a llamar y estaba sentada en una silla dentro de una oficina, solo que en esta había una mesa con sillas.

—El señor Alejandro dijo que ustedes ya tenían una relación y que fuiste tú la que accediste —continuó — ¿es verdad?

«¿Cómo se atreve a decir eso?

Ese hombre no tiene descaro»

—No —contesté — jamás le di ningún permiso de hacer lo que hizo.

— ¿Lo conocías desde antes? —cuestionó — necesito la verdad Jimena.

Solté un pesado suspiro.

—Cuando tenía 21 teníamos un compromiso.

— ¿Qué clase de compromiso?

—Nos íbamos a casar, pero me arrepentí, no era lo que quería, sé que fue una mala idea dejarlo en la iglesia, pero no sabía lo que hacía, me di cuenta de que yo quería seguir estudiando y emprendiendo mi carrera, no estaba lista para algo tan grande como el matrimonio.

La oficial Janner suspiró.

—Pero ¿Qué tiene que ver? — Pregunté y se me quedó viendo — ¿acaso el haberlo conocido desde antes le da derecho a intentar...?

Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero no era tristeza, era rabia, porque por su culpa seguía sin poder decir las cosas como eran.

—Intentar... hacerme daño.

—No, por supuesto que no —contestó rápidamente —, pero Alejandro argumentó que solo estaban reviviendo viejos tiempos, y puede usar eso para defenderse.

— ¿Qué? — «Si se atreve a decir algo así, le pego» — ¿ya citaron a juicio o algo así?

—Todavía no, necesitamos pruebas más concretas, no nos darán la orden de arresto sin algo más que tu palabra que argumente lo que hizo.

—Está bien, lo entiendo, pero ¿Qué tipo de pruebas necesitan?

—Alguna que compruebe al 100% que él es tu agresor.

— ¿Puede ser un testigo? — pregunté recordando que David fue quien intervino aquella noche

—Sí, lo podemos considerar, de todas formas, seguimos investigando, la familia Echeverría ya tiene algunos antecedentes, puede ser sospechoso de muchas cosas más.

— ¿En serio? — pregunté, pues los Echeverría eran los santos del pueblo de dónde vengo, según todos ahí ellos eran incapaces de hacer cosas chuecas, muy apegados a la religión y muy amables con todos, de hecho, estoy segura de que me guardan resentimiento por no haberme casado con Alejandro.

—Sí, son cosas que a simple vista no se ven, pero tienen varias carpetas de investigación.

— ¿De qué se les acusa? — «Entrometida» — solo es curiosidad.

—Es confidencial, querida — me informó.

—Claro — asentí con la cabeza — entiendo.

—Muy bien, habla con tu testigo, si puede mañana mismo venir a hablar con nosotros, dile que lo haga, quiero que tu agresor caiga — dijo abriendo la puerta de la oficina.

—Está bien, yo hablo con él, estoy segura de que accederá —me levanté de la silla y me dirigí a la puerta.

—Muy bien Jimena, espero que así sea, muchas gracias por tu cooperación.

La noche que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora